domingo, 5 de noviembre de 2017

¿Marcha atrás?



Ya está en marcha el intento del Supremo de asumir toda la causa golpista, lo que dejará al margen a la Audiencia Nacional y a la Juez Lamela, firme donde las haya y a la que nadie puede acusar de estar escorada a la derecha precisamente.

Una de las causas que se mencionan, al margen de que no hay que dividir el caso, es que el Tribunal Supremo "es más garantista"; eufemismo donde los haya para decir que será más blando, puesto que sus jueces se deben a los grandes partidos y estos ya se sabe de qué van.

Ni a PP ni a PSOE les gusta que los delincuentes, si son políticos, vayan a la cárcel; y si son independentistas, mucho menos. Cosas del corporativismo de la partitocracia y del miedo a que cumpliendo la ley los independentistas se cabreen en la calle, o vete a saber si el miedo no es a que destapen algo que prefieren siga tapado. En cualquier caso, consideraciones electoralistas y políticas, no jurídicas; que son las que quisieran que el Supremo tuviera en cuanta. Las togas del camino y el barro, que decía aquel Fiscal.

Tenemos al Gobierno más débil de la democracia -que en vez de gobernar delega en los jueces- por obra y gracia del Presidente más nefasto para esta misma, Rajoy, del PP menos PP de su historia y de un PSOE que se olvida de su propia historia reciente y aún no sabe qué va a hacer en esta historia. 

No es la partitocracia lo que hay que salvar, es a España a la que hay que salvar de esta partitocracia que se la reparte. Aquí se habla mucho de la cobardía de Puigdemont, pero la realidad es que esto es un infierno de cobardes, con la gran desgracia de que no tenemos a un Clint Eastwood que pueda meterlos en vereda.