La ONU pide el regreso del derrocado Zelaya y su inmediata reposición como Presidente legítimo y constitucional de Honduras.
La resolución ha sido aprobada por aclamación. Esto de la ONU no parece muy normal. Primero porque ha convertido en héroe de la democracia a un mediocre trepa que no ha dudado en traicionar a su partido y electores, así como llevar a su país a una situación límite al empeñarse en saltarse la Constitución y decisión del Parlamento con tal de intentar perpetuarse en el poder.
Y segundo, porque la propia resolución que exige la vuelta al orden constitucional está considerando fuera del orden constitucional y democrático tanto al Parlamento elegido por el pueblo como al Tribunal Supremo, y de mala forma la reposición de un Presidente que rompe el consenso constitucional va a favorecer la vuelta al orden constitucional.
No parece que la solución sea ésa, pues dos de los poderes del Estado hondureño declaran legal la destitución de Zelaya y el nombramiento del nuevo Presidente. Y esos mismos poderes desmienten que se haya producido un golpe militar pues los militares obedecieron las órdenes de dichos poderes del Estado que condenaron al poder ejecutivo por incumplir las leyes. Así que a ver como se justifican luego si la anunciada vuelta del depuesto presidente provoca enfrentamientos sangrientos.
Un presidente electo no es un dios que está por encima de la ley ni de la voluntad de un parlamento elegido democráticamente. Eso no es democracia. En la democracia más reconocida del mundo un Presidente se vio obligado a dimitir por algo mucho menos grave pero que iba igualmente contra la ley. No es coherente que esa misma democracia apoye lo contrario cuando pasa en otro país, a no ser que sea por sus propios intereses y no en defensa de la democracia, como ahora dice Obama.
Parece que las naciones se han agachado ante las amenazas de algunos de los dirigentes sudamericanos más alejados del concepto occidental de democracia. Pero parece que el mantenimiento de la democracia no es lo que más interesa ahora. Sospecho que el interés se centra en no alterar a los gorilas con ínfulas totalitarias para no darles excusas para liarla gorda. Huele a bajada de pantalones ante las bravatas de estos matones que defienden al trepa de la oligarquía criolla por unos intereses muy alejados de la defensa de democracia alguna.
El circo de la esperpéntica intervención de Zelaya hoy en la ONU, llorando por lo malos que han sido los militares con él, es parejo al vergonzoso aplauso que arrancó con su teatral actuación. Además de que no es normal anteponer su ego personal al interés de su país, al que apenas nombró, habría que recordar que si de verdad hubiera sido un golpe de Estado militar, él ahora estaría haciendo compañía a Allende en vez de estar lloriqueando en la Asamblea.
Y como siempre, España dando la nota y demostrando la tan tremeda influencia de Zapatero en la política internacional. Tanto lo aprecian que no saben ni como se llama. Según Zelaya se trata de Felipe Rodríquez Zapatero, quizás por eso de mezclar el "OTAN de entrada no" con la "ilegal" guerra de Irak, tan del gusto de la dictadura cubana y de sus alumnos aventajados encabezados por el golpista venezolano Chávez. O algo así.
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