Una implacable e impecable reprimenda.
No discute la necesidad del control del gasto, ni la urgencia para tranquilizar a los mercados. Pero tira de la manta de Zapatero, de la colcha de Rajoy y hasta del pareo de Soraya, para dejar las vergüenzas de la partitocracia al aire. Esta señora de la política, sin pelos en la lengua y con un arrollador sentido común, es un ejemplo a seguir desde la ideología que sea. La política sería otra cosa.
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