viernes, 20 de septiembre de 2019

La estupidez totalitaria de la ideología de género.

Desde siempre eso que dicen ha sido integrar la casa en la cocina, no al contrario. Antiguamente el hogar era eso, la cocina, y se vivía alrededor de ella. La civilización permitió el aumento del poder adquisitivo y separar los ambientes para diferenciarlos y disfrutar de más confort, además de alejarse de los olores y humos.
Hay quienes prefieren hacer vida en la cocina y la quieren integrada, o quienes no pueden acceder a más metros cuadrados y no tienen más opción.
Imponer por decreto esas normas para el diseño de las viviendas, un disparate rayano en el totalitarismo. Una injerencia en la profesionalidad de los arquitectos, ya muy restringidos por otras normativas referidas a limitaciones en metros habitables y otras zarandajas que perjudican la habitabilidad de las viviendas que proyectan.
Y desde luego, una limitación de la libertad de elección de quienes quieran una vivienda donde, por ejemplo, su dormitorio sea mayor que el salón.
Pero que el motivo de estas restrictivas normativas sea la "ideología de género" no es más que aceptar la sexista diferenciación de papeles que esa ideología dice querer eliminar. Que sea además en el País Vasco, donde los varones suelen ser los reyes de la cocina, una estupidez.
Pero es el negocio que más crece, el que se basa en la estupidez y un supuesto "antimachismo" feminista, sin más sentido que el meramente económico y que intenta justificar la miríada de gente que vive de las subvenciones a la imbecilidad del siglo.
Imbecilidad que será aprovechada por los aprendices de dictaduras totalitarias para inmiscuirse en cualquier nivel y acabar con la intimidad y la libertad del individuo. He aquí una prueba.
Información sobre este sitio web
LIBREMERCADO.COM
Los promotores piensan que una cocina minúscula supone el principal foco de riesgo para la soledad de las mujeres.