jueves, 20 de diciembre de 2007

Una sentencia esperenzadora.

Un Tribunal ajeno a las coyunturas políticas, aplica justicia.

La sentencia contra el aparato financiero y propagandístico de ETA permite albergar esperanza en el principio del fin de ETA. Este es el camino; la actuación de las Fuerzas de Seguridad y la aplicación estricta de la ley sin condicionamientos políticos. Y sin concesiones al mal llamado "nacionalismo democrático". Y la prueba de que de democrático tiene muy poco el nacionalismo vasco la tenemos en la reacción del PNV ante la sentencia.

No parece que el PNV esté por la labor de poner en su sitio a ETA y a sus apoyos después de tantos años de apoyar su tejido social, mediátio y financiero con la única finalidad de que el extremismo de estos les permita a ellos presentarse bajo el manto de la gran falacia que supone lo del "nacionalismo democrático". El nacionalismo no es democrático por naturaleza, no lo es al menos en su incesante búsqueda de la independencia de la que jamás se apeará por mucho que la sociedad, democráticamente, se muestre en contra. Además de que de conseguirla jamás permitirá que en su seno se desarrolle ninguna nueva tendencia nacionalista o integradora.

Es hora pues de felicitarse por esta sentencia que pone a cada cual en su sitio y que demuestra cómo aprovechó de nuevo ETA la "tregua" para reorganizarse, rearmarse y reforzar sus medios publicitarios y mediáticos. En este último aspecto, en el intento de lavado de cara internacional, con el inestimable apoyo y ayuda del PSOE cuando llevó al Parlamento Europeo sus pretensiones, culminadas ahora con la admisión a trámite en el Tribunal de Estrasburgo de un recurso contra su ilegalización.

El Gobierno ha aceptado dicha sentencia con la boca pequeña y pretende usarla como demostración de su repentina severidad ante ETA, cuando de no ser por la acusación y las actuaciones de la Asociación de Víctimas del Terrorismo nunca se habría llegado a esta sentencia ya que la Fiscalía no ha puesto ningún interés en ello. Puerta abierta pues a la esperanza.

E.M.

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