Éso es lo que deberían decirle las potencias mundiales a Kofi Annan ya mismo. O sea, que el tipo acepta sus responsabilidades en la corrupción y, en vez de dimitir, pide cambios para no volver a cometer los mismos errores. Más claro: yo soy un incompetente y un corrupto, pero como no voy a dimitir y no lo puedo remediar, lo que hay que hacer es cambiar las reglas para que me sea más difícil reincidir. Ésto es en definitiva lo que está pidiendo, pero nadie pone el grito en el cielo por ello.
Hay que destituirlo fulminantemente si la ONU quiere intentar recuperar su prestigio.
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