Carmona ha intentado no ser "ni chicha ni limoná", y he aquí el resultado. Su ambigüedad diciendo una cosa y su contraria, o aparentando una cosa haciendo otra, no le ha valido para nada más que para hacer el ridículo ante los podemitas tras agachar la cabeza ante Pedro Sánchez.
Si de verdad no está de acuerdo con la dirección actual del PSM ni con Ferraz, que deje de seguir sus órdenes y retire su apoyo a Carmena. Todo lo demás no son más que fuegos de artificio. Cosa, por otra parte, a la que ya nos tiene acostumbrados.
En cualquier caso, la suya es la historia de un fracaso tras otro al tiempo que habla de los éxitos que logrará. Se le va la fuerza por la boca. Nunca debió de abandonar las tertulias televisivas para llegar a esto. Amagar se le daba mucho mejor.
Ayer mismo dijo que no acataría la decisión de la nueva Secretaria del PSM y no renunciaría a menos que sus compañeros en el consistorio le negaran el apoyo. Pues bien, ya lo han hecho y lo han destituido por 5 a 4 siguiendo las órdenes de la nueva ejecutiva, afín a Ferraz. Veremos en qué queda.
Pero lo que se evidencia tras este último espectáculo socialista es uno de los problemas que están ahogando la democracia en España: la partitocracia. Son los partidos quienes hacen o deshacen al margen de lo que digan los ciudadanos. Y no es exclusiva de los socialistas.
Ahora Carmona habla de dignidad cuando no la tuvo para dimitir tres la destitución fulminante de Tomás Gómez, su amigo del alma, por orden de Ferraz. Ni tampoco para dimitir tras el desastroso resultado electoral. Ni tras las tomaduras de pelo de aquellos a los que aupó al gobierno municipal con su voto. Su dignidad parece sólo asunto de vociferar ante las cámaras. Que se lo haga ver. Además, éstas lo hacen gordo.
"Una vez que se es un chaquetero, de Pedro Sánchez (y el que venga), harás de Perchero"
ResponderEliminar(del refranero de la Psoe)