viernes, 11 de septiembre de 2015

El idioma es un medio, no un fin.

Un idioma que se usa para incomunicar en vez de para comunicar, no es idioma; es un código de clan.

Cuando hablo uso un idioma, claro, y lo hago para que me entiendan, no para reivindicar nada. Sería inmensamente feliz si consiguiera hacerme entender y entender a todo el género humano en el idioma que sea. Me da igual. Entender y que te entienda todo el mundo sería increíble, un salto gigantesco en el acercamiento entre los seres humanos.

El habla es lo que nos ha dado la capacidad de comunicar y compartir ideas, sentimientos, conocimientos, deseos, fantasías, creencias, amores y desamores, arte, historia.., en definitiva, transmitir el saber y el querer. Y se habla en un idioma. Y cuantos más entiendan dicho idioma más libertad tienes de elegir con quienes hablar.

Usar la capacidad que tenemos los humanos de comunicarnos para incomunicarnos y reivindicar el grupo, es de un aldeanismo imperdonable. De acuerdo en conservar los idiomas y dialectos locales y la riqueza cultural de las obras que se hayan transmitido en los mismos, pero para comunicarnos, cuanto más universal, mejor. El estudio y traducción de dichos idiomas, para los estudiosos, para los filólogos; pero el uso debiera ser del que nos permitiera hacernos entender por cuantos más mejor.

Puestos a reivindicar, reivindiquemos el uso del idioma para hacernos entender y unir, no para marcar diferencias y separar. Avancemos hacia la universalidad, no hacia el aldeanismo aislacionista. Digo yo.