Si un partido se ve obligado a forzar la dimisión de sus responsables, por perjudicar al partido, o los expulsa de éste o seguirá teniendo el cáncer dentro. Y mucho más agresivo y beligerante. No vale sólo con sus ceses y dimisiones.
Sabido es que cuando se opera un cáncer y se cierra sin extirparlo, éste acelera su efecto destructivo. Pues lo mismo.
Al PSOE le pasó, no expulsó a Sánchez y éste se revolvió y fagocitó el partido, que ahora es suyo sin sombra de lo que fue o quiso ser. El PP va camino de lo mismo, en Génova siguen maquinando para atacar a Ayuso y recuperar a Casado aunque eso suponga la desaparición del PP o su conversión en finca privada. Esto último ya casi lo era, no hay más que ver el resultado del intento frustrado de quince barones, a los que doblegó.
Uno de ellos, puesto a dedo sin contar con los militantes, García Escudero, sirvió de ayuda al amo para que lograra un receso. ¿Y qué sentido tiene ese receso si no es para usarlo en el sentido que digo? Casado sigue hablando en nombre del PP y dirigiendo el partido que se supone no le quiere al frente.
Las dimisiones y los ceses no pueden serlo en diferido. Estas cosas, si se deciden, hay que llevarlas hasta el final. Y si una parte no lo hace, lo hará la otra. Hoy por hoy el PP sigue partido y dándole oxígeno al responsable de ello. Se ahogarán juntos, eso será en lo único que lograrán unidad si alguien no reacciona ya.
