domingo, 29 de octubre de 2017

Y tan amigos...



O sea, que si Puigdemont convocaba elecciones no había 155 y tan tranquilos. Pero ahora, como ha salido mal y las ha tenido que convocar Rajoy, si se presenta a las elecciones lo juzgarán las urnas, y ya está. ¿Es eso? ¿Por eso se convocan tan rápido, para que no dé tiempo a que haya condena judicial alguna ni inhabilitación?

Porque si es eso habría que sentar en el banquillo a otros muchos. Los tribunales sí condenan a cárcel, las urnas no. Quienes han pretendido sustituir la política y las medidas de gobierno -que no se atrevieron a tomar- por acciones judiciales, ¿ahora pretenden sustituir la justicia por las urnas?

Puede que sea por eso, por ayudar, por lo que no se interviene la máquina propagandista del independentismo, TV3 y satélites.

Todo esto parece un tremendo enjuague entre políticos que están dispuestos a perdonarse todo entre ellos y cargar las culpas en quienes no pertenezcan a su partitocracia. A Trapero y los Jordi no los elegió nadie, así que a ellos sí que se les puede empapelar; pero a los políticos, ni hablar ¡Hasta ahí podíamos llegar! Y a la CUP, claro, a esos sí se les puede culpar que, como son un ente raro, no forman parte de la partitocracia y ahora conviene de nuevo diferenciar entre nacionalistas, buenos y demócratas, e independentistas, no tan buenos ni demócratas. Y a convencernos de esa imbecilidad se van a dedicar unos muchos imbéciles que nos creen a todos imbéciles.

Y en eso están los medios de comunicación amigos, que para eso se les ha permitido que sus negocios prosperen aunque sea a cuenta de ayudarles con el dinero de todos a que ganen el suyo; que aquí todos pagamos sus pérdidas y sus enjuagues, pero no cobramos dividendos.

Aquí hacen falta elecciones, sí. Pero en todas partes. Porque si en Cataluña hay que acabar con la mafia independentista, en el resto hay que acabar con otras mafias que no son muy ajenas a la política.