De nuevo se descubre un intento de inventarse la historia vasca, mientras el PSOE se duele de que le recuerden la suya auténtica.
En junio de 2006 se dijo a bombo y platillo que un descubrimiento arqueológico demostraba que el euskera nace en el siglo III. Según esos hallazgos, entre los que se encontraba también el supuesto primer Calvario de la historia, había inscripciones en euskera en fragmentos de cerámica de los siglos III y IV desenterrados en Iruña-Veleia, Álava. Ahora, después de que un comité de expertos haya estudiado durante tiempo los hallazgos del yacimiento alavés, se ha descubierto que eran falsas. Tanto que hasta se encontró pegamento instantáneo uniendo alguna de las piezas.
Tampoco eran de entonces, sino de ahora, las frases en euskera. Todo un cuento para ir forjando una historia imposible que amparara y arropara las veleidades de un nacionalismo más esquizofrénico de lo que uno pueda imaginarse. No es la primera vez que se intenta. Ya a principios de los años 90, el poder político nacionalista bendecía a los antropólogos vascos, que aseguraban que las pinturas rupestres de la cueva de Zubialde conformaban poco menos que la Capilla Sixtina de la historia del País Vasco. Luego resultaron que estaban pintadas justo cuando fueron descubiertas por quien cobró doce millones de pesetas de la Diputación de Álava por su descubrimiento.
Pero no es sólo el nacionalismo quien se inventa una historia a su medida, no; el PSOE también anda ahora quejándose de que se hable de su pasado de violencia. Ellos lo niegan, claro, igual que hablan de los cien años de honradez. Al tiempo que Cristina Almeida declaraba que cuando va a la librería del Corte Inglés y veía los libros de determinados historiadores que cuentan la historia que no le gusta, le entran ganas de quemarlos -acción por lo visto nada violenta-, el Secretario General de los Socialistas Madrileños y Pepiño Blanco desparraman contra Esperanza Aguirre por haber citado a Stanley Paine cuando dijo que "no existe en el mundo occidental un modelo de partido democrático que haya hecho autocrítica a su pasado violento", al tiempo que recordaba el pasado violento del PSOE al referirse al asesinato de Calvo Sotelo, líder de la oposición de entonces, por el escolta de uno de los principales líderes del PSOE.
No habló Aguirre de la revuelta -casi intento de golpe de Estado contra la República que tanto adoran ahora- del 34, ni de otros hechos violentos y asesinatos acaecidos antes de desatarse la guerra civil y que en buena parte la provocaron. Y se trataba del PSOE, se trataba de aquellos líderes cuyos retratos están en la sede del PSOE. Pero eso no interesa, la verdad, la historia, no interesa. Lo que interesa es inventarse una historia en donde todos ellos eran buenos, buenísimos, y vino el hombre del saco y les pegó. Pobrecitos.
El Zecretario -perdón, Secretario- General de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, además de acusar a Aguirre de ir contra la Constitución pero sin decir porqué, ha llegado a decir que "los ataques a la libertad sindical, la deslegitimación de los actores del diálogo social, el reclamo de la desaparición del salario mínimo y de las redes de protección más elementales, así como el rechazo ideológico a la igualdad, no solo se confrontan con el modelo social europeo, sino que pretenden borrar derechos asegurados a los trabajadores y a todos los ciudadanos hace ya muchas décadas" y se ha quedado tan ancho. Se lo inventa y lo suelta, que ya los suyos lo harán bueno.
Ahora resultará que el exigir que se reduzcan a la mitad los liberados sindicales, que pagamos los madrileños, y que nos cuestan 30 millones de euros anuales tan solo en la Sanidad madrileña, es ir contra la libertad sindical. Pues mire, mastuerzo con Z, libertad sindical es elegir si quieres sindicarte o no, y si lo haces en un sindicato o en otro, y por ello pagar al que elijas, o no pagar a ninguno si no te sindicas. Libertad sindical no es que todos paguemos a los sindicatos de forma obligatoria, estemos sindicados o no. Aquí no podemos decidir que no pagamos a ningún sindicato o que pagamos a uno determinado. Los sindicatos están pagados por el Estado, no por los afiliados a los mismos, y eso es cualquier cosa menos libertad de sindicación. Como tampoco es atacar a la libertad sindical el quejarse de que los demás paguemos el sueldo de aquellos que trabajan para un determinado sindicato mientras ocupan un puesto de trabajo que no se cubre pero se cobra. Libertad sindical no es el que las empresas, sean públicas o privadas, paguen a los liberados por trabajar para los sindicatos y no hacerlo para dichas empresas pagadoras de su sueldo. Ya vale de vividores.
Y desde luego, libertad sindical no es que si alguien no quiere secundar una determinada huelga los piquetes se lo impidan con violencia, ni tampoco es libertad sindical el que los sindicatos se dediquen a boicotear con intencionalidad política servicios públicos o actos de servidores públicos. Y atacar con la cantinela de falta de igualdad a la única Comunidad Autónoma presidida por una mujer, ya huele a coña. Y es que a falta de argumentos, se inventan hasta su historia, al tiempo que nos vienen con estas historias. Pero eso, lo de sus mentiras, es otra historia.
Si no se tiene la historia que les gustaría tener, para justificar su afán de independencia, se inventa, pero hasta para esto el tiempo y la verdadera historia pone a todo el mundo en su lugar.
ResponderEliminarRespecto a los sindicatos, una vergüenza, nos cuesta a todos y sólo beneficia a unos pocos, la historia de siempre. Si se tuviesen que mantener sólo con las cuotas de los afiliados, harían su papel tanto para los trabajadores de las grandes empresas, cosa que sólo hacen ahora, como por los de las pymes, éstos últimos son los olvidados.