Mire, especie de misionero de tres al cuarto: el Ejército no tiene que tener interés; el Ejército tiene la obligación de mantener y defender la unidad de España. Así lo dice la Constitución y así lo han jurado sus miembros. Ya está bien de no querer llamar a las cosas por su nombre.
El ejército es el garante último de la Constitución en tanto ésta esté en vigor. Y haría muy bien en recordárselo a Zapatero, pues parece que éste hombre se ha creído por encima del bien y del mal, por encima de las leyes y por encima de la Constitución. Como el Rey Sol, Zapatero se repite éso de "el Estado soy Yo". Lo malo es que los demás también lo crean.
El que desde un poder legítimamente constituido y legalmente salido de las urnas se pueda llegar a cometer los mayores disparates, no es asunto nuevo; sobre todo en Europa. Y si no, miremos el caso alemán con Hitler.
El ejército está para impedir que intentos de deshacer el Estado, desde fuera o desde dentro, lleguen a prosperar. No está para desfiles con ejércitos de dictaduras que, además, rechazan la invitación hecha al efecto. Las democracias tienen sus medios de defensa y autodefensa, pero si éstas fallan, poseen una institución a la que recurrir: el Ejército.
Y dejémonos de pamplinas.
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