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sábado, 10 de septiembre de 2005

Banderas


Me crié, estudié y he vivido en varias regiones de España -hoy autonomías- y en todas tengo raíces, recuerdos, amigos, familia y referencias emotivas. No me siento de ninguna de ellas sino de todas al tiempo. Me siento español, y no sólo por lo anteriormente expuesto, aunque ciertamente ayuda. Siempre me parecieron paletas -aunque simpáticas e incluso sanas- las rivalidades entre diferentes regiones y provincias, pero he de admitir que han servido de acicate a la sana competencia entre ellas.

Cuando he viajado fuera de España y he coincidido con algún compatriota he sentido, además de alegría, un sentimiento de complicidad y orgullo, compartiendo al mismo tiempo algo común. Comentas cosas comunes, lugares comunes y hasta políticos comunes, que en ése momento adquieren un cierto aire de propiedad compartida. Sientes que tienes tu sitio en éste mundo cada vez más pequeño y cada vez, ojalá, más de todos.

Confieso que ese sentimiento aún no lo siento en referencia a mi condición de europeo, pero me gustaría sentirlo también algún día. Y como remate, desgraciadamente supongo que utópico, me gustaría llegar a sentirme ciudadano del mundo; terrícola.

Pero siempre mantendría mi identidad y mis referencias cercanas. Con sus símbolos. Con las banderas, escudos, banderines, etc. que me las hicieran recordar y respetar. Y el símbolo de todo ello: mi bandera nacional. La respetaría y exigiría el respeto de los demás. Por ello respetaría las que para los demás significaran lo mismo que para mí la mía.

Hoy mi lugar común es España. Y desde que recuerdo, ha estado representada por una bandera. Me hicieron desprenderme y olvidar el escudo que tenía cuando yo era un crío, un adolescente y un joven. Aprendí a apreciar el nuevo símbolo que la adornaba. Sigo viéndome representado en ella.

Veo la bandera de mi Autonomía actual y me reconozco, pero no del mismo modo, sino más bien como en una matrícula de coche. Lo siento pero así es. Si veo las banderas de las ahora Comunidades Autónomas donde, como he apuntado, tengo parte de mis raíces, la verdad es que las desconozco. No existían cuando yo viví allí. O no eran de dominio público. O simplemente no se sentían como símbolo identificativo. Son inventos posteriores en los que yo no me veo representado, pero entiendo y acepto que otros, bien por su edad u otras circunstancias, sí se identifiquen con ellas. Ya se ha introducido un elemento que no es común a mis sentimientos y al de mis queridos ex convecinos. Un hecho diferencial, supongo. Que según dijeron, potenciaría aún más la unidad de España.

Bueno, pero me queda la bandera común. La que nos engloba a todos.

Pero cuál no será mi sorpresa, desagrado y hasta rabia, cuando se convoca una reunión de los Presidentes de las C.C.A.A. -representantes de tantas diversidades y hechos diferenciales que queramos, pero que tienen algo en común pues todas ellas pertenecen a España, forman parte de ella, y tienen un símbolo común: la bandera de España- y en los carteles que anuncian dicho evento se contemplan todas las banderas autonómicas pero no la común a todos los españoles.

Miren señores, si los representantes de algunas de las comunidades no se sienten españoles NO están legitimados para representar al Estado del que no se consideran parte. Y las C.C.A.A. son Estado, y dicho Estado está representado y simbolizado por un bandera, la de España, y no por el conjunto de banderas de los diferentes hechos diferenciales. Vamos a dejarnos de que los paletos sean los que impongan sus caprichos y a actuar con seriedad. Es tarea que compete al gobierno de todos, al gobierno de España, y que tenemos que exigir.

Si no es así y al final nos hacen elegir, yo eligiré mi bandera, la de España; y a las demás erigidas ensímbolos de los que quieren hacer desaparecer la mía, no solamente las despreciaré sino que las usaré como forro de mis .... Ya me entienden.