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jueves, 19 de junio de 2014

Primer discurso del Rey Felipe VI

Mensaje de Su Majestad el Rey en su Proclamación ante las Cortes Generales

Madrid, 19.06.2014
C
omparezco hoy ante Las Cortes Generales para pronunciar el juramento previsto en nuestra Constitución y ser proclamado Rey de España. Cumplido ese deber constitucional, quiero expresar el reconocimiento y el respeto de la Corona a estas Cámaras, depositarias de la soberanía nacional. Y permítanme que me dirija a sus señorías y desde aquí, en un día como hoy, al conjunto de los españoles.
Inicio mi reinado con una profunda emoción por el honor que supone asumir la Corona, consciente de la responsabilidad que comporta y con la mayor esperanza en el futuro de España.
Una nación forjada a lo largo de siglos de Historia por el trabajo compartido de millones de personas de todos los lugares de nuestro territorio y sin cuya participación no puede entenderse el curso de la Humanidad.
Una gran nación, Señorías, en la que creo, a la que quiero y a la que admiro; y a cuyo destino me he sentido unido toda mi vida, como Príncipe Heredero y -hoy ya- como Rey de España.
Ante sus Señorías y ante todos los españoles -también con una gran emoción- quiero rendir un homenaje de gratitud y respeto hacia mi padre, el Rey Juan Carlos I. Un reinado excepcional pasa hoy a formar parte de nuestra historia con un legado político extraordinario. Como muy bien ha dicho el presidente del Congreso, hace casi 40 años, desde esta tribuna, mi padre manifestó que quería ser Rey de todos los españoles. Y lo ha sido. Apeló a los valores defendidos por mi abuelo el Conde Barcelona y nos convocó a un gran proyecto de concordia nacional que ha dado lugar a los mejores años de nuestra historia contemporánea.
En la persona del Rey Juan Carlos rendimos hoy el agradecimiento que merece una generación de ciudadanos que abrió camino a la democracia, al entendimiento entre los españoles y a su convivencia en libertad. Esa generación, bajo su liderazgo y con el impulso protagonista del pueblo español, construyó los cimientos de un edificio político que logró superar diferencias que parecían insalvables, conseguir la reconciliación de los españoles, reconocer a España en su pluralidad y recuperar para nuestra Nación su lugar en el mundo.
Y me permitirán también, Señorías, que agradezca a mi madre, la Reina Sofía, toda una vida de trabajo impecable al servicio de los españoles. Su dedicación y lealtad al Rey Juan Carlos, su dignidad y sentido de la responsabilidad, son un ejemplo que merece un emocionado tributo de gratitud que hoy -como hijo y como Rey- quiero dedicarle. Juntos, los Reyes Juan Carlos y Sofía, desde hace más de 50 años, se han entregado a España. Espero que podamos seguir contando muchos años con su apoyo, su experiencia y su cariño.
A lo largo de mi vida como Príncipe de Asturias, de Girona y de Viana, mi fidelidad a la Constitución ha sido permanente, como irrenunciable ha sido -y es- mi compromiso con los valores en los que descansa nuestra convivencia democrática. Así fui educado desde niño en mi familia, al igual que por mis maestros y profesores. A todos ellos les debo mucho y se lo agradezco ahora y siempre. Y en esos mismos valores de libertad, de responsabilidad, de solidaridad y de tolerancia, la Reina y yo educamos a nuestras hijas, la Princesa de Asturias, Leonor, y la Infanta Sofía.
Señoras y Señores Diputados y Senadores,
Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras -y lo celebro- que comienza el reinado de un Rey constitucional.
Un Rey que accede a la primera magistratura del Estado de acuerdo con una Constitución que fue refrendada por los españoles y que es nuestra norma suprema desde hace ya más de 35 años.
Un Rey que debe atenerse al ejercicio de las funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas y, por ello, ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado, asumir su más alta representación y arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones.
Un Rey, en fin, que ha de respetar también el principio de separación de poderes y, por tanto, cumplir las leyes aprobadas por las Cortes Generales, colaborar con el Gobierno de la Nación -a quien corresponde la dirección de la política nacional- y respetar en todo momento la independencia del Poder Judicial.
No tengan dudas, Señorías, de que sabré hacer honor al juramento que acabo de pronunciar; y de que, en el desempeño de mis responsabilidades, encontrarán en mí a un Jefe del Estado leal y dispuesto a escuchar, a comprender, a advertir y a aconsejar; y también a defender siempre los intereses generales.
Y permítanme añadir, que a la celebración de este acto de tanta trascendencia histórica, pero también de normalidad constitucional, se une mi convicción personal de que la Monarquía Parlamentaria puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a España.
La independencia de la Corona, su neutralidad política y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político, facilitar el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del Estado y ser cauce para la cohesión entre los españoles. Todos ellos, valores políticos esenciales para la convivencia, para la organización y desarrollo de nuestra vida colectiva.
Pero las exigencias de la Corona no se agotan en el cumplimiento de sus funciones constitucionales. He sido consciente, desde siempre, de que la Monarquía Parlamentaria debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve; ha de ser una fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos, y debe compartir -y sentir como propios- sus éxitos y sus fracasos.
La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social. Porque, sólo de esa manera, se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones. Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda la razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de todos los ciudadanos.
Éstas son, Señorías, mis convicciones sobre la Corona que, desde hoy, encarno: una Monarquía renovada para un tiempo nuevo. Y afronto mi tarea con energía, con ilusión y con el espíritu abierto y renovador que inspira a los hombres y mujeres de mi generación.
Señoras y Señores Diputados y Senadores,
Hoy es un día en el que, si tuviéramos que mirar hacia el pasado, me gustaría que lo hiciéramos sin nostalgia, pero con un gran respeto hacia nuestra historia; con espíritu de superación de lo que nos ha separado o dividido; para así recordar y celebrar todo lo que nos une y nos da fuerza y solidez hacia el futuro.
En esa mirada deben estar siempre presentes, con un inmenso respeto también, todos aquellos que, víctimas de la violencia terrorista, perdieron su vida o sufrieron por defender nuestra libertad. Su recuerdo permanecerá en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y la victoria del Estado de Derecho, junto a nuestro mayor afecto, será el mejor reconocimiento a la dignidad que merecen.
Y mirando a nuestra situación actual, Señorías, quiero también transmitir mi cercanía y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que, el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situación y el deber ciudadano de ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables. Y tenemos también la obligación de transmitir un mensaje de esperanza -particularmente a los más jóvenes- de que la solución de sus problemas y en particular la obtención de un empleo, sea una prioridad para la sociedad y para el Estado. Sé que todas sus Señorías comparten estas preocupaciones y estos objetivos.
Pero sobre todo, Señorías, hoy es un día en el que me gustaría que miráramos hacia adelante, hacia el futuro; hacia la España renovada que debemos seguir construyendo todos juntos al comenzar este nuevo reinado.
A lo largo de estos últimos años -y no sin dificultades- hemos convivido en democracia, superando finalmente tiempos de tragedia, de silencio y oscuridad. Preservar los principios e ideales en los que se ha basado esa convivencia y a los que me he referido antes, no sólo es un acto de justicia con las generaciones que nos han precedido, sino una fuente de inspiración y ejemplo en todo momento para nuestra vida pública. Y garantizar la convivencia en paz y en libertad de los españoles es y será siempre una responsabilidad ineludible de todos los poderes públicos.
Los hombres y mujeres de mi generación somos herederos de ese gran éxito colectivo admirado por todo el mundo y del que nos sentimos tan orgullosos. A nosotros nos corresponde saber transmitirlo a las generaciones más jóvenes.
Pero también es un deber que tenemos con ellas -y con nosotros mismos-, mejorar ese valioso legado, y acrecentar el patrimonio colectivo de libertades y derechos que tanto nos ha costado conseguir. Porque todo tiempo político tiene sus propios retos; porque toda obra política -como toda obra humana- es siempre una tarea inacabada.
Los españoles y especialmente los hombres y mujeres de mi generación, Señorías, aspiramos a revitalizar nuestras instituciones, a reafirmar, en nuestras acciones, la primacía de los intereses generales y a fortalecer nuestra cultura democrática.
Aspiramos a una España en la que se puedan alcanzar acuerdos entre las fuerzas políticas sobre las materias y en los momentos en que así lo aconseje el interés general.
Queremos que los ciudadanos y sus preocupaciones sean el eje de la acción política, pues son ellos quienes con su esfuerzo, trabajo y sacrificio engrandecen nuestro Estado y dan sentido a las instituciones que lo integran.
Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor, siempre con una mentalidad abierta y con un espíritu solidario.
Y deseamos, en fin, una España en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento, que es uno de los principios inspiradores de nuestro espíritu constitucional.
En ese marco de esperanza quiero reafirmar, como Rey, mi fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo. Unidad que no es uniformidad, Señorías, desde que en 1978 la Constitución reconoció nuestra diversidad como una característica que define nuestra propia identidad, al proclamar su voluntad de proteger a todos los pueblos de España, sus tradiciones y culturas, lenguas e instituciones. Una diversidad que nace de nuestra historia, nos engrandece y nos debe fortalecer.
En España han convivido históricamente tradiciones y culturas diversas con las que de continuo se han enriquecido todos sus pueblos. Y esa suma, esa interrelación de culturas y tradiciones tiene su mejor expresión en el concierto de las lenguas. Junto al castellano, lengua oficial del Estado, las otras lenguas de España forman un patrimonio común que, tal y como establece la Constitución, debe ser objeto de especial respeto y protección; pues las lenguas constituyen las vías naturales de acceso al conocimiento de los pueblos y son a la vez los puentes para el diálogo de todos los españoles. Y así lo han considerado y reclamado escritores tan señeros como Antonio Machado, Espriu, Aresti o Castelao.
En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben todas las formas de sentirse español. Porque los sentimientos, más aún en los tiempos de la construcción europea, no deben nunca enfrentar, dividir o excluir, sino comprender y respetar, convivir y compartir.
Y esa convivencia, la debemos revitalizar cada día, con el ejercicio individual y colectivo del respeto mutuo y el aprecio por los logros recíprocos. Debemos hacerlo con el afecto sincero, con la amistad y con los vínculos de hermandad y fraternidad que son indispensables para alimentar las ilusiones colectivas.
Trabajemos todos juntos, Señorías, cada uno con su propia personalidad y enriqueciendo la colectiva; hagámoslo con lealtad, en torno a los nuevos objetivos comunes que nos plantea el siglo XXI. Porque una nación no es sólo su historia, es también un proyecto integrador, sentido y compartido por todos, que mire hacia el futuro.
Un nuevo siglo, Señorías, que ha nacido bajo el signo del cambio y la transformación y que nos sitúa en una realidad bien distinta de la del siglo XX.
Todos somos conscientes de que estamos asistiendo a profundas transformaciones en nuestras vidas que nos alejan de la forma tradicional de ver el mundo y de situarnos en él. Y que, al tiempo que dan lugar a incertidumbre, inquietud, o temor en los ciudadanos, abren también nuevas oportunidades de progreso.
Afrontar todos estos retos y dar respuestas a los nuevos desafíos que afectan a nuestra convivencia, requiere el concurso de todos: de los poderes públicos, a los que corresponde liderar y definir nuestros grandes objetivos nacionales; pero también a los ciudadanos, de su impulso, su convicción y su participación activa. Es una tarea que demanda un profundo cambio de muchas mentalidades y actitudes y, por supuesto, gran determinación y valentía, visión y responsabilidad.
Nuestra Historia nos enseña que los grandes avances de España se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo; cuando hemos renunciado al conformismo o a la resignación y hemos sido capaces de levantar la vista y mirar más allá -y por encima- de nosotros mismos; cuando hemos sido capaces de compartir una visión renovada de nuestros intereses y objetivos comunes.
El bienestar de nuestros ciudadanos -hombres y mujeres-, Señorías, nos exige situar a España en el siglo XXI, en el nuevo mundo que emerge aceleradamente; en el siglo del conocimiento, la cultura y la educación.
Tenemos ante nosotros un gran desafío de impulsar las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación, que son hoy las verdaderas energías creadoras de riqueza; tenemos el desafío de promover y fomentar la innovación, la capacidad creativa y la iniciativa emprendedora como actitudes necesarias para el desarrollo y el crecimiento. Todo ello es, a mi juicio, imprescindible para asegurar el progreso y la modernización de España y nos ayudará, sin duda, a ganar la batalla por la creación de empleo, que constituye la principal preocupación de los españoles.
El siglo XXI, el siglo también del medio ambiente, deberá ser aquel en el que los valores humanísticos y éticos que necesitamos recuperar y mantener, contribuyan a eliminar las discriminaciones, afiancen el papel de la mujer y promuevan aún más la paz y la cooperación internacional.
Señorías, me gustaría referirme ahora a ese ámbito de las relaciones internacionales, en el que España ocupa una posición privilegiada por su lugar en la geografía y en la historia del mundo.
De la misma manera que Europa fue una aspiración de España en el pasado, hoy España es Europa y nuestro deber es ayudar a construir una Europa fuerte, unida y solidaria, que preserve la cohesión social, afirme su posición en el mundo y consolide su liderazgo en los valores democráticos que compartimos. Nos interesa, porque también nos fortalecerá hacia dentro. Europa no es un proyecto de política exterior, es uno de los principales proyectos para el Reino de España, para el Estado y para la sociedad.
Con los países iberoamericanos nos unen la historia y lazos muy intensos de afecto y hermandad. En las últimas décadas, también nos unen intereses económicos crecientes y visiones cada vez más cercanas sobre lo global. Pero, sobre todo, nos une nuestra lengua y nuestra cultura compartidas. Un activo de inmenso valor que debemos potenciar con determinación y generosidad.
Y finalmente, nuestros vínculos antiguos de cultura y de sensibilidad tan próximos con el Mediterráneo, Oriente Medio y los países árabes, nos ofrecen una capacidad de interlocución privilegiada, basada en el respeto y la voluntad de cooperar en tantos ámbitos de interés mutuo e internacional, en una zona de tanta relevancia estratégica, política y económica.
En un mundo cada vez más globalizado, en el que están emergiendo nuevos actores relevantes, junto a nuevos riesgos y retos, sólo cabe asumir una presencia cada vez más potente y activa en la defensa de los derechos de nuestros ciudadanos y en la promoción de nuestros intereses, con la voluntad de participar e influir más en los grandes asuntos, asuntos de la agenda global y sobre todo en el marco de las Naciones Unidas.
Señoras y Señores Diputados y Senadores,
Con mis palabras de hoy, he querido cumplir con el deber que siento de transmitir a sus señorías y al pueblo español, sincera y honestamente, mis sentimientos, convicciones y compromisos sobre la España con la que me identifico, a la que quiero y a la que aspiro; y también sobre la Monarquía Parlamentaria en la que creo: como dije antes y quiero repetir, una monarquía renovada para un tiempo nuevo.
Y al terminar mi mensaje quiero agradecer a los españoles el apoyo y el cariño que en tantas ocasiones he recibido. Mi esperanza en nuestro futuro se basa en mi fe en la sociedad española; una sociedad madura y vital, responsable y solidaria, que está demostrando una gran entereza y un espíritu de superación que merecen el mayor reconocimiento.
Señorías, tenemos un gran País; Somos una gran Nación, creamos y confiemos en ella.
Decía Cervantes en boca de Don Quijote: "no es un hombre más que otro si no hace más que otro".
Yo me siento orgulloso de los españoles y nada me honraría más que, con mi trabajo y mi esfuerzo diario, los españoles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey.
Muchas gracias.  Moltes gràcies.  Eskerrik asko.  Moitas grazas.

domingo, 29 de mayo de 2011

Día de las Fuerzas Armadas.

Crónica de un declive.

Ante todo, mi felicitación a los miembros de nuestro ejército y familias, entre las que me encuentro. Málaga estaba preciosa a la luz de ese estupendo sol que ha querido acompañar a la celebración. Una celebración pequeña, sin derroche, que la cosa no está para fastos. Seguro que se ha ganado mucho más con la publicidad en las retransmisiones televisivas que lo que ha costado el acto.

Un acto entrañable y correcto. Emotivo a veces, al menos para los que tenemos cercano al ejército y sus caídos. El ejército ha cumplido con lo que se espera de la institución más valorada por los españoles. Excepto por la ausencia del desfile. Día de las FFAA sin desfile, y como España: sin Presidente.

Y ahora, a lo que se ha visto entre bambalinas: La Ministra, como si no hubiera sufrido el desprecio y manipulación a la que la ha sometido su partido y el Presidente, ¡ausente!. Puede que Chacón no tuviera la cara de poema de estos días pasados por el triunfo de su querido Barça en la Champions, triunfo que demasiados de los seguidores de dicho equipo quieren hurtar a los españoles considerando que no es un equipo español. Será de Luanda.., puede.

En la tribuna no he visto a Leticia sino a un clon que me la recordaba. Tan parecida a ella misma como lo pueda ser una de las esculturas de cera de esos museos en los que, para reconocer a los personajes, tienes que mirar más a las etiquetas y vestiduras que a los maniquíes. El Príncipe con espléndida planta, marcialidad y enérgicos movimientos. La Reina, perfecta. Griñán, de cuerpo presente. Y el Rey... El Rey, con el mismo aspecto que España: decrépito y hecho unos zorros.

Esas lágrimas que se enjugaba al saludar a los familiares de los militares caídos en misiones de servicio, puede que sean preludio de otras si, al final, se nos caen los palos del sombrajo. Lágrimas por todos. Lágrimas que espero no recuerden las que le reprochaba la madre de aquel moro cuando las derramaba al rendir su reino.

martes, 6 de enero de 2009

Los Reyes Memos.

Gaspar y Juan Carlos, dos Reyes contra Israel.

El primero, el Rey Gaspar, es decir, el concejal de IU en el Ayuntamiento de Madrid, que hacía de Rey Gaspar en la cabalgata madrileña. El tío no tiene otra ocurrencia que ponerse el pañuelo palestino durante el discurso de los Reyes Magos ante el Ayuntamiento. Hace falta ser miserable para politizar una fiesta de niños, pero ya se sabe que todo se contagia, y en eso de utilizar a los niños, los palestinos se pintan solos. Y ahora los de izquierda también. Aunque éste no pasa de ser un gilipollas, que es lo que es el que hace gilipolleces; aunque sean electoralistas.


El otro, nuestro Rey, Juan Carlos de Borbón, que en el discurso de la Pascua Militar, en donde no se ha permitido la entrada de periodistas, va y exige un alto el fuego al que Israel se opone hasta no haber anulado la posibilidad de que su población siga siendo bombardeada por Hamas. Ya se sabe de sus simpatías y hermandades con el mundo árabe, pero debería de actuar como Jefe del Estado y como el Rey de todos, no sólo de los que están a favor de la causa palestina poniendo en el mismo plano al Estado de Israel y a los terroristas que lo atacan. Claro que éste va al alimón con Zapatero y le sigue donde vaya. Por eso hace el tonto, claro. Y el ridículo, intentando ser un Rey de izquierdas y republicano, que ya hace falta ser... Bueno, tal que el el otro Rey. 

Ahora el tal Gaspar dirá que fue un gesto reflejo, que no se dio cuenta, que no hubo intención, que se dejó llevar... El otro no dirá nada. Ni nadie,

domingo, 11 de mayo de 2008

El Rey se posiciona.


Don Juan Carlos da una opinión personal sobre Zapatero.

Pues parece que el Rey, y en un hecho absolutamente inaudito, ha hecho unas declaraciones en las que emite una opinión personal sobre un Presidente al hablar con una periodista. La periodista en cuestión es Mercedes Ibaibarriaga, de la revista dominicial Magazine que edita El Mundo, quien saltándose el protocolo que rodea al Rey, le dijo:
–Majestad, ¿me permite hacerle una pregunta?.

–Dime, dime– le contestó Don Juan Carlos.

–Estoy preparando un reportaje sobre el presidente Zapatero. ¿Podría darme, por favor, su opinión sobre él, como persona?.

Y sorprendentemente, el Rey contestó:

–Sí. Es un hombre muy honesto. Muy recto. Que no divaga. O sea, la gente cree que hace cosas así... como divagando –en este punto el Rey gesticula levantando la mano y moviéndola de un lado a otro–, pero no hay nada de eso. Él sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas. Tiene profundas convicciones. Es un ser humano íntegro.

La periodista le señala entonces:

–Sin embargo, le siguen considerando un enigma.

–Bueno –contesta el Monarca– quizá por la forma de las cejas, el gesto, los ojos, esa sonrisa particular... Pero lo importante es el valor de lo que hay detrás de todo eso: un hombre recto.

La conversación tuvo lugar en la Universidad de Alcalá de Henares.

Pues ya ven, para el Rey, Zapatero debe ser exactamente igual de "honesto, íntegro, y falto de divagaciones" que el propio Monarca. Recordemos la nula divagación y la rapidez con la que se posicionó ante el la intentona del 23 F.., varias horas después de producirse. La misma rapidez con la que Zapatero se ha percatado de que ANV apoya a ETA. Igualitos.

O puede que le haya garantizado tapar sus líos, que no son pocos. Ya se sabe que el Rey actual es tan simpático y campechano como sinvergüenza. Y bien que se cobra los servicios prestados, algunos tan sólo leyendas.

sábado, 5 de enero de 2008

Carta a S.S. M.M. los Reyes Magos de Oriente.


Queridos Reyes Magos:

Acabo de ver en TV1 la Cabalgata de Reyes y vuestra llegada al Ayuntamiento de Gallardón, perdón, de Madrid. Han retransmitido la locutora de Reyes, perdón, la Cabalgata de Reyes; la ponían de fondo de la retransmisión de la locutora, que debe de ser algo de Gallardón porque también es de las que que si van a un entierro quieren ser el muerto. Por destacar, vamos.

Lo locutora, intentando describir la cabalgata, decía que había insectos flotantes y los describía: "... ahora vemos un pulpo (lo que se entreveía era una medusa, pero el realizador no la encuadraba más que a ella), y unos peces,.. y un tiburón..., detrás una ballena". Lo que es de agradecer para aumentar la cultura infantil, pues es bien sabido que los insecticidas se inventaron para ahuyentar a las medusas y a los tiburones, reyes en el mundo de los insectos. Por no hablar de los peces y de las ballenas que, como todo el mundo sabe, se pasan la vida revoloteando de flor en flor.

Después he visto que el Rey Melchor ha hecho un mítin político que me recordaba lo bien que va todo en España y lo mal que están fuera. Y luego la locutora nos contaba que había fuegos artificiales, pero no se veían porque en pantalla estaba sólo ella, aunque después dejó que Melchor le acompañara un ratito. Pero el ruído de los fuegos artificiales se oía. Al final, pusieron algunos para que se pudiera comprobar que la locutora no mentía. No sé quien es esa chica pero promete; digo, prometo no ver nada que presente ella, pues aunque quiera no lo veré, sino sólo a ella contando lo que ve y no nos enseñan.

Bueno y ahora os pido algunas cosas. Quisiera que traigáis un poco de sentido común a algunos y otro poco de respeto a la democracia a otros. Quisiera que Zapatero se dedicara a sus zapatos y dejara tranquilos a los de los demás. Quisiera que si alguien expresa su opinión no se le intente hacer callar ni se le acuse de todo, y mucho menos que se le intente privar de un derecho constitucional, como es el de opinión, exigiendo que si quiere hablar de política lo haga en un partido político y presentándose a las elecciones. Quisiera que se supiera que para hablar de política no es necesario eso más que en regímenes poco democráticos o en partitocracias. Según eso los periodistas no debieran opinar de política si no están afiliados a algún partido.

Os pido que no se siga creando la ilusión de que pisar tierra española, aunque se haga de forma ilegal, es garantía de una nueva vida, pues al creerse eso, muchos que lo único que tienen que perder es la vida, la pierden intentando llegar, a la par que hacen ricos a los que trafican con sus sueños.

Os pido que no sigan diciendo que la economía va bien porque los bancos ganen una barbaridad, mientras los bolsillos del común de los ciudadanos cada vez llega para menos. Quisiera que los que hemos elegido para ello, en vez de decir lo que no es, se dedicaran a evitar lo que es.

Quisiera que no se impusiera de nuevo la censura tal como ya está ocurriendo.

Quisiera que el derecho a la vivienda fuera un derecho respetado y que se hiciera una política para cambiar las leyes que siguen permitiendo que la vivienda sea un excelente negocio para unos pocos, y que no se permitiera que con el dinero de todos se dediquen a poner parches que sólo benefician a esos pocos.

Quisiera que en España se tuvieran los mismos derechos sin importar donde se viva.

Quisiera que a quien se considere español y orgulloso de ello no se le tache de facha. Y también que los que lo hacen tengan posibilidad de aumentar su cultura para aprender qué significa lo que dicen y lo comparen con sus propias actitudes.

Quisiera que los que no se han enterado se enteren de que el marxismo desapareció sepultado por el muro de Berlín, y que estudien lo suficiente para enterarse de que, por mucho que les digan, no es una doctrina política democrática sino todo lo contrario.

Quisiera que las estrellas mediáticas no fueran jueces.

Quisiera que a Pepe Blanco le saliera un trabajo en el que le pagaran cien veces lo que se merece por su capacidad, para que no se muera de hambre cuando deje la política.

Quisiera que Rajoy no fuera tan miedoso. Y que el Rey se alejara del alcohol, al menos un par de metros... (Lo digo para prevenir que se queme si se inflama, no seáis mal pensados). Y que a Zapatero alguien le cuente lo que de verdad pasa y así no se quede en evidencia cuando cuenta lo contrario a la realidad, al menos mientras siga siendo Presidente de mi país, España.

Quisiera que se hiciera una ley que de verdad ampare y regule las uniones homosexuales para que las uniones de hombre y mujer sí estén específicamente reguladas y aparezca de nuevo lo de "padre" y "madre" en el Código Civil, y no se cuenten historias sobre lo que significa matrimonio.

Quisiera que España dejara de hacer el ridículo en el exterior.

Quisiera que si el Presidente del Gobierno viaja para felicitar a nuestras tropas que están en guerras, les agradezca el sacrificio y riesgo que corren, que brinde con ellos por España (sin que alguien tenga que suplir sus olvidos), y se deje de considerar foros de paz a los que no lo son en absoluto.

Quisiera que antes de hablar de Alianza de Civilizaciones con algunos, se consiguiera que se civilizaran y dejaran de ajusticiar en público a los condenados a muerte, entre ellos a los homosexuales y adúlteros.

Quisiera que los esfuerzos educativos se centraran en educar y enseñar a nuestros niños en vez de adoctrinarlos. Incluso pediría que por favor se les enseñe a escribir.

Pediría que esto último se hiciera extensivo a algunos periodistas.

En fin, pediría tantas cosas.., pero ya es tarde y voy a prepararos el Roscón, agua y una copita de anís, ¿era así?.. Además de poner mis zapatos delante de mi sofá preferido por si me lo llenáis de regalos.., que no manchen.

Gracias.

martes, 25 de diciembre de 2007

Reacciones al discurso del Rey en Nochebuena.

Los representantes de los dos grandes partidos se apuntan al "yo ya lo dije".

Según López Garrido, la Jefatura del Estado, o sea el Rey, es una institución "muy relevante en nuestro país". Mira que hace falta ser chorra para soltar semejante perogrullada; es tan relevante como cualquier otra, pero además es la que las representa a todas. Pero lo siguiente tiene más enjundia, eso de que "ha sido, y seguirá siendo, esencial para la democracia avanzada que es la España constitucional" ya suena a resultado de un exceso de ingesta alcohólica en la comida. Si el otro día le dió por cantar, hoy le ha dado por desparramar. Una democracia no necesita apellidos, y cuando se le apellida es siempre para disfrazar de democracia lo que no lo es. Recordemos la República "democrática" Alemana con su muro de Berlín o la muy democrática República "Democrática" del Congo, o la homónima de Laos, o la República Popular Democrática de Corea, por citar algunas "democracias" con apellidos, sin olvidar la "Democracia" Orgánica franquista. A una democracia le sobran los apellidos, pero un comunista chaquetero qué sabrá de democracia. O es democracia o no lo es, pero lo de "avanzada" más bien parece sonar a va a ser que no.

Lo que dijo a continuación, refiriéndose a la exigencia de unidad contra el terrorismo que hizo el Rey, sobre que el PSOE está siempre "propugnando" y "trabajando para lograr una unidad" sobre el terrorismo es sencillamente mentira. No es consenso en absoluto lo que deja fuera a la mitad de los votantes y al partido político alternativa de gobierno, en absoluto. Antes hubo un consenso, pues el ochenta y tantos por ciento de los votantes, representados por sus opciones políticas,estaban en un acuerdo y en un consenso antiterrorista. Ahora ese consenso no llega al 55 % de los votantes por mucho que se hable de"todos" los partidos menos el PP. Resulta que ese "menos" se refiere ala mitad se los votantes por lo menos. No parece que eso sea un esfuerzo cuando está claro que no se quiere volver al acuerdo que ya había.

Por otra parte, el PP, tampoco se ha quedado manco a la hora de decir sandeces como cuando Elorriaga va y dice que el texto constitucional es "la búsqueda permanente de los consensos entre todos los españoles, la garantía de la igualdad y de la cohesión entre todos", y que eso es lo que ha permitido a España "progresar y llegar a ser la nación próspera y de libertad" que ahora es. Primero porque no es cierto, no al menos mientras en una parte de España haya gente que no puede ejercer su libertad bajo riesgo de su vida. No mientras tengan que ir con escoltas a todas partes.

Y tampoco es cierto lo del tan manido consenso. Una vez que la ley está aprobada, una vez que la Constitución entró en vigor, lo importante es cumplirla y hacer que se cumpla, no los consensos. Y para eso es una ley, para garantizar que todo pueda funcionar aunque no haya consensos. Tanto criticar el "buenismo" de Zapatero y ahora vienen ellos conque poco menos que las leyes son para ángeles que consensúan todo, y no para hombres que precisan de leyes precisamente porque el consenso no es lo habitual.

En fin, todos intentando arrimar el ascua a su sardina para decir poco menos que "ellos ya decían" lo que dijo el Rey en su discurso. Al igual que después de una consulta electoral cuando todos repiten que han ganado.

Pero ninguno ha recordado unas de las palabras más importantes de las que el Rey pronunció en Nochebuena cuando dijo que la lucha contra el terrorismo "es un deber frente a las víctimas y sus familias, a quienes nos debemos". Eso, curiosamente, no ha sido mencionado por ninguno de los dos grandes partidos.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Protagonismo Real

No es bueno tanto protagonismo del Rey

"La Monarquía está adquiriendo en los últimos tiempos, y por razones diversas, un protagonismo que no facilita la imprescindible labor de moderación que tiene asignada en el sistema constitucional, y que a la vista del grado de crispación que ha alcanzado la vida política en España es más necesaria que nunca. A los partidos les corresponde la mayor responsabilidad para facilitar el regreso del sosiego a las instituciones, incluida la jefatura del Estado. La proximidad de las elecciones exige en determinados ámbitos mayores dosis de sentido institucional y no de confrontación. Es una ensoñación creer que los resultados de marzo serán capaces de reparar por sí solos el insensato deterioro que se está produciendo en los órganos decisivos para el funcionamiento del Estado. La figura del Rey no debería estar por más tiempo en el primer plano político. "
(Editorial de El País)


Cierto. Y cuando el Rey tiene que intervenir tanto, es porque el Estado tiene alguna carencia o porque alguna de sus Instituciones no hace sus deberes correctamente. El Rey tiene que suplir las carencias de un Gobierno que hace dejación de funciones, y actuar de árbitro ante tanta crispación social y política.

El problema es que quienes azuzan el enfrentamiento y la crispación, utilizan la táctica leninista de acusar al contrario de hacer lo que ellos mismos hacen; y cuentan para ello con una tremenda y mayoritaria artillería mediática. Y cuando se quedan sin argumentos, rematan su seguimiento literal de las consignas leninistas intentando descalificar al contrario tan sólo calificándolo de facha. Así nos luce el pelo...

domingo, 21 de octubre de 2007

El franquismo reinante


O la valentía de una mujer.

Esperanza Aguirre defendió en solitario que "lo peor que puede ocurrir es que se le quite el micrófono a un periodista" y que no se respete la libertad de expresión, ante el Rey, que atacaba a Losantos por pedir su abdicación. Don Juan Carlos incluso llegó a desvelar que había ejercido presiones sobre Rouco Varela en ese sentido.

La valentía de La Presidenta de la Comunidad de Madrid llegó a más e incluso le dijo al Rey que si lo hubiese hecho Gabilondo el Borbón le hubiera invitado a comer. Lo de esta mujer es asombroso y da la medida de su valentía al defender la libertad de expresión. Lo del Rey presionando a los jefes de Losantos para que lo echen, más recuerda su pasado franquista que el papel de un Monarca Constitucional; más aún si tenemos en cuenta que no ha abierto la boca para contener las cada vez más insistentes pretensiones independentistas de los nacionalismos periféricos.

Yo estoy de acuerdo con defender la libertad de expresión, sea de Losantos o de Gabilondo, y también me apunto a pedir la abdicación de quien demuestra, además de su consabida y desmesurada afición por las copas, un talante que recuerda al de su mentor y educador, que además lo nombró sucesor del Régimen Franquista. Pues tal parece que su posterior reconversión y aceptación por la mayoría de españoles que aprobaron la Constitución no le ha hecho olvidar sus raíces.

Si el Rey no da la medida, que abdique. El propugnar un cambio de régimen es algo mucho más serio. La Institución no es él, aunque ahora la personalice, y le haría menos daño si abdicara en su hijo, formado desde muy joven en unos principios democráticos en los que este borracho, simpático y mujeriego Monarca no se educó precisamente.

viernes, 14 de octubre de 2005

La Republica Borbonica



Tenía que pasar. Era inevitable. Algún día tenían que llegar al poder los alumnos de las desastrosas leyes de educación que se han sucedido desde que estrenamos democracia. De la mano del entonces Ministro de Educación, Mayor Zaragoza, nos llegan los alumnos -no sé si aventajados- de aquellos tiempos, convertidos en hombrecillos dispuestos a poner orden en la Historia que estudiaron. La que decía que la guerra interrumpió una legalidad democrática y que el franquismo no fué un régimen legal, la que hace caso omiso al derecho internacional y a las resoluciones de la ONU que lo reconocieron como tal. No, ellos quieren recuperar aquella "legalidad" y no les importa utilizar la Monarquía "republicana" para lograrlo. La legalidad de un referéndum que consagró la Constitución y la forma de Estado, la obvian porque no les gusta.

El Rey parece que cada vez es más Borbón y le hace menos caso a la Reina, y como consecuencia vamos a ver a dónde va a ir la Corona. Por ahora es un tonto útil, pero tanto Zapatero como sus socios no dejan de ver a la Monarquía como una herencia del franquismo y no algo constitucional. Su idea de la restauración democrática pasa por la restauración de la República, y de hecho los modos y maneras de gobernar de Zapatero se asemejan más a una fórmula presidencialista que a una gubernativa colegiada. Me refiero a presidencialista en el sentido de Presidente por encima del gobierno y su correspondiente Primer Ministro.

Es cada vez más evidente que los mayores defensores de la Constitución militan entre los que entonces fueron más críticos con ella, la derecha. Y tal vez por ello se vuelca más en atraerse a los enemigos de la Monarquía, que ahora defienden el Juan Carlismo tan sólo por conveniencia y porque les ayuda a mantener el poder. Ya veremos cuando lo pierdan. El Rey se equivoca de aliados para mantenerla. Si pierde el apoyo de la derecha, ya se pueden ir despidiendo de España los Borbones. Por borbones.