Para variar, voy a publicar un retazo de prosa poética, que uno también tiene debilidades e inspiraciones. Y además, me he atrevido a recitarlo sin miedo al ridículo. ¡Qué cosas!
Anoche, a tu lado, casi soñando. Viendo tus labios apenas moverse, temblando entreabiertos. Tus ojos mirando hacia abajo, rehuyendo los míos, excepto en fugaces e intensos instantes en que en tus pestañas se abanica mi anhelo. Las manos hablando en su contacto intenso. Las palabras sobrando.., tu rubor aumentando. Y se produce el silencio.
Adquiriendo consciencia de que la sangre se mueve, de que laten las venas, de que la respiración hay que hacerla.., y que cuesta. Cuando el temblor nos impide hablar y casi movernos. Y tus ojos buscan escaparse... Hasta que me miran expectantes, casi suplicantes... Y mi mano se acerca a tu cara, por evitar su huída mientras me acerco.
Tu rubor presiona mi mano y tus labios imantan mi beso. Despacio. Apenas un roce. Y otro. Tu boca me espera. Y te beso saboreando tu jadeo. Y te abrazo. Y no puedo respirar... No me muevo por fingir firmeza, mientras mis piernas flaquean. Y devuelves mi beso alimentando mi alma, y mi deseo...
Y tus labios se vuelven contacto, se vuelven caricia, se vuelven escalofrío que llega hasta el suelo a través de mi cuerpo. Y el mundo se para.
Mi mano acaricia tu nuca y la otra busca tu pecho. Liviano, esquivo, pequeño,... Y te beso porque no he dejado de hacerlo. Porque no concibo nada más que eso. Porque no respiro más que tu aliento. Y te abrazo... Y te quiero.
(Antonio Elvira)
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