En su intervención en la asamblea de la OEA, Zelaya dijo que quiere llevar la paz al país.
Aseguró que volverá, acompañado de varios presidentes, porque "si permitimos que una persona armada ultraje a un presidente, entonces qué hará en la calle". Pues mire, especie de cuentista plañidero que se cree un iluminado en quien se encarna Honduras entero, el ejército hondureño no tiene más remedio hoy que estar en la calle para impedir el bandidaje de quienes reclaman su vuelta alentados por otro iluminado: su amigo Chávez, y nada ha pasado. No hay sangre derramada por mucho que se están empeñando en que la haya.
Su vuelta en estos momentos no llevará la paz más que a aquellos que mueran por los previsibles altercados, y es ése precisamente el objetivo para tener excusas que amparen una intervención armada de la pacífica revolución bolivariana de Chávez. Así que de pacificador nada de nada. Y lo de pintar al ejército bolivariano como sangrientos represores, una falacia populista, una mentira.
Y además, según la constitución hondureña, con su postura usted mismo habría producido ya su destitución e inhabilitación, que es automática según dicha Constitución, por lo que ya no era presidente cuando el ejército lo puso de patitas en otro país. Y lo hizo precisamente para evitar lo que usted busca ahora: el derramamiento de sangre. Su propio partido no le apoya y hasta la Iglesia Católica le pide que reconsidere su postura pues su vuelta podría producir un derramamiento de sangre.
Claro que poco le importará a este iluminado, que se cree la reencarnación del pueblo hondureño por la gloria de Dios, lo que diga la Iglesia; en una declaración televisada ha llegado a decir: "Nos vamos a presentar en el aeropuerto en Tegucigalpa con varios presidentes, varios miembros de comunidades internacionales. Este domingo estaremos en Tegucigalpa abrazándolos, acompañándolos para hacer valer lo que tanto hemos defendido en nuestra vida que es la voluntad de Dios a través de la voluntad del pueblo". Así que cómo va a hacer caso a la Iglesia él que es el mesías. Eso de lo de "por la gloria de Dios" ya lo veíamos antes los españoles hasta en nuestras monedas para glosar al Caudillo, y resulta curioso ver a Zapatero apoyando el regreso de otro que va por los mismo fueros.
Con sus actitudes y con sus plañideras y falsas declaraciones e intervenciones de estos últimos días, Zelaya no sólo está evidenciando a las claras su nulo nivel político sino también su poca valía personal: y desde luego, que su persona no vale la sangre de un solo hondureño. Y si ésta se llega a derramar, la responsabilidad no será tan sólo suya sino de quienes le acompañen, de la OEA y de toda la comunidad internacional en pleno. Y no parece que la voluntad de Dios tenga nada que ver en el tema.
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