miércoles, 14 de marzo de 2007

Operación Aquiles, la mayor ofensiva planeada en 2007 por las fuerzas de la OTAN.

En ella participan nuestros soldados, junto con el Ejército Nacional Afgano y la Policía, para reducir a los talibanes.

Deben de ir armados hasta los dientes, con bocadillos, claro, por lo de los dientes, ¿no? Porque el gobierno sigue engañando y mintiendo a los españoles diciendo que nuestros soldados están en Afganistán en misión humanitaria, en misión de paz (mágica palabra para los socialistas, que convierte cualquier acción en un acto de caridad cristiana, aunque se trate de llegar a acuerdos secretos con ETA), y por ello se le negó a Idoia Rodríguez la medalla por morir en combate. La misma Idoia -primera mujer soldado española caída en acción exteriror- que está absolutamente olvidada y a la que la virago de nuestra Vicepresidenta ni mencionó en el día de la mujer trabajadora.

Que la misión en Agfanistán es exactamente la misma que se realizaba en Irak, es evidente para todo el mundo excepto para los borregos izquierdistas españoles, que sí que creen a un Gobierno que miente, siempre que sea de izquierdas, claro. Estamos en una guerra. Sólo que antes teníamos aliados y ahora no nos quieren ni ver por traidores y cobardes.

El tramposo profesional de Zapatero, que se distinguió desde siempre -ya destacó en el PSOE de León por ello- por crecerse en las crisis para, con mayores y más sonoras trampas y mentiras, rebatir con éxito a sus oponentes, ya está preparando alguna para negar lo evidente. Lo más chocante: la manifestación de éste próximo sábado contra la guerra... ¡de Irak!

La indignidad de éste Gobierno y del partido que lo sustenta ya ha sobrepasado todo límite de decencia. Ha echado por tierra la dignidad, honra y prestigio de España en todos los foros y escenarios mundiales. La vida de nuestros soldados están en manos indignas y que no garantizan que harán todo lo posible por defenderles. Se les utilizará políticamente como convenga, y sus mandos tragarán cobardemente con ello. Y si caen en combate, dirán que fue haciendo punto de cruz o repartiendo bocadillos, los traerán por la puerta de atrás y los enterrarán vergonzantemente para olvidarlos a continuación. Y en dicha miserable labor están ayudados por la mayoría de los medios de comunicación, y por una legión de periodistas que no han dudado en vender su ética a cambio de prebendas de todo tipo.

La única verdad que se le conoce a Rubalcaba, lo de que España no se merece un Gobierno que miente, se hace cada vez más sangrantemente evidente.

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