Felipe González: "Alguno tendrá que asumir la responsabilidad tras ir de derrota en derrota"
Eso me suena. ¿No dijo Aznar algo parecido tras los sucesivos descalabros electorales del PP de Rajoy? Si ahora no está clamando pidiendo su cabeza no es por otra cosa que por la amenaza de que "el fuego amigo" levante contra algún miembro de su familia determinados asuntos con mala prensa.
Y conviene recordar que el PP de Feijóo poco o nada tiene que ver con el de Mariano. En los carteles electorales no aparecía ni el logo del PP.
El PP vasco, sin embargo, ha ido con un marianista de primera a su último desastre, que no ha sido mayor precisamente porque su gestión en el ayuntamiento de Vitoria ha mantenido el voto en dicha provincia, que como bien se sabe vale cuatro veces que el de la provincia de Vizcaya, por ejemplo. Aunque lo quieren presentar como éxito los estómagos agradecidos, Aguirre se ha atrevido a ser sincera y decir lo que piensa sobre el resultado en dicha Comunidad: le parece lamentable.
El PSOE es un desastre, por supuesto, así como sus resultados, y quien ha sido capaz de llevar a su propio partido a la división no puede ser Presidente del Gobierno so pena de correr el riesgo de que nos lleve a un enfrentamiento a todos. Pero en el PP no están mucho mejor las cosas aunque no se haga ruido. El miedo a perder el poder que les queda une mucho, pero ese cemento es soluble en la pérdida de dicho poder. Rajoy no concita entusiasmo, fiabilidad ni confianza más que en sus incondicionales y pretende mantenerse sólo por el miedo a que vengan los otros.
O sea que los programas de PP y PSOE coinciden en lo fundamental: que no ganen los otros. Así que ¡el sectarismo al poder! Y eso no augura nada bueno.
Tanto el PSOE de Sánchez como el PP de Rajoy quieren nuevas elecciones aunque necesitan culpar al otro si se producen. Pero lo quieren por su propio interés, no por el de España. La única salida es una coalición sin esos frustrados líderes que permita restañar heridas y recomponer sus partidos, incluso hasta el punto de la refundación. Y para ello, tanto Sánchez como Rajoy son un impedimento.
Eso me suena. ¿No dijo Aznar algo parecido tras los sucesivos descalabros electorales del PP de Rajoy? Si ahora no está clamando pidiendo su cabeza no es por otra cosa que por la amenaza de que "el fuego amigo" levante contra algún miembro de su familia determinados asuntos con mala prensa.
Y conviene recordar que el PP de Feijóo poco o nada tiene que ver con el de Mariano. En los carteles electorales no aparecía ni el logo del PP.
El PP vasco, sin embargo, ha ido con un marianista de primera a su último desastre, que no ha sido mayor precisamente porque su gestión en el ayuntamiento de Vitoria ha mantenido el voto en dicha provincia, que como bien se sabe vale cuatro veces que el de la provincia de Vizcaya, por ejemplo. Aunque lo quieren presentar como éxito los estómagos agradecidos, Aguirre se ha atrevido a ser sincera y decir lo que piensa sobre el resultado en dicha Comunidad: le parece lamentable.
El PSOE es un desastre, por supuesto, así como sus resultados, y quien ha sido capaz de llevar a su propio partido a la división no puede ser Presidente del Gobierno so pena de correr el riesgo de que nos lleve a un enfrentamiento a todos. Pero en el PP no están mucho mejor las cosas aunque no se haga ruido. El miedo a perder el poder que les queda une mucho, pero ese cemento es soluble en la pérdida de dicho poder. Rajoy no concita entusiasmo, fiabilidad ni confianza más que en sus incondicionales y pretende mantenerse sólo por el miedo a que vengan los otros.
O sea que los programas de PP y PSOE coinciden en lo fundamental: que no ganen los otros. Así que ¡el sectarismo al poder! Y eso no augura nada bueno.
Tanto el PSOE de Sánchez como el PP de Rajoy quieren nuevas elecciones aunque necesitan culpar al otro si se producen. Pero lo quieren por su propio interés, no por el de España. La única salida es una coalición sin esos frustrados líderes que permita restañar heridas y recomponer sus partidos, incluso hasta el punto de la refundación. Y para ello, tanto Sánchez como Rajoy son un impedimento.
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