Entre los homosexuales, como entre cualquier colectivo, hay de todo; por mucho que el homosexual socialista Zerolo los quiera homogeneizar.
Este sarasa -pues afeminado es, además de homosexual- eternamente sonriente secretario de Movimientos Sociales del PSOE, va y arremete contra Polonia por lo que él considera que es su política homófoba. Claro que a este elemento todo al que no le guste que le den por culo es homófobo. Y después de soltar la perla de que el líder de la oposición, Rajoy, se ha "enamorado" de los gemelos que dirigen Polonia, pide que la Unión Europea arremeta contra dicho país por supuestas afrentas a derechos fundamentales de la persona.
Yo también tengo mis derechos y Polonia no los respeta: yo tengo "derecho" a ser millonario y Polonia no ha hecho nada para que lo sea.., ¡al paredón con Polonia! Mira que hace falta ser ridículo.
Hace muy poco el Estado español ha concedido su más alta condecoración al Rey de Arabia, en donde a los homosexuales se les condena a muerte. ¿Creen que este ruidoso y desmelenado mariquita ha dicho algo? En absoluto. Ha estado escondido debajo de la cama durante toda la visita del déspota, que además sojuzga a la mujer y financia a terroristas.
El arremeter contra el líder del PP no hace más que dejar entrever sus fustración y rabia por el hecho de que en Madrid, en el barrio gay por excelencia, el PP obtuvo la mayoría de votos en estas últimas elecciones. Su pretensión de erigirse en representante y portavoz de los homosexuales, carece de toda legitimación.
Como he apuntado antes, entre los homosexuales hay de todo. Hay prostitutas y prostitutos, exhibicionistas, ruidosos trasvestidos y faltones disfrazados, que exigen respeto pero que faltan al respeto a los demás insultándolos en sus creencias e incluso en su sentido de la estética. Y también hay gente corriente que no va pregonando su sexualidad a los cuatro vientos, ni necesitan celebrar ningún día del orgullo de su inclinación sexual pues ya demuestran que la disfrutan con orgullo, discreción y normalidad como cualquiera.
El salir a la calle, ridiculizando las creencias y símbolos religiosos de otros, no demuestra ningún respeto por los demás. No es ese el modo de pedir respeto para no se sabe qué. Porque esa es otra, ¿para qué piden respeto? ¿De qué dicen enorgullecerse? Porque tal parece que de lo que se enorgullecen es de insultar y vejar a los que su apetencia sexual no ha apartado de la que la naturaleza diseñó.
Ese movimiento no es más que una pantomima que esconde un movimiento izquierdista que pretende ridiculizar y acabar con la familia tradicional. Es tremendamente beligerante con ella. No piden respeto a su condición homosexual, no; quieren imponerla como superior a la del resto.
Yo respeto a la persona por su condición de persona y por sus merecimientos como tal, además de porque me respete a mí. Me da exactamente igual si es rubio, moreno, negro, blanco, amarillo, religioso, ateo, o con quien prefiera acostarse. Esto último con limitaciones; nunca respetaré a un pederasta por ejemplo, o a quien tenga por compañera a una cabra, por poner otro caso.
No respetaré a nadie que salga a la calle a ridiculizar las creencias de otros. No respetaré a quienes se manifiesten pidiendo la detención y ajusticiamiento de los homosexuales. No respetaré a quienes salgan a la calle denostando y ridiculizando a los monjes budistas, ni a los ayatolás religiosos (no hablo de los que ostentan ideario político y sectario), ni a los rabinos, ni a los sacerdotes católicos, ni a los de ninguna confesión religiosa. No respetaré a los que salgan a la calle a demostrar en público sus inclinaciones sexuales con actos de esa naturaleza, no respetaré a los que obliguen a los demás a presenciar en público lo que no debe trascender de lo privado, ni a quienes no demuestran respeto ni por sí mismos.
Y me da igual si se acuestan con la Cenicienta o con el Patito Feo.