Zapatero, en vez de proponer soluciones, se centra en descalificar a la oposición.
Criticar a la oposición puede que consuele a los tontos, pero no crea trabajo, ni hace crecer el crédito, ni mejora nuestra competividad, ni nada parecido. Resulta insultante ver a un Presidente del Gobierno intentar desviar la atención de sus responsabilidades atacando a la oposición. Es insultante e indignante. Este politiqueo de mitin, es más, de taberna, no sólo no es digno, es que no ofrece solución a los problemas que padecemos. El intento de descalificar a quien le critica e indica los errores en materia económica, no hace que la economía se arregle. Es sencillamente un derroche de tiempo, una desfachatez y una idiotez.
Llega incluso a acusar de engañar a todos los organismos internacionales que han ido acertando en sus previsiones mientras las del gobierno se veían desmentidas una tras otra. La pretensión casi patética y ridícula de hacer aparecer a la oposición como responsable de lo que pasa es para descalificar a Zapatero de por vida. Eso no genera confianza pues evidencia que estamos ante un politicastro especialista en trepar y medrar, o en ganar elecciones a base de poner en marcha una sorprendente habilidad para sacar provecho de la mentira, pero no ante alguien capaz de solucionar los problemas de España.
La evidencia de que además estamos en manos de unos absolutos ignorantes en asuntos de economía, me hace ser aún más pesimista sobre nuestro futuro inmediato. El asunto ya pasa de ser grave a ser dramático. Esto se ha convertido en un diálogo de sordos. Según la réplica de Zapatero, ahora va a resultar que lo grave es que la oposición no tenga ideas. No, lo grave es que no las tenga el Gobierno, y que además ignore lo que hay que hacer para superar la crisis. Pero él se está dedicando a acusar a la oposición de no hacer propuestas, mientras al mismo tiempo reconoce que va a poner en marcha alguna de las propuestas de la oposición porque le han parecido buenas. Alucinante.
La verdad, es que este Zapatero de hoy hace que cualquiera, con una mínima idea de la situación económica y de las reformas necesarias, sienta una profunda vergüenza por quien dirige el Gobierno. Y una profunda desconfianza en este inepto e ineficaz gestor, aunque sagaz político para sobrenadar y echar las culpas a los demás de las consecuencias de sus propias acciones.
Si lo que la crisis ha producido hasta ahora les ha parecido gordo, no vean lo que nos espera estando en manos de estos demagogos y derrochadores ineptos.
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