martes, 18 de agosto de 2015

¿Son los cruceros los que contaminan?

Puerto de Alicante.

Trasiego de áridos al aire libre. Lo de las barreras anti viento, una tomadura de pelo usada como excusa de que se hace algo para impedir la contaminación de la zona  Son todo tipo de áridos que el viento se encarga de depositar en coches, balcones, mobiliario urbano, casas y, lo que es peor, en los pulmones de los vecinos de la zona. Entre ellos, los niños de ese colegio cuyo patio de recreo está escandalosamente cercano al foco contaminante.

Las mediciones de la calidad del aire se hacen, claro, pero a bastante más de 2 km. de donde se trasiegan áridos de todo tipo. Pero, por lo visto, son los cruceros los que contaminan, según Ada Colau y afines, de los que en el Ayuntamiento de Alicante ya hay cargos con mando en plaza. A ver si su vocación ecologista no se queda más que en pose para intencionalidades políticas que poco tienen que ver con la calidad de vida de los vecinos y el medio ambiente en que se ven obligados a vivir.

¿También van a cargarse aquí, como parecen intentar en Barcelona, la incipiente industria turística de cruceros tras el esfuerzo y trabajo que costó convencer a los operadores de que hicieran escala en Alicante? ¿Se hará lo que ya se hizo cuando se cargaron el tráfico portuario de contenedores convirtiendo el puerto en tercermundista?

De momento, los nuevos ya parecen andar tras restringir la libertad de horarios comerciales, cosa que perjudicaría a los turistas, aunque puede que no necesiten eso en cuanto se corra la voz del aire que se ven obligados a respirar si se les ocurre darse un baño y tomar el sol en cubierta cuando estén en nuestro puerto.

Veremos si su insistencia en que cambien las cosas se queda sólo en cambios de nombres de calles y memeces cosméticas de ese tipo o de verdad se ponen a corregir dislates de administraciones anteriores. Ya hemos visto demasiados cambios para que nada cambie más que las poltronas. Ahí los quiero ver.

Las causas justas lo son por sí mismas, no por quienes las defiendan. Pero la credibilidad de los electos sí depende de si defienden o no causas justas. Y nada más justo que defender la calidad del aire que respiran los vecinos, sobre todo los niños.




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