A vueltas con el dichoso velo.

Un Centro Escolar de Ceuta es obligado a permitir que dos niñas musulmanas acudan al colegio con el velo islámico.

El centro había aprobado por unanimidad en su Consejo Escolar un reglamento interno que prohibía la entrada a los alumnos "con piercings, pendientes demasiado grandes, gorras, pañuelos, viseras, diademas anchas o cualquier complemento que no responda al uniforme estipulado", entre ellas el "hiyab" (el velo o pañuelo que cubre la cabeza de las musulmanas).

Ahora resulta que a las niñas musulmanas se les permite acudir con una prenda no permitida en el reglamento. Es un símbolo religioso, pero también -y esto es lo más grave- un símbolo de la desigualdad de la mujer y de su sumisión al varón. Sencillamente es contrario a los derechos conseguidos por las mujeres tras muchos años de lucha.

Si a estos fundamentalistas les resulta imposible enviar a sus hijas sin velo al colegio, que se vayan a los países en donde la mujer es tratada con inferioridad. Desgraciadamente, hay muchos. Pero si están aquí, por mucho que les moleste, tendrán que tratarlas como iguales.

Lo que es inaudito es que el Gobierno no ponga de una vez las cosas en su sitio.