domingo, 2 de abril de 2006

Apócrifo

Zapatero reconoce en un miting que de pequeño tenía un amigo imaginario que se llamaba “Mortadelo”.

(Eliodoro Pellicer para EFE 03-10-2005)
El Presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero tuvo ayer un extraño lapsus de memoria en mitad de su intervención en un acto de la ejecutiva socialista de Extremadura en Tomelloso de los Condes, en la provincia de Badajoz. Tras la intervención de Rodríguez Ibarra y otros altos miembros de diferentes órganos del PSOE en esa comunidad, Zapatero dijo textualmente y sin venir en absoluto a cuento con lo que en ese momento estaba refiriendo ante las dos mil personas que abarrotaban el Pabellón de la Bellota: “Yo, cuando era niño, tenía un amigo imaginario que se llamaba Mortadelo…”.


El Presidente, después de pronunciar estas palabras, se quedó unos instantes mirando al techo, con un gesto de placidez en el rostro, bebió un sorbo de agua, suspiró ampliamente y continuó su discurso en el mismo punto que lo había dejado ante la sorpresa generalizada de todos los asistentes que en los primeros instantes se miraban sorprendidos.

Al término del acto, algún conocido dirigente socialista no perteneciente a la línea oficialista bromeaba con esta sorprendente afirmación fingiendo su interés sobre las razones por las que Zapatero había excluido a Filemón de entre sus amistades imaginarias infantiles. Esta actitud burlesca fue ampliamente recriminada por la mayoría de los presentes en el acto que creyeron ver en este lapsus de Zapatero una consecuencia de la fatiga que arrastra desde hace unas semanas como consecuencia de la cantidad de actos públicos a los que ha tenido que asistir por necesidades de su agenda y de la tensión política que se vive en España, y en el interior del PSOE tras la aprobación en el Parlament de Cataluña del nuevo Estatut. Después del acto, el Presidente fue discretamente informado de lo sucedido por sus más directos colaboradores e incluso fue sometido a un ligero reconocimiento por parte del doctor Arruga, su médico personal.

Este último, a requerimiento de la prensa, emitió a última ayer un comunicado en el que decía:

"El Presidente se encuentra en perfecto estado de salud y no ha sido necesario introducir recortes en su actividad. Lo sucedido en Tomelloso es algo frecuente en personas que mantienen una constante actividad pública y que intervienen en actos como oradores con una frecuencia casi diaria. Es lo mismo que le ocurre a algunos actores que, después de representar cientos de veces su papel, de pronto se olvidan como consecuencia de la mecanización mental que esto normalmente supone".

La respuesta del PP no se ha hecho esperar. Angel Acebes ha declarado que “si esto le pasa a Zapatero en el ejercicio de sus funciones, España está en manos de un demente. Si tiene problemas de mecanización con su papel que asista a clases del método Stanislavski que se inventó precisamente para evitar este tipo de problemas”. Por su parte Mariano Rajoy fue más allá: “A este paso será Mortadelo el que reciba a Pasqual Maragall, a Ibarretxe y a Carod Rovira en Moncloa y el que siga poniendo en peligro la unidad de España”.

Estas agrias palabras de los responsables populares han sido rápidamente contrarrestadas por las del Doctor Bernardino Cifuentes, Catedrático de Comportamiento Social y Anomalías de la Personalidad, de la Universidad Central de Barcelona, experto en este tipo de cuestiones y hombre de confianza del aparato socialista desde 1986.

“Conviene medir las palabras –dijo Cifuentes a preguntas de El Periódico de Cataluña. Hace unos años todos corrimos un tupido velo cuando el entonces presidente del Gobierno José María Aznar dijo en Valdemorillo, en idénticas circunstancias que Zapatero, aquello de “Venid aquí, amigo Viriato, que les daremos por el culo a estos plebeyos socialistas”. O cuando Manuel Fraga, pocos días después del desastre del Prestige, pronunció aquellas palabras que dieron la vuelta al mundo: “Yo, de pequeño, jugué mucho con Adolfo Hitler y era un niño muy simpático a pesar de que me pareció un poco maricón”. Entonces nuestra actitud fue respetuosa porque entendimos que una persona mayor y sometida a una fuerte tensión emocional es capaz de decir cualquier cosa. La vida política se envilece si no se aceptan ciertas normas de juego limpio”.

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