martes, 1 de diciembre de 2015

Debate a tres y una ausencia


El debate de ayer no me convenció. Ni fue algo nuevo, más que por emitirse a través de internet. Pudo verse también por 13tv pero de forma muy precaria, pues el sonido no estaba bien coordinado con la imagen lo que hace perder fuerza a lo que se dice. Tampoco parecía un debate entre candidatos a la presidencia sino entre tertulianos a los que no se permitía debatir sino concatenar monólogos. Además de que los atuendos eran de eso, de tertulianos, excepto quizás el de Rivera que, aunque informal, iba de corbata.

En cuanto a lo convincente o no de cada candidato, hubo fluctuaciones. En general y en lo importante, como es en la unidad de España, Rivera hizo propuestas mientras los demás se limitaban a decir lo que quitarían pero sin dejar claro qué pondrían en su lugar. Sánchez no dejó claro si seguiría con su apoyo a ayuntamientos independentistas, por ejemplo, e Iglesias poco menos que garantiza con su sola presencia esa unidad porque se alía y enamora a los independentistas, quienes no querrán pertenecer a España, pero sí a él.

Hablar de quién ganó el debate me parece una puerilidad, creo más serio evidenciar quién no lo ganó, o sea, quien convenció menos. Los seguidores acérrimos de Iglesias, imagino que con el iphone en ristre, no pararon de enviar a la página de elpais.com votos a su candidato. Votos que se podían repetir tantas veces se quisiera por el simple mecanismo de cerrar la página y volverla a abrir. Así se entiende que a los cinco minutos del debate ya dieran por ganador, con mucho, a su líder y que se mantuviera así hasta el final. Nada serio, pues, el dato de la votación de los espectadores.

La verdad es que con estos formatos de debate se pierde espontaneidad y frescura que sólo aparece justo cuando el moderador corta sus réplicas en caliente, o sea el debate, y les obliga a seguir escuchando sus sucesivos monólogos.

Propuestas sólo hizo Rivera, incluso alguna inédita, pero no estuvo lo brillante que se podía haber esperado ni pudo replicar con contundencia a algunos ataques directos a miembros de su formación. Sánchez sólo parecía aportar como solución derogar leyes y adjudicar al PSOE todas las bonanzas de las que supuestamente disfrutamos y, a pesar de su destacada estatura sobre los otros dos candidatos, estuvo bastante enano. Y flojito, muy flojito.

Iglesias en lo suyo, pueril e iluminado además de desdiciéndose de lo dicho y reflejado en las indelebles hemerotecas. Su atuendo ya más parece uniforme, tal como su asesorado venezolano que parece no vestir más que con banderas, él parece tener varias mudas de su propia uniformidad, que ya parece hasta grotesca y restaba seriedad al propio debate. Como digo, más parecido a una tertulia en la que los participantes están de pie, pero sin más enjundia. Lo de la edad de jubilación ya va por la tercera corrección, por ejemplo. Y estuvo tan en el papel de tertuliano que hasta repitió en varias ocasiones el nombre de otros ilustres tertulianos, que naturalmente no estaban presentes, para descalificar lo que los debatientes no habían dicho. Éste, si le dejan, se monta una tertulia él solito hasta haciendo de ventrílocuo, y demostrando su desprecio por la libertad de opinión.

Lo de la ausencia del PP sí benefició a Rivera que se convirtió en la referencia del centro y de la derecha por incomparecencia de ésta y por comparación con el resto de candidatos, aunque no se le vio cómodo ni brillante y el maquillaje lo dejaba muy plano e inexpresivo. La jugada de mal perdedor del PP contraprogramando por sorpresa una entrevista a Rajoy en telecinco, empieza a hacerme temer que esta campaña va a ser una partida de tramposos, además de confirmar lo que ya dije del apoyo que iba a obtener de Berlusconi a cambio de habérsele invitado recientemente a un lavado de cara en Madrid. Si olvidar que ya queda claro la ruptura del idilio con El País que mantenía la Vicepresidenta.

La entrevista a Rajoy aún no la he visto, pero me temo que si se une al debate no desentona, pues será otro monólogo más a sumar. El que se haya realizado desdice el argumento que sus seguidores esgrimían para que no participara en el debate; si pudo tener tiempo para hacerla, también lo tuvo para participar; no había causa ajena que se lo impidiera. Aquí ya, ni en debates nos homologamos a las democracias serias.

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