jueves, 15 de marzo de 2007

Discriminación sexual por ley

Desde hoy ya no podremos elegir a quien queramos pues la nueva ley de Igualdad nos lo va a impedir.

Ahora, por narices tendremos que elegir un 40% de mujeres y un 60% de hombres. ¿Qué clase de libertad es ésa que me limita a quienes yo quiero elegir? ¿Y si las personas a las que quiero votar son todas mujeres?

Y el tontito de Zapatero tan contento y arropado por sus incondicionales. ¡Zapatero feminista! ¡España es feminista! Pues mire usted por donde yo no soy feminista, ¿qué pasa? Respeto tanto a la mujer y a la condición femenina que no me hace falta que nadie me diga que son diferentes y por ello hay que legislar para evitar que lo sean. ¡Claro que somos diferentes,. y viva la diferencia! Pero éso no significa que seamos peores o mejores como personas. No se es mejor o peor en función del sexo y muchísimo menos por ley.

El Presidente, desde la tribuna, se ufanó de que dicha ley no exista en ninguna otra parte del mundo. ¡Pues claro que no! ¿En qué otra parte se podría aceptar por ley la diferencia? Pues no otra cosa hace la ley; da por sentado que somos diferentes como personas y que las mujeres son tan tontas que para que se les dé una oportunidad tiene que haber una ley que lo obligue. ¡Menuda ofensa a la condición femenina!

Si alguien es válido para un determinado puesto, lo será al margen de su sexo, digo yo. Y si no lo es, también. Además de que es discriminatoria en función del sexo la ley es un ataque al sentido común y a la razón. ¿Qué porcentaje de mujeres hay en la sociedad con preparación suficiente para cargos directivos? No lo sé, pero no creo que sea tan alto o tan bajo como el que se impone por ley, entre otras cosas porque no habrá tantas que querrían venderse hasta los niveles que exigen ciertos puestos, sin contar con que muchas, suficientemente preparadas para ello, no desean el abandono de su papel de madre y esposa, si lo son.

Sencillamente: no se sabe si hay tantas mujeres con deseos y, mucho menos, preparación para ello, -ni hombres tampoco- y éso no se puede imponer por ley. En éstos casos no se debe de hablar de mujer y hombre, sino de personas suficientemente preparadas o no.

Es un insulto para una mujer que ostente un cargo, el que se pueda pensar que lo ha obtenido por ser mujer y no por ser mejor. Y además, es evidente que incumple el principio de igualdad ante la ley y de no discriminación, en este caso por razón de sexo, de los españoles.

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