Mostrando entradas con la etiqueta ejército. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ejército. Mostrar todas las entradas

martes, 24 de marzo de 2020

Del lado del enemigo.


Sánchez no sólo no sabe anticiparse y ser previsor, es que ni siquiera ve el riesgo (ahí está su familia enferma por acudir a donde él animaba a ir), pero es que además no sabe gestionar, ni comprar y ya ni siquiera alentar a quienes están en primera fila jugándose literalmente la vida. A Sánchez se le acabará juzgando por imprudencia criminal si su Vicepresidente no aprovecha el caos para un cambio de régimen que los salve a ellos.

Tenemos a un completo inútil al frente del Gobierno en el peor momento, en la peor crisis mundial desde la Segunda Guerra Mundial. Y lo único que hace es mentir, tapar sus constantes errores, ocultarnos la realidad. Está enviando a las FFSS y a las FFAA a misiones suicidas por falta de materiales de autoprotección. No puede comprar en el mercado esos materiales porque se dedica a regatear y a memeces de que si éste o el otro están acaparando. No puede comprar porque no le quieren vender. Simplemente, los proveedores no se fían.

Sánchez a lo único que ha ayudado es a la más rápida propagación del virus. En vista de ello, y para taparlo, nos tiene engañados más de una semana contando lo que van a recibir, lo que van a comprar y diciendo que va llegar sine dia lo que ni siquiera han comprado. Sánchez hablaba de seis millones de test rápidos. Pues no sólo no son rápidos, puesto que no llegan, sino que de llegar, son insuficientes. Hay que comprar donde sea y pagar lo que sea, ya habrá tiempo de reclamar y de llevar a la justicia internacional a quienes se aprovechen de la situación para especular.

Claro que han frenado de un modo u otro el que la Comunidad de Madrid recibiera los que esperaba y había pagado. El Ministro de Sanidad miente cuando dice que no lo han impedido, claro que lo han hecho. Y me da igual si es por retenciones en aduana, por papeleo administrativo o por evitar que alguien acapare y especule, el caso es que ese material no ha llegado para salvar las vidas de quienes exponen las suyas por salvar la nuestra.

No se puede alentar la producción propia si las empresas y fábricas temen que se les incaute la producción y se queden sin el esfuerzo, dinero y tiempo invertido. No sólo hay que cambiar la norma que lo permite sin pagar un justiprecio, sino que hay que alentar, fomentar y hasta financiar esa producción o no lo hará nadie. Y si un especulador es capaz de comprar en los mercados internacionales lo que el Gobierno es incapaz de comprar, ¡contrátalo, joder! ¡Hazlo Director General! A otros más sinvergüenzas has nombrado para cargos más altos.

La oposición tiene que plantarse y exigir un cambio de rumbo y de gestores. El miedo que tiene a que las campañas de la izquierda se ceben con ellos ya no vale de excusa, hay motivos reales más que suficientes para desmontar esas campañas y hacer una feroz contra propaganda. Apoyar a Sánchez ya es correr el riesgo de ser acusados de complicidad.

Pero todo es susceptible de empeorar, estamos a un tris de que Pablo Iglesias se quede como Presidente en sustitución de Calvo si Sánchez termina siendo hospitalizado, cosa nada descabellada. Como dicen en el Gobierno, esto es una guerra, pero ellos parecen estar en el lado del enemigo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Sobre lo dicho por el Coronel Alamán


El general de Brigada del Cuerpo de Infantería de Marina Agustín Rosety Fernández de Castro ha hecho pública sus reflexiones sobre las declaraciones en AD del coronel Francisco Alamán Castro en carta dirigida al bloguero Manuel Molares do Val. Esta es el texto de la carta del general que Molares ha hecho pública en su blog:
“En relación con las declaraciones del coronel Alamán debo decirle que, como militar retirado, participo de la sensibilidad del citado oficial, aunque no de la postura que, según dice, habría adoptado.
Efectivamente, los Artículos 2º y 8º de la Constitución son preceptos con valor normativo pleno, como el resto de la Carta Magna, pero deben ser interpretados en su contexto.
Alguna vez he discutido este tema en sentido inverso; ante el parecer de algunos partidarios de la eliminación del segundo de ellos, siempre he defendido su concordancia con el Artículo 97; es decir, el 8º representaría el QUÉ, mientras el 97, el CÓMO.
Las Fuerzas Armadas tienen una naturaleza poliédrica. Una de sus caras es institucional: la que indica el Artículo 8º de la Constitución, que señala su razón de ser al servicio de la Nación y su neutralidad política, al estar vinculadas al Rey como Mando Supremo.
Ahora bien, los actos del monarca, como Rey constitucional, tienen que estar refrendados por el Gobierno.
De ahí, la segunda dimensión de las Fuerzas Armadas: la de Administración Militar, gobernada por el Ministro de Defensa en el marco del departamento del que es titular, en el que se insertan sin confundirse con él.
Aún podría distinguirse un tercer aspecto, de carácter funcional, que hace referencia a las Fuerzas Armadas como instrumento del Estado, como su brazo armado.
En este campo, estrechamente relacionado con la dirección de la guerra, destaca el protagonismo del Presidente del Gobierno, de acuerdo con la legislación en vigor.
Del mismo modo que las Fuerzas Armadas son una realidad compleja, también lo es el status de sus miembros.
Los militares no son funcionarios, o al menos no solamente eso. Los deberes institucionales –que se expresan en el juramento ante la Bandera- vinculan al militar con la Nación hasta el punto de hacerle ofrecer su vida, llegado el caso, en el cumplimiento de su misión.
Es éste un deber moral que difícilmente podría derivarse de una relación de servicios profesionales ordinaria, ni tan siquiera del mismo servicio público.
Profesional -o no, en el caso de los ciudadanos que ejercitan el derecho-deber de prestación del servicio militar, tan sólo suspendido en su obligatoriedad-; funcionario también, en la medida en que desempeña una función pública; ciudadano en armas, en fin, el militar no sirve por la paga, como si de un mercenario se tratase.
Tampoco es, simplemente un empleado público; no es que su relación de servicios le confiera más derechos, sino por el contrario, un deber más riguroso, que se expresa en la profesión de unos valores. Honor, Valor, Lealtad, Patriotismo.
Así los expresaba, en sus comienzos, el texto de las derogadas Reales Ordenanzas. Inútil parece adjetivar de “constitucional” el patriotismo a estas alturas de la Edad Contemporánea. ¿A qué Nación se referiría en otro caso?
La disciplina que, por cierto, no figura entre esos valores, no es sino su consecuencia. Y la recíproca es cierta.
En ausencia de ellos, la disciplina no es sino sumisión, inútil ante la exigencia suprema, llegado el caso.
Disculpe la extensión de mi comentario, pero quería dejar claro los motivos de mi preocupación. La secesión (digamos hipotética) de una parte del territorio nacional sería un supremo atentado contra la Patria, pero también contra la Constitución.
Para resultar legítima, jurídicamente hablando, tendría que reformarse el Título Preliminar, lo que a la postre supondría cambiar de Constitución.
Sólo la Nación es soberana para hacerlo y no cabe la menor duda de que es el pueblo español, en su totalidad, quien tiene la palabra para ello.
Si esas condiciones faltan, nos encontraríamos ante un golpe de Estado y, una vez quebrado el ordenamiento constitucional, se volvería al estado de naturaleza. Quien ha estado en la extinta Yugoslavia, sabe de eso.
Formular declaraciones –como a las que alude- cuando se empuñan las armas y rige la Constitución que la Nación se ha dado es, amén de otras calificaciones que pudieran ser procedentes, una gran imprudencia.
También lo es, sin embargo, interpretar frívolamente el contenido de la Constitución para desvirtuar su espíritu, sobre todo cuando se ostenta el poder conferido por los ciudadanos, o consentir que se juegue con fuego de esta manera.
Esperemos que los españoles no nos apartemos de nuevo del imperio de la ley, garantía de la libertad y atributo fundamental de la democracia”.

lunes, 3 de octubre de 2005

Intereses

El jefe del Estado Mayor de la Defensa ha advertido de que entre los militares existe "un gran interés" para que España "siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles". Es decir: el responsable de la ONG "Ejercito Español" dice que tienen interés...

Mire, especie de misionero de tres al cuarto: el Ejército no tiene que tener interés; el Ejército tiene la obligación de mantener y defender la unidad de España. Así lo dice la Constitución y así lo han jurado sus miembros. Ya está bien de no querer llamar a las cosas por su nombre.

El ejército es el garante último de la Constitución en tanto ésta esté en vigor. Y haría muy bien en recordárselo a Zapatero, pues parece que éste hombre se ha creído por encima del bien y del mal, por encima de las leyes y por encima de la Constitución. Como el Rey Sol, Zapatero se repite éso de "el Estado soy Yo". Lo malo es que los demás también lo crean.

El que desde un poder legítimamente constituido y legalmente salido de las urnas se pueda llegar a cometer los mayores disparates, no es asunto nuevo; sobre todo en Europa. Y si no, miremos el caso alemán con Hitler.

El ejército está para impedir que intentos de deshacer el Estado, desde fuera o desde dentro, lleguen a prosperar. No está para desfiles con ejércitos de dictaduras que, además, rechazan la invitación hecha al efecto. Las democracias tienen sus medios de defensa y autodefensa, pero si éstas fallan, poseen una institución a la que recurrir: el Ejército.

Y dejémonos de pamplinas.

domingo, 18 de septiembre de 2005

Militares y trabajadores o trabajadores militares

La maniobra de Bono llamando trabajadores a los militares e intentando hacerles creer en una subida salarial, que al final se queda en simple propina, encierra bastante más de lo que parece. Es un intento descarado de politizar a los militares y de conseguir unas lealtades que lo sean, no con el gobierno del Estado sino con el gobierno del PSOE. Pero, como siempre, la visión de éste gobierno no va más allá de poder ganar las próximas elecciones; no se plantean una política de Estado. Si las decisiones de hoy causan problemas mañana, pues mañana se buscarán solucciones, que no dejarán de ser parches, hasta que el problema le estalle en las manos al gobierno de turno, que ya se encargarán ellos de que no sea de su partido.

La propaganda izquierdista ha conseguido ligar al trabajador con simpatizante de izquierda -para ellos no es concebible que un trabajador sea de derechas- por lo que si consiguen que el concepto "trabajador del ejército" sustituya al de "militar" tendrán, a su entender, un tanto a su favor para conseguir más adhesiones entre los militares. Desgraciadamente éste tipo de demagogia barata y propagandista ha demostrado con creces su eficacia.

Los peligros de ésta posibilidad son evidentes y no sólo por la posible politización dentro del ejército, sobre todo de la tropa, sino porque abre las puertas a reivindicaciones laborales y profesionales que lleven a que los sindicatos tengan influencia sobre la milicia. La sindicalización es algo vetado a los militares, así como su militancia política pública. Se desprenden de éstos derechos, propios de los trabajadores, al adquirir su condición de militar. Se desprenden de su condición de trabajador hasta el punto de que pasan a someterse a una lgislación diferente: el Código de Justicia Militar.

Lo hacen voluntariamente obligados. Para unos será vocacional pero para otros muchos porque lo mandan los cánones. O sea: porque no hay más narices. Pero si pudieran elegir...

El estamento militar está para proteger la democracia, no para practicarla en su seno.
-A ver, muchachos.., a mi orden ¡ataaaquen!
-¡Espere, espere, mi teniente..! Es que Fernández piensa que aún no es el momento, el cabo Patxi dice que ésto no va con él, el soldado Carod no acepta órdenes que no sean en catalán, los de Lugo se lo están pensando y a la artillera Pepi aún no se le han secado las uñas... Así que vamos a hacerle caso al sargento Blanco y lo someteremos a votación.
-¡Cago en lá...!

Y ésto es sólo la primera parte.