Que dice Puigdemont que él quiere diálogo, ahora quiere diálogo, y que en prueba de su buena voluntad dejó en suspenso la Independencia para poder hablar con el Estado represor que dejó ochopecientos heridos a los que él aún no ha tenido tiempo de visitar, por lo visto.
Él es buenísimo y el Estado un horror. Fíjate si es opresor que no le permite hacer lo que está haciendo y que si no está en la cárcel es porque está protegido por la gente en la calle y sus propias fuerzas de seguridad. Que lo mejor del mundo es dialogar, que se quiere sentar con Rajoy para decírselo y dialogar sobre cuándo cargarse España y aplicar la Independencia.
La carta es mucho peor de lo que desde el Gobierno y PSOE nos estaban intentando hacer creer que sería en su afán de crear esperanzas para no aplicar el 155. Un panfleto propagandístico falaz de cara al exterior en el que miente descaradamente gracias a que el Gobierno no lo desmiente rotundamente. El Ministerio de Exteriores debe estar ocupado preparando la llegada de los Reyes Magos en Navidad. Y Rajoy debe estar buscando una excusa para seguir sin hacer nada, no vaya a ser que haga algo.
Aquí poco menos que se ha dicho que el 155 sólo se puede aplicar si la declaración de Independencia está en vigor, lo que es otra descomunal mentira. Leyendo dicho artículo se desprende que ya hay motivos más que suficientes para aplicarlo sin esperar a eso y, además, desde hace demasiado tiempo. Lo que no hay es voluntad de hacerlo.
Ahora se le dará otros tres días, hasta el jueves, para que puedan organizarse mejor y hagan propaganda victimista buscando intermediarios en su afán de internacionalizar el asunto siguiendo el método de Eslovenia. Y no me extraña, lo de Yugoslavia no va a ser nada comparado con la que nos espera con esta panda de irresponsables, chalados y cobardes.