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martes, 14 de julio de 2009

El Estado inviable

El Tribunal Constitucional prepara otra demostración de su propio fracaso y de la incoherencia democrática de su propia existencia. Y la culminación de este disparate va a ser la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán.

La poca fiabilidad del Tribunal Constitucional y lo incongruente del hecho de que, a pesar de no formar parte del Poder Judicial, esté por encima de éste, se evidenció ya con la sentencia sobre Rumasa. Aquella sentencia que se logró gracias al voto de calidad del entonces Presidente del Tribunal -que luego se fue de España para no volver, avergonzado pero con el bolsillo lleno- demostró que la propia existencia de un tribunal político que decide sobre las sentencias del más alto Tribunal de Justicia, haciendo que el Poder Político esté por encima del Poder Judicial, es una aberración jurídica y democrática; y para mí fue la sentencia de muerte de dicho Tribunal, corroborada cuando el PSOE de Felipe González aprobó que le admisión de un recurso de inconstitucionalidad no paralizaba la entrada en vigor de la ley recurrida.

A partir de ahí se explican sus diferentes sentencias en donde se intenta dar gusto a todas las partes, algo impensable en una sentencia jurídica. Así tenemos perlas que ejemplifican como se puede decir una cosa y la contraria declarando ambas cosas constitucionales. La sentencia del aborto, por ejemplo, es todo un galimatías que declara constitucional una ley que permite a la madre decidir la muerte de su hijo no nacido al tiempo que declara la vida de éste un bien jurídicamente protegible.

La sentencia en donde se anula la sentencia del Tribunal Supremo que anulaba la candidatura de los etarras de II, es todo un ejemplo de lo que jamás puede ser un Tribunal Político. Pues no es lógico que por decisiones políticas se desautoricen decisiones jurídicas. Eso no es propio de un Estado de Derecho. El Tribunal Constitucional se podrá pronunciar sobre la constitucionalidad o no de las leyes en las que se base el Supremo para sentenciar, pero no sobre la propia sentencia, pues ello es consagrar la inexistencia de la separación de poderes y el sometimiento de todos los poderes al poder político.

Cuando la Constitución planteó la existencia de las Autonomías y regiones, añadiendo lo de nacionalidades en lo que se tomó como un intento de contentar a los nacionalistas, estaba sembrando la semilla de la propia desaparición del Estado. Es la única ley de leyes que cambia el nombre del idioma del Estado que se constituye, pues el español no aparece con dicho nombre sino como castellano, sinónimo que ya no tiene el sentido que tenía sin ir acompañado de español -español o castellano, se ha dicho siempre-, pues el castellano lo hablaba el Cid. El español que se habla en Cádiz, por ejemplo, poco tiene que ver con el que se habla en Valladolid; en ambos sitios se habla español, pero en Valladolid se habla un español castellano que se ha dado en tener como el más correcto, como el paradigma de la lengua española, con lo que cabría decir que el castellano es el español hablado más correctamente. O que los que mejor hablan español son los castellanos; pero no hay que confundir la parte con el todo, cosa que sólo conviene a los nacionalistas empeñados en elevar su dialectos, chapurreos e idiomas -muchos de ellos reinventados-, al mismo nivel que el de una lengua que es la común a todos los españoles y hablada por más de cuatrocientos millones de personas.

Con ello nos hemos convertido en el único país en donde a nuestro idioma común se le llama de otra forma que en el resto del mundo. El inglés que habla nuestro idioma dice que habla español, y en hispanoamérica es la lengua que hablan. Aquí nos lo cargamos para romper la idea de unidad en aras de darle alas a los nacionalismos que buscan, sin esconderse, cargarse el Estado y desgajarlo en varios. A eso se llama fabricar el arma del suicidio, y no otra cosa es hoy la Constitución.

Esta Constitución, hecha por unas Cortes no elegidas para ser constituyentes, fue una Constitución de consenso para una transición democrática de una dictadura a otra cosa, que entonces se decía democracia pero que ha devenido en cualquier cosa menos en democracia. No nació con idea de pervivir sin enmiendas más allá de ocho o diez años, y ya lleva más de treinta. La democracia no es sólo un sistema electoral, en absoluto. Y la última negociación del modelo de financiación autonómica lo ha dejado bien patente.

Contrariamente a quienes dicen que las Autonomías hoy son el máximo poder y que han sometido al Estado, lo que de verdad ha sometido al Estado y a las Autonomías es el poder de los partidos políticos. ¿Porqué digo esto? Pues voy a ver si soy capaz de exponerlo con claridad.

De todos es sabido que esta negociación ha sido una negociación con los políticos catalanes, ni siquiera con la Generalitat, y una vez llegado a un acuerdo con estos se ha hecho que los demás lo acepten por el ordena y mando y no por el consenso. Quien ha llevado la negociación y se ha bajado los pantalones ante ERC para salvar el tripartito y de paso la poltrona en Madrid, ha sido Zapatero, absoluto mandamás del PSOE. Los Presidentes Autonómicos que no estaban de acuerdo con este tipo de apaño que favorece claramente a Cataluña se podrían haber opuesto aduciendo que lo hacían por el interés de sus respectivas Comunidades. Así, podrían conseguir apoyos y su propia reelección al presentarse como defensores de los intereses de los ciudadanos de dichas regiones. Pero eso sólo sucedería si pudieran volver a presentarse como candidatos.

¿Y quién decide si se pueden presentar o no? ¿Quién tiene el poder de hurtar a los ciudadanos la posibilidad de votar por alguien determinado? Efectivamente: el partido político al que pertenecen y, por ende, su Secretario General, en este caso Zapatero. Así que los méritos los deben hacer ante él, ante el todopoderoso, y no ante sus ciudadanos. Y además, tienen que engañar luego a dichos ciudadanos para decirles que su decisión es la que les conviene y que la han tomado por su bien. Y por eso sucede que todos los que protestaban y son del PSOE, han acatado la decisión.

Los que no son del PSOE tienen que coger lo que les dan, que es lo que su jefe de partido les ordena también. Y digo "tienen", pues es su deber coger el dinero aunque no les parezca bien repartido, por mucho que la Vicepresidenta quiera presentar eso como propio de aprovechados, en una demostración más del concepto sectario que tiene del Estado y de su bajísimo y mitinero nivel, que no le permite poner sus miras más allá de la silla, de los intereses de su partido y del suyo propio.

Es la certificación de la muerte de la democracia además de la del Estado de Derecho, con lo que las Instituciones se convierten en instrumentos para dar forma a las excusas necesarias para dar apariencia legal a los caprichos políticos del mandamás de turno, y para que pueda mantenerse en el poder de la manera más cómoda. Los demás tendrán que acatar sus decisiones si no quieren quedarse en la calle y engrosar las listas del paro como el resto de los mortales. Con lo que la casta política (y la sindical ligada a partidos políticos)  cada vez se parece más a una corporación con tintes mafiosos que lucha por su propia supervivencia antes que por el interés del pueblo.

Y la culminación de este disparate que parte de la propia Constitución -prolongada en el tiempo sin enmienda alguna que la haya ido adecuando a la realidad y a los cambios de la sociedad que pretende regular- va a ser la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán. El propio hecho de que se vaya a pronunciar sobre una ley recurrida pero que está en vigor, gracias a que los propios políticos decidieron que el hecho de que se admita a trámite en dicho Tribunal un proceso de inconstitucionalidad no impide la entrada en vigor de la ley recurrida, es una aberración en sí mismo. De este modo se abre la posibilidad de que se pueda derogar una ley y los derechos que de ella se hayan derivado. Y en este caso ya son tres años.

Así que asistiremos a un juego malabar que, con toda seguridad será un esperpento. Por ello se hará en pleno verano, cuando la gente está alejada de los problemas que les han fastidiado durante todo el año. En la certeza de que casi nadie va a poner el grito en el cielo en vez de seguir en la tumbona esperando el siguiente baño o esa caña con una de gambas que hacen que los problemas se aparquen.

Pero se aparcará al Estado. Y se abrirá más la puerta para su desmembramiento. Y que nadie me llame exagerado, pues exactamente eso es lo que buscan sin disimulo -incluso con alardes- quienes han conseguido que Zapatero se baje los pantalones ante ellos. Lo malo es que se los baja él, pero a quienes van a dar por detrás es a todos nosotros. Y a no tardar mucho.

viernes, 9 de mayo de 2008

La Constitución culpable.


La cada vez mayor desigualdad entre los españoles es consecuencia de dos errores consagrados en la Constitución.

El primer error es la inclusión en la Constitución del abstracto concepto "nacionalidades" recogido en la Ley de Leyes referido a algunas de las regiones españolas para contentar a los nacionalistas. El segundo error es el haber omitido referirse a nuestro idioma común como español y haberlo hecho tan sólo como castellano.

Como consecuencia del primer error las Autonomías han perdido totalmente lo que nos contaron como objetivo de las mismas y la intención inicial de la organización territorial del Estado en dichas Autonomías: el acercar la administración al administrado y el conseguir una mayor unidad y solidaridad potenciando la diversidad. No es cierto, pues las Autonomías han derivado en centros de poder político en permanente disputa con el Estado para hacerse con más competencias y cotas de poder, sin que ello redunde en una mejor gestión o en beneficios para el ciudadano. No favorecen más que a los políticos y cada vez se asemejan más a Taifas con intereses contrapuestos y desde luego absolutamente insolidarios.

La consecuencia del segundo vergonzante error -cometido a sabiendas para no herir susceptibilidades nacionalistas- es más grave que el esperpéntico hecho de que nuestro idioma se llame español en todo el mundo menos en España. Mucho más grave. Ha dado pie a que se esté considerando el español -en la Constitución sólo llamado castellano- como un idioma más y no como el idioma común de todos los españoles. Ahora esa falta de defensa de lo que se creyó que no había que defender constitucionalmente, se está pagando en que ya hay generaciones que no saben desenvolverse correctamente en nuestro idioma común y que son prácticamente analfabetas si salen de su región natal. Hay generaciones en algunas Autonomías a las que se les ha privado del capital que supone un idioma que hablan 400 millones de personas. Y se ha roto la igualdad de los españoles, pues ya no se tienen en la práctica los mismos derechos en todo el territorio nacional dado que hay regiones en donde no se pueden escolarizar a los niños para que cursen sus estudios en español.

El idioma es un puente, un nexo de unión, y si se usa como una diferenciación y como una barrera lo que crea no es unidad. En absoluto. La cerrazón nacionalista no es nueva, es algo conocido de antaño. Pero la Constitución no nos ha protegido de ella; y no sólo eso, sino que la ha potenciado. Además de que yo, por ejemplo, no considero que hablo castellano; hablo español, idioma enriquecido con modismos, giros y palabras no sólo de todas las regiones españolas, sino de los territorios que una vez formaron parte de España y que conservan nuestro común idioma como un inmenso tesoro que nos permite entendernos. El que hablaba castellano era el Cid, y de eso hace ya mucho tiempo.

El objetivo de las Autonomías -y de cada vez más Autonomías- no es otro que la Autonomía total, es decir: la independencia. Ahora se proclama ese objetivo como lo más normal del mundo, con lo que nos encontramos con que vivimos en una Nación y en un Estado que no está definido sino en constante definición. Es un Estado y una Nación en obras permanente. Y es el único del mundo en el que su Constitución permite dicha indefinición constante.

En el asunto idiomático ya se ha llegado al esperpento, pues algunos de los supuestos idiomas que se imponen en algunas de las Autonomías no son otra cosa que inventos recientes, refundaciones y refundiciones de distintos dialectos con nuevos modismos y palabras que no existían en dichos supuestos idiomas. Se llega al tremendo contrasentido de perder el tiempo -y de forma obligatoria- en aprender nuevas lenguas tan sólo para entenderse entre los que ya se entendían en otra más universal. Si alguien no se entiende con alguien es lógico que intente aprender su idioma, no lo es si ya tienen un idioma común en el que se entienden a la perfección.

Una cosa es cuidar una lengua como bien cultural y otra cosa es imponerla. El que en la ONU no se hable Watusi no quiere decir que no se ampare y proteja a dicha lengua para evitar su desaparición. A nadie se le ocurre imponerla como medio de expresión a personas que ya se expresan y entienden en otra mucho más extendida.

Y una cosa es proteger una lengua como bien cultural, y otra el usarla como elemento diferenciador e incluso como excusa para rupturas y pretensiones secesionistas. Así no se une. Ni se progresa.

Un Estado que trocea y se desprende de las competencias en educación y sanidad es un Estado que pierde su razón de ser, pues esas dos cosas son las que dan sentido a la existencia del Estado. Aquí ya se hizo hace tiempo y no pasará mucho para que eso sea lo que produzca la ruptura, pues los sentimientos que hacen la unidad serán sustituidos por los que pretenden trocearla. Y habrá sido el Estado quien lo haya propiciado. Increíble.

Espero y deseo que se recupere la sensatez y se puedan corregir democráticamente esos errores que más que constituir destruyen, pero como demócrata acato lo que está vigente por haber sido aprobado mayoritariamente por los españoles.

viernes, 3 de noviembre de 2006

Adornos


Idiotez en el PP

La bajada de pantalones de Arenas y Rajoy con lo de la "realidad nacional" andaluza en el preámbulo del estatuto andaluz, se ha quedado superada por las explicaciones de Rajoy en las Cortes. Pero superada por ridícula.

Dice que ésa mención es simplemente anecdótica y por estética... ¿Por estética recordar en el preámbulo las imbecilidades de Blas Infante, insigne demente del siglo pasado? Ya es lo que quedaba por oír. ¡Un adorno retórico! Alucinante... ¡Pues deja en evidencia a los "decoradores" de izquierda y niégate a gilipolleces!

Lo que sucede es que Arenas no quiso ser el responsable del bloqueo del Estatuto andaluz, sin darse cuenta que eso precisamente es lo que debiera haber hecho. Ya basta de tanta idiotez estatutaria, ya vale. ¿Con qué autoridad van a defender la anticonstitucionalidad del Estatuto catalán? El aluvión de reformas estatutarias es un camino hacia la desmembración, hacia el reparto de España entre los paletos políticos de provincias, ansiosos de tocar poder y dinero.

El complejo del PP por ser de derechas hará que los que son de derechas tengan que buscar alternativa, o que los que sin ser de derechas, no aceptan esta deriva disgregadora y se sienten españoles. no tengan a donde mirar. Ya se ha visto en Cataluña. El PP debería de actuar como lo que esperan sus votantes; como una partido español y orgullosos de serlo. Debería de estar en el papael de reclamar la devolución de competencias al Estado, como la Educación y la Sanidad, y no en lo contrario.

Aunque aquí, en donde te salen los marxistas diciendo que son demócratas y la gente se lo cree, puede pasar cualquier cosa. Pero ya han ocurrido bastantes cosas en la Historia de España por culpa de la mediocridad de sus políticos y sus mentiras. Puede que sea hora de evitar que sigan por ese camino.

jueves, 2 de noviembre de 2006

De himnos y emociones

El himno de Andalucía.

Dice Arenas que se emociona con la bandera española y también con el himno de Andalucía. Soy andaluz y allí pasé mi primera infancia.  Desconozco el himno andaluz y ni falta que me hace. La bandera de Andalucía puedo confundirla con cualquier otra de un ignoto país y me la trae al pairo. 

Lo digo en serio. No soy tan obtuso y tan paleto como para haberme cerrado a la realidad "plural" de España y, por esa misma pluralidad, me eduqué en diferentes regiones españolas y luego he desarrollado mi trabajo y mi vida en otras tantas. No recuerdo -y no me avergüenza- las banderas de los diferentes pueblos, ciudades y regiones en donde he vivido; ni sus himnos me emocionan y mucho menos los recuerdo, excepto el que tanto canté de joven cuando iba de vinos y hoy es himno de Asturias, que ya tiene bemoles la cosa.

Mi bandera sí me emociona; la bandera de mi país, de mi Nación. Y su himno me pone los vellos de punta. Y recuerdo cuando juré dicha bandera y ninguna otra. Y lo hice sin condicionantes políticos de ningún tipo. 

Lo extraño es que en mi país haya políticos, a los que todos subvencionamos, que se dicen no españoles y que, sin embargo, se presentan para cargos en las instituciones españolas. Eso es lo que no es entendible; si no son españoles ¿qué van a hacer por España? ¿Romperla? Y entonces, ¿cómo se les permite presentarse a elecciones en España? ¿En nombre de la democracia? ¿De qué concepto de democracia me están hablando, del concepto marxista quizá?...¿ de la democracia que invoca Otegi a lo mejor? Ellos son el problema y no otro; pero lo hacen extensivo a los demás y, para remate, es lo que enseñan a nuestros hijos en las escuelas que controlan.

Si ese razonamiento fuera cierto y no una falacia, ¿porqué no se permite a un francés presentarse candidato a un cargo público español? Vamos a dejarnos de chorradas propias de quienes ni han trabajado en su vida ni piensan hacerlo, más que para crear este tipo de problemas y ofrecerse a reconducirlos. Es como si llamáramos como fontanero a quien se dedica a desmontar y vender como chatarra las instalaciones sanitarias de nuestra casa, y por eso no sale agua por los grifos. ¿No sería ridículo?... Pues eso.

sábado, 10 de septiembre de 2005

Banderas


Me crié, estudié y he vivido en varias regiones de España -hoy autonomías- y en todas tengo raíces, recuerdos, amigos, familia y referencias emotivas. No me siento de ninguna de ellas sino de todas al tiempo. Me siento español, y no sólo por lo anteriormente expuesto, aunque ciertamente ayuda. Siempre me parecieron paletas -aunque simpáticas e incluso sanas- las rivalidades entre diferentes regiones y provincias, pero he de admitir que han servido de acicate a la sana competencia entre ellas.

Cuando he viajado fuera de España y he coincidido con algún compatriota he sentido, además de alegría, un sentimiento de complicidad y orgullo, compartiendo al mismo tiempo algo común. Comentas cosas comunes, lugares comunes y hasta políticos comunes, que en ése momento adquieren un cierto aire de propiedad compartida. Sientes que tienes tu sitio en éste mundo cada vez más pequeño y cada vez, ojalá, más de todos.

Confieso que ese sentimiento aún no lo siento en referencia a mi condición de europeo, pero me gustaría sentirlo también algún día. Y como remate, desgraciadamente supongo que utópico, me gustaría llegar a sentirme ciudadano del mundo; terrícola.

Pero siempre mantendría mi identidad y mis referencias cercanas. Con sus símbolos. Con las banderas, escudos, banderines, etc. que me las hicieran recordar y respetar. Y el símbolo de todo ello: mi bandera nacional. La respetaría y exigiría el respeto de los demás. Por ello respetaría las que para los demás significaran lo mismo que para mí la mía.

Hoy mi lugar común es España. Y desde que recuerdo, ha estado representada por una bandera. Me hicieron desprenderme y olvidar el escudo que tenía cuando yo era un crío, un adolescente y un joven. Aprendí a apreciar el nuevo símbolo que la adornaba. Sigo viéndome representado en ella.

Veo la bandera de mi Autonomía actual y me reconozco, pero no del mismo modo, sino más bien como en una matrícula de coche. Lo siento pero así es. Si veo las banderas de las ahora Comunidades Autónomas donde, como he apuntado, tengo parte de mis raíces, la verdad es que las desconozco. No existían cuando yo viví allí. O no eran de dominio público. O simplemente no se sentían como símbolo identificativo. Son inventos posteriores en los que yo no me veo representado, pero entiendo y acepto que otros, bien por su edad u otras circunstancias, sí se identifiquen con ellas. Ya se ha introducido un elemento que no es común a mis sentimientos y al de mis queridos ex convecinos. Un hecho diferencial, supongo. Que según dijeron, potenciaría aún más la unidad de España.

Bueno, pero me queda la bandera común. La que nos engloba a todos.

Pero cuál no será mi sorpresa, desagrado y hasta rabia, cuando se convoca una reunión de los Presidentes de las C.C.A.A. -representantes de tantas diversidades y hechos diferenciales que queramos, pero que tienen algo en común pues todas ellas pertenecen a España, forman parte de ella, y tienen un símbolo común: la bandera de España- y en los carteles que anuncian dicho evento se contemplan todas las banderas autonómicas pero no la común a todos los españoles.

Miren señores, si los representantes de algunas de las comunidades no se sienten españoles NO están legitimados para representar al Estado del que no se consideran parte. Y las C.C.A.A. son Estado, y dicho Estado está representado y simbolizado por un bandera, la de España, y no por el conjunto de banderas de los diferentes hechos diferenciales. Vamos a dejarnos de que los paletos sean los que impongan sus caprichos y a actuar con seriedad. Es tarea que compete al gobierno de todos, al gobierno de España, y que tenemos que exigir.

Si no es así y al final nos hacen elegir, yo eligiré mi bandera, la de España; y a las demás erigidas ensímbolos de los que quieren hacer desaparecer la mía, no solamente las despreciaré sino que las usaré como forro de mis .... Ya me entienden.