Castrismo en Europa.

Así, a vuelapluma:

Bochornoso y ridículo esperpento castrista de plañideras llorando (por miedo a perder sueldos y prebendas) en algo que más parecía un funeral de un grupo de adolescentes despidiendo a su ídolo musical. Pidiendo a Sánchez que se quede, para que ellos se puedan quedar, y acusando a los demás de los desmanes que ellos protagonizan. Ellos pueden difamar, desprestigiar, acosar y presionar a quien no les guste, pero a los suyos ni tocarlos. Y a la mujer del jefe, ni nombrarla. Faltaría más.

 
Y música hubo, sí, además de "La Internacional" con puños en alto. "Los parias" de la tierra con sueldazos públicos y mordidas millonarias lloriqueando su posible pérdida, cuando lo que han perdido es la dignidad y la compostura. La honradez, visto lo visto, ya llegaron sin ella.

Los organizadores del numerito, Zapatero al mando, esperaban reunir a 40.000 personas. Han sido 12.000 según la Delegación del Gobierno (esa misma Delegación que, con dinero público y desde esa misma Institución, no ha tenido empacho en anunciar la manifestación de apoyo, disfrazando el anuncio como una información de servicio público) a pesar de autobuses gratis, bocadillo y Coca-Cola incluidos.

Deberían de haber tenido la delicadeza de habernos ahorrado este ridículo, que tiene atónitos a los medios internacionales y que, no con poca sorna, asisten al espectáculo de esta pataleta de parvulitos inexplicablemente instalados en el poder, al que se aferran ya con argumentos de tintes guerracivilistas. Y que les ha hecho caer la venda de los ojos y ver al rey desnudo del cuento, convertido ya en un cadáver político, se quede o no. Y que además abochorna a los izquierdistas honestos, que no se ven ya reflejados en esta izquierda sin ideas ni ideales.

Esa panda de victimistas harían mejor si llorasen por la desaparición de su partido, al que han hundido y convertido en una secta que no sobreviviría a la pérdida del poder. Evitar esa pérdida del poder es lo único que puede hacer que el enamorado se quede para grabar corazones en los arbolitos.

Una secta de adolescentes subvencionados gimiendo por su gurú, que es el que les proporciona el sustento y al que están dispuestos a perdonarle todo, corrupción y traición incluidas. Y que no se piensa ir por mucho teatro que haga. Grotesco.