viernes, 5 de febrero de 2016

Lamentos y sectarismo no son soluciones.


La ministra Ana Pastor, en su afán desmedido de su defensa de Rajoy para que sea Presidente, se acaba de cargar la democracia parlamentaria. Así como de cambiar el objeto de derecho diciendo que quien tiene derecho a gobernar es Rajoy porque ha ganado las elecciones y que lo democrático es que se le deje gobernar.

Pues, para empezar, el derecho es el que tenemos todos a tener gobierno, Rajoy lo que tenía es el deber de intentar formarlo y lo declinó. No se atrevió.

Para continuar, en unas elecciones en las que concurren más de dos partidos en una democracia parlamentaria, gana el que tiene más síes que noes en el Parlamento, no el que más voto tiene. Es el Parlamento el que elige al Presidente, no tenemos elecciones presidenciales.

Así que si en el Parlamento se consiguen más síes que noes, se gobierna; y si no, se pasa a la oposición. Y no se trata de si es justo o no para determinado candidato, sino si lo es para el conjunto de los electores. Ni si el voto es dasagradecido o no con determinado dirigente. La política no es agradecida, qué le vamos a hacer. Si buscas agradecimientos dedícate a otra cosa.

Seguro que si el partido más votado hubiera sido Podemos, el PP, con ella a la cabeza, pediría un acuerdo parlamentario para nombrar Presidente a alguien de otro partido con el apoyo de varios partidos que no serían los más votados. Así que menos lobos y vamos a no dejar que nos cuelen consejos quienes no los tienen para ellos mismos. Que ya está bien.

Y no digamos de lo que dicen y escriben muchos de los votantes e incondicionales del PP que están descalificando a las elecciones, al Rey, a los votantes y al Sursum Corda en su pataleta porque el líder supremo ha sido descabalgado. A esos les digo lo siguiente, de hecho ya lo he dicho en alguna red social de donde lo traslado aquí:

 A ver si entendemos de una vez que nuestro sistema electoral no es presidencialista, no elegimos al Presidente del Gobierno, elegimos a los representantes de la soberanía popular. Son estos los que luego eligen al Presidente, por ello lo que cuenta en nuestro sistema parlamentario son las mayorías que se pueden conformar favorables a cualquier propuesta, incluida la propuesta para formar gobierno.

Ganar, en este caso, es poder sacar adelante una propuesta y ese "ganar", si no se hace con mayoría absoluta, no está ligado necesariamente a tener más votos que el siguiente. Mucho menos si te quedas a cincuenta escaños de la mayoría absoluta. Y el nivel de sectarismo excluyente y de personalismos caudillistas al que hemos llegado denota muy poco espíritu democrático.

La democracia sigue siéndolo aunque lo que uno vote no llegue a lo que se esperaba. Si no lo logra, no es culpa del sistema sino de su propuesta que no ha convencido o no ha generado la confianza suficiente, por culpa de no haberla explicado bien o porque se ha elegido equivocadamente a quien la expone sin generar confianza suficiente..

Quienes ahora despotricáis contra las elecciones no lo haríais de haber salido otro resultado, luego el problema está en vosotros, que no aceptáis más democracia que la que os da la razón. Exactamente lo mismo que esos a los que criticáis como si fueran la peste. Acabemos con los sectarismos ya de una vez. Son malos siempre, no sólo cuando el sectario es el contrario.

Así que menos pataletas y a ver si no rompemos la baraja si no se gana una mano y nos centramos en no perder la partida. En esa partida nos la jugamos todos. No es de recibo exigir a los demás altura de miras cuando se carece de ella.