Patxi López se baja los pantalones ante el PNV
Marcha atrás. No se eliminará la imbecilidad de lo de euskal herria. Pero, eso sí, se intentará explicar a los niños lo inexplicable. Se les intentará explicar que viven en un país inexistente más que en la mitología nacionalista. En un país que existe tan sólo porque allí hay quienes hablan euskera, ese idioma que no ha servido como medio de transmisión de ideas, pensamientos, sentimientos, cultura y conocimientos. Ese idioma que ha tenido que reinventarse para que pudiera hacer referencia a cosas cotidianas de hoy. Ese idioma que sus padres no hablaron en casa pero que aprendieron en las ikastolas y que ahora les imponen, convencidos de que les será absolutamente imprescindible gracias a la imposición nacionalista.
Habrá que explicarles que viven en un país que tiene un Estatuto en donde se dicen idioteces que se aceptaron incluir por miedo, por la cobardía de quienes deberían defender la cordura y el interés general pero que están acobardados ante la amenaza del terrorismo nacionalista. Y ante las imposiciones de aquellos que no se posicionan claramente contra esos asesinos, precisamente porque coinciden en su misma paranoia utópica. Pero se les dirá que ese pais en realidad es otro y está formado por tres provincias españolas. Tras ese galimatías no es raro el caos mental que se producirá en sus cabecitas en donde, tarde o temprano, seguirán inculcándoles que son distintos.
Sin embargo, ese motivo por el que se les dice que son distintos, no se esgrime para decirles que son iguales. Iguales al resto de españoles que tenemos un idioma común y que sí cumple de sobra con lo que debe ser un idioma. Y que por ello es hablado por más de cuatrocientos millones de personas en el mundo y en el que se han escrito obras maestras de la cultura universal. Un idioma que no se pretende imponer poniendo bombas o disparando a la nuca a nadie. Un idioma que es tan suyo como del resto de españoles, que sin embargo tratan con ventaja a su región y que financian con sus impuestos más a la región vasca que a las suyas propias. El concierto vasco no es más que recibir mucho más que lo que se aporta, en lo que también hace distintos a los que allí viven, pues su falta de solidaridad es efectivamente muy distinta a la solidaridad del resto de españoles.
Ahora el Gobierno Vasco dice que hay que garantizar que todos los vascos hablen a la perfección los dos idiomas: el común desde hace siglos, y el reinventado. Reinventado para dividir y crear un signo de identidad que tan sólo tenían quienes hablaban en sus casas aquel idioma; idioma que por cierto no tenía tal definición al carecer de elementos que lo definieran claramente como tal. Mantener lo identitario me parece justo, imponer algo artificialmente para luego esgrimirlo como identidad diferenciada, no. Con lo que los vascos -y todos quienes vivan en el País Vasco- tienen al menos una obligación, un deber más, que el resto de los españoles. Y un derecho menos: el de elegir que sus hijos se eduquen en su idioma materno si este es el común, el oficial en todo el Estado, y el que sus hijos puedan optar por no estudiar el idioma local de forma obligatoria. De esta forma, lo que debiera ser el derecho a conocer el euskera, se convierte en una obligación.
Además de que es un atropello a los derechos de los que ni hablan euskera ni tienen interés en hablarlo, ¿por qué motivo se va a obligar a sus hijos a hacer un esfuerzo para ser bilingües en un idioma que sólo usarán para entenderse con quienes ya se entienden en otro mucho más universal? Me parece bien que se ofrezca la posibilidad a los padres de que sus hijos hagan dicho esfuerzo, pero es un atropello dictatorial el imponerlo. La Constitución solo obliga a los españoles a conocer un idioma, no todos. Y ese idioma es el común a todos los españoles sin distingo alguno, por lo tanto sería el más democrático si aceptamos la cursilería imperante de adjetivar como democrático todo.
El intentar explicar lo inexplicable no pasa, por lo visto, por inculcar a los niños su realidad. Su realidad española, europea, y también la vasca. Pero la realidad vasca, no la utopía de unos iluminados que quieren hacerla realidad a base de imponerla. Pero como esa idiotez se aceptó en el título preliminar del Estatuto de Guernica, pues ahí está el resultado: ahora hay que explicar a los niños la inmensa idiotez cometida entonces y seguir hablándoles de euskal herría. Pero no se les explicará que los episodios más gloriosos protagonizados por vascos lo han sido en su faceta de españoles. Como parte de España, el País Vasco y sus hijos han colaborado en la historia común de forma destacada, pero eso se obvia y parece que la historia que quieren imponer es una historia muy localizada y breve en el tiempo: tan solo el corto periodo en que las utopías nacionalistas tuvieron un atisbo de oficialidad, por cierto, infinitamente menor que el actual.
Entre estos defensores de la idiocia nacionalista los hay que despotricaban contra el término hispanoamérica, usado para definir al conjunto de países del continente Americano que hablan español. Ese término jamás tuvo connotaciones nacionalistas o excluyentes, pero aún así decían que usarlo era un símbolo de nacionalismo español e incluso de imperialismo. En absoluto se usó nunca para generar un sentimiento de país, y ni mucho menos de nación, por lo que es un absurdo equipararlo a movimiento nacionalista alguno. Pero ya digo que ha sido -y es- algo que los nacionalistas regionales no aceptan. Sin embargo quieren que los demás aceptemos sus imposiciones basadas en la misma sinrazón. Sinrazón que además tiene el agravante de que quienes hablan el euskera como lengua materna son una minoría en el territorio al que designan como euskal herria, mientras que en hispanoamérica es absolutamente indiscutible el uso del español.
Claro que dentro de esa minoría, son mayoría los que pretenden imponerse con las pistolas; asesinando, extorsionando y atemorizando al resto de los vascos y de la sociedad española en general. Pero lo hacen a sabiendas, lo hacen para generar rechazo y luego ir de víctimas haciéndose pasar por oprimidos e intentando robarnos a todos un territorio en donde quieren imponer que todos hablen un idioma que les diferencie del resto. Y no tienen empacho alguno en usar incluso argumentos tan racistas como la diferenciación del Rh. Aunque no hacía falta llegar a ese extremo pues ya tienen una diferenciación clara: la cobardía que ha llevado a esa sociedad al punto en el que se encuentra. Es el único lugar en Europa en donde los cargos electos tienen que ir con escolta y en donde es común la extorsión y el chantaje. Chantaje que llega hasta el propio Gobierno vasco. Y hasta el Gobierno de España, claro. Y funciona. Y es que estamos en koldar herria, el país de los cobardes.
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lunes, 27 de julio de 2009
viernes, 24 de julio de 2009
Gezur Herría
El mismísimo Estatuto de Guernica se basa en una falsedad.
Lo que parte de una mentira no puede ser nunca cierto, y eso le pasa al mismísimo Estatuto de Guernica por el que se rige la Autonomía Vasca. Y es así porque en su encabezado se equiparan dos cosas distintas. En el título preliminar -que es en donde los Estatutos dicen aquello que se quiere conseguir pero que legalmente no es admisible por inconstitucional- se dice textualmente: "El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica" (sic).
Pues bien, Euskal Herria no es el pueblo vasco sino el territorio donde se habla vasco, que es cosa bien distinta. Y en él es de sobra conocido que los nacionalistas incluyen a Navarra y parte del sur de Francia. Ninguno de estos territorios, ni mucho menos su pueblo, se ve afectado por el Estatuto de Guernica, que sólo afecta al territorio de las tres provincias vascas. De haber sido rigurosos jurídicamente hablando, esta aberración no sería legal pues intentaría afectar a gentes ajenas al País Vasco por el hecho de que alguien en su territorio hablara vascuence, aunque ya se sabe que aquí puede suceder cualquier cosa por esperpéntica que sea. Y es que si se miente o se falsea sobre el sujeto que se dice es quien impulsa la constitución de la ley -o a quienes afecta-, la ley es nula por vicio de origen. Por ello se dice para justificar los disparates que el título preliminar no tiene valor jurídico, en otra falacia más para acallar voces discrepantes y disfrazar de democrático a determinado nacionalismo.
Ese "o Euskal Herria" no es otra cosa que el gol que el PNV y sus amigos etarras lograron colar en el Estatuto y que los demás partidos tragaron de forma inexplicable. Ahora se intenta hablar de la realidad del País Vasco, de su territorio legal, y por ello se está tratando de omitir la denominación Euskal Herria que se refiere a un territorio que en buena parte no es de ninguna de las provincias vascas; lo que no gusta a los nacionalistas y para evitarlo, el PNV apela a aquella trampa que equiparaba lentejas y almejas. Un territorio no es el pueblo que habla un idioma, al menos no es lo mismo tierra que personas. Pero ahora el PNV quiere hacer valer ese confusionismo incluido en el Estatuto para impedir que los niños vascos se enteren de cual es su patria chica. Si el País Vasco fuera el país de los que hablan vasco, estaría formado por cuatro gatos.
Si a un niño watusi se le enseña desde pequeño que su territorio incluye Inglaterra, es normal que luego se crea inglés, aunque watusi seguirá; y puede que hasta sienta que los ingleses le están robando su territorio pues no son watusis como él. Los sentimientos filiales y de pertenencia a un terruño se fraguan en la infancia y perviven para siempre, por lo que no es justo mentirles a los niños sobre su realidad. Si a un niño se le dice que es hijo del Rey, se pasará la vida pensando que el Príncipe es un usurpador que le ha quitado su dignidad real, y que el Rey le ha despojado de aquello a lo que tiene derecho por la gloria de Dios. Y algo similar es lo que estos paranoicos nacionalistas han estado haciendo durante treinta años.
En el caso que comento, se trata de un Estatuto que intenta ser la ley básica de un territorio que no queda definido, pues se dice que Navarra tiene derecho a pertenecer a él en el supuesto de que así lo quiera. Otro disparate más de los muchos que perpetran los nacionalistas y que tragan los que no se atreven a oponérseles claramente.
Por ello usarán las armas ocultas que dejaron dispersas por doquier y que algunos permitieron pensando en que no tenían importancia alguna. Y es que con el nacionalismo no se puede pecar de ingenuo. Ellos sí que viven en el País de la Mentira, ese Gazur Herria o como quiera que se diga, suponiendo que se pueda decir en este idioma reinventado que dicen euskera y que pocos de los que tradicionalmente lo hablaban lograrían entender hoy.
Cuando estos gezurtis aplican el calificativo de "nacionalista español", en un intento de equipararse o de descalificar a quienes somos españoles y nos negamos a que nos quiten una parte de España, vuelven a mentir. Esa falacia queda en evidencia si aplicásemos a dicho concepto el mismo rasero al que ellos se someten:
Nacionalista español sería, siguiendo sus propias reglas, aquel que quisiera que España fuera todo territorio en donde se habla español. Y ello, además del propio País Vasco, incluiría buena parte de América, del Pacífico, y hasta de África. Así que menos chorradas, que nada tiene que ver su aldeanismo con el aceptar la historia, la realidad, las leyes democráticas y con el caminar hacia la desaparición de fronteras, en vez de querer imponer nuevas.
Lo que parte de una mentira no puede ser nunca cierto, y eso le pasa al mismísimo Estatuto de Guernica por el que se rige la Autonomía Vasca. Y es así porque en su encabezado se equiparan dos cosas distintas. En el título preliminar -que es en donde los Estatutos dicen aquello que se quiere conseguir pero que legalmente no es admisible por inconstitucional- se dice textualmente: "El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica" (sic).
Pues bien, Euskal Herria no es el pueblo vasco sino el territorio donde se habla vasco, que es cosa bien distinta. Y en él es de sobra conocido que los nacionalistas incluyen a Navarra y parte del sur de Francia. Ninguno de estos territorios, ni mucho menos su pueblo, se ve afectado por el Estatuto de Guernica, que sólo afecta al territorio de las tres provincias vascas. De haber sido rigurosos jurídicamente hablando, esta aberración no sería legal pues intentaría afectar a gentes ajenas al País Vasco por el hecho de que alguien en su territorio hablara vascuence, aunque ya se sabe que aquí puede suceder cualquier cosa por esperpéntica que sea. Y es que si se miente o se falsea sobre el sujeto que se dice es quien impulsa la constitución de la ley -o a quienes afecta-, la ley es nula por vicio de origen. Por ello se dice para justificar los disparates que el título preliminar no tiene valor jurídico, en otra falacia más para acallar voces discrepantes y disfrazar de democrático a determinado nacionalismo.
Ese "o Euskal Herria" no es otra cosa que el gol que el PNV y sus amigos etarras lograron colar en el Estatuto y que los demás partidos tragaron de forma inexplicable. Ahora se intenta hablar de la realidad del País Vasco, de su territorio legal, y por ello se está tratando de omitir la denominación Euskal Herria que se refiere a un territorio que en buena parte no es de ninguna de las provincias vascas; lo que no gusta a los nacionalistas y para evitarlo, el PNV apela a aquella trampa que equiparaba lentejas y almejas. Un territorio no es el pueblo que habla un idioma, al menos no es lo mismo tierra que personas. Pero ahora el PNV quiere hacer valer ese confusionismo incluido en el Estatuto para impedir que los niños vascos se enteren de cual es su patria chica. Si el País Vasco fuera el país de los que hablan vasco, estaría formado por cuatro gatos.
Si a un niño watusi se le enseña desde pequeño que su territorio incluye Inglaterra, es normal que luego se crea inglés, aunque watusi seguirá; y puede que hasta sienta que los ingleses le están robando su territorio pues no son watusis como él. Los sentimientos filiales y de pertenencia a un terruño se fraguan en la infancia y perviven para siempre, por lo que no es justo mentirles a los niños sobre su realidad. Si a un niño se le dice que es hijo del Rey, se pasará la vida pensando que el Príncipe es un usurpador que le ha quitado su dignidad real, y que el Rey le ha despojado de aquello a lo que tiene derecho por la gloria de Dios. Y algo similar es lo que estos paranoicos nacionalistas han estado haciendo durante treinta años.
En el caso que comento, se trata de un Estatuto que intenta ser la ley básica de un territorio que no queda definido, pues se dice que Navarra tiene derecho a pertenecer a él en el supuesto de que así lo quiera. Otro disparate más de los muchos que perpetran los nacionalistas y que tragan los que no se atreven a oponérseles claramente.
Por ello usarán las armas ocultas que dejaron dispersas por doquier y que algunos permitieron pensando en que no tenían importancia alguna. Y es que con el nacionalismo no se puede pecar de ingenuo. Ellos sí que viven en el País de la Mentira, ese Gazur Herria o como quiera que se diga, suponiendo que se pueda decir en este idioma reinventado que dicen euskera y que pocos de los que tradicionalmente lo hablaban lograrían entender hoy.
Cuando estos gezurtis aplican el calificativo de "nacionalista español", en un intento de equipararse o de descalificar a quienes somos españoles y nos negamos a que nos quiten una parte de España, vuelven a mentir. Esa falacia queda en evidencia si aplicásemos a dicho concepto el mismo rasero al que ellos se someten:
Nacionalista español sería, siguiendo sus propias reglas, aquel que quisiera que España fuera todo territorio en donde se habla español. Y ello, además del propio País Vasco, incluiría buena parte de América, del Pacífico, y hasta de África. Así que menos chorradas, que nada tiene que ver su aldeanismo con el aceptar la historia, la realidad, las leyes democráticas y con el caminar hacia la desaparición de fronteras, en vez de querer imponer nuevas.
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