lunes, 20 de octubre de 2008

Un tissu de mensonges.

Una sarta de mentiras es en lo que se ha convertido la política internacional, y ello da cobertura a nuestros excelsos mentirosos profesionales.


Desde la mensonge de que Europa va a reinventar el capitalismo, hasta la cantinela de que Zapatero se ha convertido en un líder mundial que va a acabar con la crisis. Y no sólo con la nuestra, no; va a acabar con la madre de todas las crisis, que naturalmente proviene de EEUU y la ha causado la política neoliberal. Y hay quienes se lo creen. De momento ya se lo están creyendo. Y desde luego que él se lo cree y está encantado de haberse conocido.

Las penurias por las que ya están pasando muchos, o el dinero que han perdido otros tantos, no le impiden sentirse totalmente satisfecho consigo mismo por las medidas que ha hecho creer a todos que van a evitar la crisis. Puede que se la evite a los bancos y a sus accionistas, pues parece que hasta van a repartir beneficios. Espero que no con nuestro dinero, porque si tienen beneficios, ¿para qué hay que darles dinero de nuestros bolsillos? Lo lógico es que los accionistas sean los que paguen los platos rotos, no todos los demás.

Si mi empresa da pérdidas a causa de la crisis financiera o por culpa de los numerosos impagados, el Estado no me va a dar el dinero que hace falta para pagar sueldos ni mucho menos beneficios. Así, que a cerrar. Pero la banca no, la banca organiza el guirigay, se empeña hasta las cejas, mucho más de lo racional, entra en crisis, deja de dar créditos, frena la economía y por lo tanto hace que dicha crisis nos afecte a todos... Así que todos a pagarles de nuestro dinero para que vuelvan a ser buenos y nos vuelvan a dejar dinerito para funcionar y comprar lo que nos haga falta. Pero, eso sí, que repartan beneficios entre sus accionistas, no vaya a ser que les afecte la crisis, que ya se sabe que la crisis es para los demás.

En cualquier caso, se está vendiendo la idea de que Zapatero ha tomado medidas drásticas contra la crisis, lo que es una soberana mentira. Bueno, una grand mensonge, que ahora es amigo de Sarkozy y ya se sabe que a éste tampoco le tiembla el pulso a la hora de mentir. Y ya lo ha hecho de momento con lo del cuento del calentamiento global, perdón, que ahora es el enfriamiento global, bueno, mejor el cambio climático, que así les vale tanto para lo uno como para lo otro, aunque tanto lo uno como lo otro sea mentira cuando se imputa a la actividad humana.

Pero a pesar de ello y de la crisis, la UE mantiene el que nos gastemos 73.000 euros al año hasta 2.020 para hacer más millonarios a quienes están en el negocio de las energías renovables. La broma nos costará en España 5.800 millones al año -unos 650 euros para una familia de cuatro miembros- no vaya a ser que la crisis le vaya a alcanzar a Al Gore y a sus discípulos, ni a los amigotes a los que se les compra la producción eléctrica a un coste prohibitivo para así poder subvencionarlos y que tengan beneficios. Y luego nos suben la luz, claro, no vaya a ser que a los que tienen intereses en el asunto les alcance la crisis pues, repito, ya se sabe que la crisis es para los demás.

Y volviendo al interior, aún no se ha hecho nada para acometer la crisis interna. Sí, esa de la que no tiene culpa Bush. La misma que se decía que no existía. Esa que ahora se dice que es otra. Y resulta que sí que es otra, pero otra distinta a la crisis financiera internacional; es nuestra crisis, la endémica, la que afecta a la economía real y que ya lleva generando paro de una forma como no se ha visto nunca, y que nos ha llevado al puesto número uno mundial en dicha especialidad: La creación acelerada de personas en situación provisional de nula productividad y coyunturalmente necesitadas de soporte solidario, o sea, paro, ¿pero a que suena bien?

Tenemos la crisis inmobiliaria y tenemos la crisis de competitividad. Somos el país con mayor deuda exterior -un inciso aquí, la crisis de deuda será la siguiente, y posiblemente antes de diez años-, lo que nos convierte en otro número uno mundial de dudoso honor. Y tenemos unos políticos que miran para otro lado, que dicen que la crisis es otra, curiosamente la misma crisis que decían que no nos iba a alcanzar: la de las subprime, la crisis financiera. Esa que se ha generado por una política intervencionista de años. Por una política que nada tiene que ver con el liberalismo económico, que es lo que nos quieren hacer creer. Esta es la actual grand mesonge de Zapatero y clac. Y cada vez la adornan más para que no se hable de la que nos espera. Aunque sea lo que sea, tanto el Presidente como sus adoradores dirán que la culpa es de otros, que la crisis viene de fuera, que el que tengamos un millón de viviendas sin vender es culpa de Bush. Aunque a lo mejor nos las compra Obama para pagar el uso que ha hecho de nuestro Presidente en su campaña electoral, ¿no?

Y mientras, otra de Garzón, que dice actuar en nombre de la justicia pidiendo confirmar la muerte de Franco -no vaya a ser que, si está vivo, se cabree y le dé unos capones por idiota- mientras quiere desenterrar por toda España a quienes están en fosas comunes por haber sido asesinados por unos, ajusticiados por otros, o incluso muertos por causas naturales pero sin dinero para sepelio propio. Es el gran intento de ganar la guerra por los que dicen que la perdieron pero son hijos y herederos de quienes, si no la ganaron, al menos medraron en el bando ganador. Y además, gastándose una pasta en el capricho. Con ese dinero, nuestro dinero, se podría dedicar a terminar los asuntos que no le gustan y tiene paralizados, como el de quien fue el que dio desde el Ministerio de Interior el chivatazo a ETA de que se iba a proceder a una redada. O se podría incluso dejar de hacer el ridículo y encontrar de una puñetera vez al hijo de puta de De Juana.

Y puestos a soltar mentiras, la última de Gallardón es buena. Resulta que se sube el sueldo, él y todos los concejales -un 11'7% nada menos-, y va el Ayuntamiento y dice que la culpa es del Gobierno. Sí, como suena. Alega que no pueden hacer otra cosa, los pobres, pues de lo contrario tendrían que cambiar toda la normativa referida al sistema de retribuciones del Ayuntamiento y añaden que "nosotros no nos ponemos el sueldo. El mandato viene del propio Gobierno central". ¿A que es buena?

Bueno, pues yo aquí estoy, recuperándome de unos cólicos nefríticos -dos de momento, ¿para qué uno sólo con la abundancia de la que gozamos? Y sí, es cierto lo que dicen: duele- y esperando a que el Gobierno central dé el mandato de subirme el sueldo. A ver si cuela.