La histeria de Pepiño Blanco.

Este agitador profesional no tiene vergüenza y ni un ápice de responsabilidad.

Y no la tiene porque a la vista está el nivel de seguidismo sectario, ciego e insensato que provoca en sus cachorros. La idiotez de que cuando la derecha grita ¡España! hay que echarse a temblar, es lo mismo que si alguien dijera que cuando la izquierda se declara roja hay que hacer las maletas. Para conjurar sus temblores no tiene más que gritar ¡España! él también. ¿O no es español?

La constante alusión al pasado, el constante intento de revancha, la insistencia en generar odios derivados de una guerra entre los que no la vivieron, es un error histórico que sí quedará en la memoria. Y este energúmeno propagandista y agitador sin formación alguna, haría bien en estudiar la Historia, ya que no tiene ni memoria ni idea de ella. El intentar ganar una guerra que perdieron es un dislate, pues estamos pasando del sentimiento de haberla perdido todos a uno nuevo en el que se vuelven a enquistar los viejos odios y rencores. Muchos tenemos un abuelo muerto, y hubo quienes los mataron. En ambos bandos.

Están jugando a un peligrosísimo juego de revivir enfrentamientos y de olvidar la transición y el espíritu de concordia que inspiró. La matraca y la inconciencia de la Ley de la Memoria Histórica pretende elevar a rango de ley una mentira histórica. La República feneció por sus propios errores y la confrontación entre españoles fue una guerra civil, no un simple golpe de Estado. Harían bien en no olvidarlo