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lunes, 10 de noviembre de 2008

La vuelta a casa.

Vuelven los cadáveres de los soldados caídos en la guerra de Afganistán.

Todos los medios sin excepción hablan de atentado terrorista, cuando de lo que se trata es de un acto de guerra; de una ataque del enemigo. Hablar de atentado terrorista presupone que estamos en un país pacificado o en vías de pacificación en donde unos terroristas atacan a inocentes. Allí existe una guerra, una guerra contra el terrorismo islámico, y éste ataca como sabe hacerlo. Aquí ya hasta la AVT se suma a la tesis del gobierno al ayudarle a imputar el hecho al terrorismo, y no a la guerra contra el mismo en la que están participando nuestros soldados.

Nuestros soldados no están allí realizando prácticas, ni repartiendo bocadillos, ni siquiera en misión de paz. Están en misión de guerra y no se les dota de los medios humanos necesarios para al menos proteger su propia seguridad. Ya lo han dicho en múltiples ocasiones los propios mandos militares. Pero si aquí los del "no a la guerra" -encabezados por la hoy Ministra de Defensa y Zapatero- niegan que haya guerra, ¿cómo van a pertrechar adecuadamente a nuestras tropas para ello?

Hoy tenemos como presidente del Congreso a Bono, quien siendo Ministro de Defensa dijo, refiriéndose a la misión de nuestros soldados, que él prefería morir que matar. Pues bien, voy a darle la razón: yo también prefiero que muera él antes de que lo hagan nuestros soldados porque la política siga el principio apuntado por el exministro. Pero es difícil que a él le llegue siquiera el olor al miedo de nuestros soldados cuando salen diariamente a servir de blanco al enemigo, o a eliminar las minas sembradas por éste. Miedo que no hace más que abundar en la valentía y agrandar el mérito de quienes lo superan para llevar a cabo su misión.

Hay que hablar claro de una vez: nuestros soldados están en misiones de guerra en el exterior, en donde día a día exponen sus vidas. Hay que reconocerlo y valorarlo así. Y hay que dejarse de monsergas con el uso abusivo de la palabra paz con el único propósito de disfrazar la realidad. Con consecuencias prácticas muy graves, pues así como el atacar a los americanos les cuesta caro a los talibanes, pues van dispuestos a luchar, atacarnos a nosotros es como el tiro al blanco, pues hay órdenes de no atacar. Ya saben: mejor morir...

Despedida en Afganistán.

martes, 26 de junio de 2007

Duelo nacional

En los últimos dos años Al Qaeda ha amenazado a España por su presencia en Afganistán y en Líbano. Si como Blanco -en nombre del PSOE- afirma tantas veces como tiene ocasión, el atentado del 11-M es responsabilidad de Aznar por llevar a nuestras tropas a Irak, las muertes de nuestros soldados son entonces responsabilidad de Zapatero, así como las siete amenazas vertidas contra España por Al Qaeda desde que él preside el gobierno.


Los mismos que llamaron, y llaman, a Aznar asesino, deberían estar llamando ahora asesino a Zapatero por la misma lógica. La tremenda división que estos indeseables e irresponsables dirigentes han producido en la sociedad es gracias a que tienen una buena cohorte de sectarios seguidores, con la suficiente ignorancia como para tragarse las falacias fruto de la carencia intelectual de sus dirigentes.

Zapatero no ha dicho nada todavía. No llamó a las familias de los caídos en la guerra del Líbano y el gobierno dejó abandonadas a las víctimas durante las primeras horas de la tragedia. Esa tremenda sensación de abandono la viví en primera persona, aunque con distinto final, cuando murieron diecisiete militares al caer abatido su helicóptero en Herat, Afganistán. No fue el Ministerio ni ningúna organismo oficial quien me informó que mi familia no se había visto afectada. Fué gracias a instalaciones de comunicación vía satélite, que los americanos pusieron a disposición de nuestros soldados, como tuve confirmación directa de que estaba vivo. Después de tres angustiosas horas de total desinformación.

El Gobierno no acompañó a las familias durante las primeras veinticuatro horas. Quienes estuvieron a su lado fueron los consejeros del gobierno regional de la Comunidad de Madrid. Las familias se quejan de descontrol, desorganización y abandono; además de por el silencio del Presidente. Un familiar de uno de los fallecidos se negó a estrechar la mano a Zapatero. Estrechó la del Príncipe, pero no la del Presidente.
La respuesta oficial a esta evidencia fue impedir anoche a la Presidenta de la Comunidad de Madrid hablar con las familias de los fallecidos. Parece que no pareció beneficioso para la imagen de Zapatero el que Esperanza Aguirre consolara a las víctimas ante la total falta de reacción humana del Presidente del Gobierno Central.

Ya es evidente que no se dotó a las fuerzas destacadas en Líbano de los medios necesarios. No se cumplieron las promesas del Ministro en el Parlamento sobre que las fuerzas contarían con todos los medios. No se han dotado de inhibidores de frecuencia a los vehículos. Se ha comenzado por hacerlo en los de Afganistán, pero sólo desde el mes pasado. A pesar de las recientes amenazas e informaciones de que Al Qaeda iba a ir a por las fuerzas españolas en Líbano. La última, la que tenía en alerta roja a nuestras fuerzas allí destacadas. Desde el día cuatro de junio.

Además, el gobierno dice que es que son muy caros, que rondan los 20.000 euros la unidad, pero los fabricantes aseguran que no superan los 6.000 euros. Con el ingente número que los poderes públicos adquirieron -pues todos los coches oficiales en España están dotados de ellos- cabría preguntarse a qué bolsillos ha ido a parar dicha diferencia de precios. Por lo visto los españoles hemos pagado 20.000 euros por algo que vale 6.000, y multiplicado por ¿cuántos miles de coches oficiales?

Ya he oido a quienes dicen que eran militares profesionales y que conocían el riesgo de su profesión. Y es cierto, son soldados profesionales pero no suicidas profesionales, y van donde se les ordena que vayan, porque confían que quienes les imparten dichas órdenes velarán para que puedan llevarlas a cabo con las máximas garantías. No pueden concebir que los que dan dichas órdenes incumplan con la obligación que tienen para los soldados que han de obedecerlas.

Y eso a pesar del antecedente que supone el que el anterior Ministro de Defensa dijera que era preferible morir que matar, que él lo prefería. Claro que lo decía desde la evidente seguridad de su búnker, conocedor de que nunca se iba a ver en la tesitura de matar o morir, como sí hacen los soldados. Un soldado que prefiera morir que matar no es más que un temerario suicida, que pone en riesgo la vida de sus compañeros y que no sirve como soldado; y en el que es inútil gastar tiempo y dinero entrenándolo para que pueda defenderse y defendernos. No se le paga al soldado para que muera.

Estos heroicos soldados que hoy homenajeamos han muerto cumpliendo con su deber, no han cumplido con su deber muriendo. Son cosas bien distintas. Y el deber de un soldado es obedecer las órdenes recibidas. Hoy ha quedado evidenciado que nuestros soldados no son merecedores de quienes les imparten dichas órdenes. Están muy por encima.

El juez de la Audiencia Nacional Grande Marlaska ha tenido una reacción que demuestra no sólo sus reflejos, sino la evidente desconfianza que existe sobre el Gobierno. Ha abierto diligencias informativas sobre el ataque en el Líbano, y ha prohibido que se puedan incinerar los cadáveres de los soldados. Por si acaso. O a lo mejor para hacerse notar por si hay algún hueco para medrar, que de la Audiencia Nacional puede esperarse cualquier cosa.

martes, 20 de marzo de 2007

El Parlamento se niega a proteger a nuestros soldados

Todos los partidos excepto el PP (que representa a casi la mitad de los españoles) se niegan a que el Parlamento sirva para parlamentar más que lo quieran los del nuevo Frente Popular.

Se han negado a que el Presidente del Gobierno explique el futuro de la misión de nuestros soldados en la guerra de Afganistán y a que se remita al Parlamento un informe mensual sobre los incidentes en los que se vean implicados soldados españoles. Secreto absoluto sobre el asunto y sobre lo que pase con nuestros soldados en Afganistán.

Pero el asunto es aún muchísimo más grave pues el Congreso se ha negado a dotar a la misión española -en la que ha muerto la primera mujer soldado, Idoia, aparte de los tripulantes del helicóptero derribado "por un golpe de viento" mientras se oían disparos y unos talibanes corrían con ametralladoras- de los medios necesarios para garantizar la seguridad de las tropas españolas, según pedían los propios mandos militares.

"Si yo tuviera un hijo allí, le pediría que desertase y se volviera a casa; y si alguien se lo quisiera impedir, que hiciera uso de sus armas. Lo digo tal y como lo pienso; y tengo conocimiento de causa para decir lo que digo, por mucho que suene a rebelión, que lo es, pero que muy justificada" me ha dicho un conocido indignado. El que se les hurte a nuestros soldados, que están en una guerra, los medios para su seguridad mientras aquí se están llevando a cabo maniobras para que, con el dinero de todos, pueda Batasuna/ETA seguir cobrando sueldos públicos, no sólo es motivo para dicha rebelión sino para sentar en el banquillo a todo el gobierno por Alta Traición.

El Parlamento ha dado la puntilla a la democracia. El Frente Popular resucitado por Zapatero está bloqueando el funcionamiento democrático del Parlamento y dejando sin voz a millones de españoles. El asunto no tiene ninguna gracia y ha llegado a extremos difícilmente soportables, no ya por el sistema, sino por la propia sociedad, en donde se barrunta un serio enfrentamiento de incalculables consecuencias. O bien una resignación silente de consecuencias puede que peores.

Pero, eso sí, ellos se dedican a preparar declaraciones de condena de la guerra de Irak, en donde, por cierto, no hay ningún soldado español desde hace años. Es aquí y no allí en donde deben buscar enemigos.