lunes, 28 de diciembre de 2015

Un PSOE africano.



Lo más destacado del acuerdo de ayer entre los barones socialistas y la cúpula del partido es su negativa absoluta a un pacto con el PP. El que un partido socialdemócrata sea proclive a pactar con la extrema izquierda, e incluso con antisistemas, y no con un partido demócrata homologado como tal, no es algo que caracterice a la socialdemocracia europea. Ni siquiera pactar con los comunistas, estén vestidos de lo que sea, es algo muy entendible en un PSOE que se dice histórico y que está demostrando un desprecio y desconocimiento de la Historia que llega al esperpento.

Para los inversores, para el mundo económico, el que se mueve en la economía libre de mercado, el capitalismo regulado en el que vivimos, éste PSOE ya no es garantía de nada. Está en la acera opuesta.

Y desde luego, la E final del PSOE ya es un anacronismo. Tanto Sánchez como el aparato, responsables ambos del mayor fracaso electoral del PSOE, no ven otra salida para su supervivencia que llegar al poder de la forma que sea, independientemente del interés general de España y el de su partido. Es insistir en la gran mentira de que el PSOE gana si gobierna, independientemente de los votos que los ciudadanos les otorguen. No de otro modo se entiende que ese Secretario General y su aparato no hayan dimitido la noche misma de su batacazo electoral.



Históricamente el PSOE nunca fue federalista, la unidad de España formaba parte de su esencia, por eso la E de su sigla. Lo mismo que el comunismo del PCE. Ambos se han apeado de esa E al tiempo que se apean de lo que siempre fue sagrado para la izquierda: la solidaridad. Y esto es lo opuesto a la disgregación y potenciación del localismo y las diferencias.

Esta izquierda nuestra de hoy poco tiene que ver con aquella izquierda española basada en la fuerza de la masa obrera. Para empezar, porque no está dirigida por obreros sino por gentes que no han conocido penurias ni saben lo que es el esfuerzo. Han tenido todo sin haber luchado para ello, por eso ahora dicen que luchan aunque esa lucha sea precisamente para destruir aquello que les otorgó lo que tienen.

Por otra parte, pretende la disgregación, la disolución del todo en sus partes pero disolviendo lo que hacía que esas partes sumaran para formar un todo. Por ello tampoco son muy amigos de sumar para que ese todo sea Europa.

Así que iremos a los reinos de Taifas, a las luchas intestinas, a la separación de Europa, a un sistema regido por los anti-sistema que no quieren el sistema, a vivir en una economía de mercado dirigida por quienes no sólo no creen en ella sino que quieren cargársela para imponer la estatista. A no valorar el esfuerzo y a pagar lo mismo al que se esfuerce que al que no, al que esté formado que al ignorante, al responsable que al irresponsable, a entender la productividad como explotación y la competencia como envidia que hay que desterrar.

Se pretende que la asistenta gane tanto como la dueña de la casa que le paga; con lo que todos asistentas, que tienen menos responsabilidades y ganan lo mismo. Claro que así no quedarán dueñas de la casa que paguen a asistentas, con lo que todos parados. Y he usado lo de asistentas como símil, podría haber hablado de albañiles o de peones camineros. El obrero necesita del emprendedor que lo contrate, y no habrá emprendedores si se pretende que ganen como el obrero. No les compensaría el riesgo.

Lo que trato de expresar es que no hay sistema que se sostenga remunerando lo mismo al ingeniero que al peón. Y que es mentira que el dinero salga de los árboles para que el de abajo gane lo mismo que el de arriba sin esforzarse en llegar a ser el de arriba. Lo que habría que hacer para lograr una sociedad más justa es que ésta permitiera y facilitara a los de abajo el que con su esfuerzo y valía puedan llegar arriba. Y que los de arriba no pudieran permanecer ahí si su valía no es merecedora de ello, si su permanencia arriba es a costa de explotar a los de abajo o si su comportamiento para con los de abajo es miserable.

Arriba se estaría por mérito propio, no por explotación de los de abajo. Por lo tanto, eso de proponer como solución que no existan los de arriba no sólo desprecia el esfuerzo, sino que además es mentira. Tan sólo se crearía otra forma de que algunos puedan estar arriba: mintiendo a los de abajo diciéndoles que no sólo no están arriba, sino que lo de arriba no existe. Siempre hay quienes se lo creerán.

En cuanto que el PSOE presente como indigno el llegar a acuerdo alguno con el PP diciendo que el PP no es digno de ello por corrupto y por los recortes, no es más que otro esperpento nacional. Primero porque el propio PSOE está tanto o más pringado en la corrupción, y segundo porque esos recortes no se habrían producido de no ser por la nefasta gestión de la crisis cuando gobernaba, que mandó al paro a tres millones de trabajadores y dejó las arcas del estado bajo mínimos. Presentarse ahora como ajeno a ello ya no cuela.

Debiera hacer causa común con quienes también tienen en su seno la corrupción, y se dicen sus víctimas, para de verdad luchar contra ella. Y no se lucha contra ella señalando la mancha de huevo del otro cuando tú estás pringado de tortilla. Debiera sumar esfuerzos con quienes defienden la unidad de España, las reglas de juego constitucionales, la ley y la pertenencia a Europa. Podría venderlo a esa parte descerebrada de su electorado -que cree que ser de derechas es ser  anti demócratas y extraterrestres- como un sacrificio por el bien común. Como algo que repercutirá en sus vidas no empeorándolas más. como algo necesario para que haya más empleo. en definitiva, como la capacidad del partido de anteponer el bien común a sus intereses de partido. Quienes fueron capaces de pasar del "OTAN no" al "OTAN sí", son capaces de eso y de mucho más. A no ser que ya no sean esos, claro.

Es lógico que Europa no vea bien a quienes no ven bien a Europa. Que el capital no quiera invertir en donde se está contra el capital y no quieran remunerar su inversión. que el que presta no quiera prestar al que dice que no devolverá el préstamo. Lo que no es lógico es que el PSOE quiera terminar siendo parte de eso. Porque así terminará como terminó el PASOK griego: desapareciendo.

En definitiva, el PSOE certifica que, para Europa, de nuevo África comienza en los Pirineos.