El PP aupó con sus votos a Patxi López como Lehendajari en un momento de necesaria unidad ante le desestabilización impulsada por el nacionalismo vasco. Hoy estamos en otro momento, aún más grave, provocado por otro nacionalismo, el catalán, y se vuelve a romper moldes.
Si entonces fue la primera vez que un socialista llegaba a Lehendakari, ahora es la primera vez que el Presidente de la cámara no es del partido más votado.
Al margen de que el individuo no parece ser un dechado de virtudes e intelectualidad, se consigue que un vasco presida el Congreso y que el PNV, ni ningún otro partido nacionalista, esté representado en la Mesa. Bien por eso.
Ciudadanos consigue más peso que el que le correspondería, quedándose Podemos fuera con su pataleta contra lo que considera "el búnker", o sea, todo lo que no sea él. Fuera del pacto, digo, pues tendrá los dos representantes que le corresponden, aunque posiblemente se consiga abrir brecha entre Podemos y sus asociados con el caramelo de las poltronas.
Ojalá esto sea el primer capítulo de un acuerdo más ambicioso y generoso que nos lleve a un gobierno a la europea y no a lo que pretende Sánchez. Tampoco parece conveniente una repetición de elecciones con la que se nos viene encima tanto a nivel interno como en el exterior.
Parece que C's ha hecho un primer gran servicio del que ellos mismos también se han beneficiado merecidamente. Bajo un punto de vista democrático, nada que objetar, todo lo contrario, excepto la incomprensible tozudez de Rajoy en seguir manteniendo en la vicepresidencia a Celia Villalobos, que no logra consenso ni dentro de su propio partido. O sí, como diría el gallego.
Ahora vendrá el teatro de cara a la galería. Sánchez dirá, perseverante en la torpeza, que el acuerdo es del PSOE y C´s y que el PP no ha tenido más remedio que ceder. El PP puede que haga el paripé de no votar en primera vuelta a López, o quizá decida desmarcarse de la postura intransigente de Sánchez y retire a su candidato. C's se ufanará de su renovada importancia institucional y de sus esfuerzos para acercar a PP y PSOE.
Cada cual con sus medallas para contentar a su electorado y tranquilizar los miedos. Pero lo cierto es que ha habido un acuerdo a tres, y esos tres representan a las fuerzas constitucionales. Y a pesar de los irresponsables devaneos de Sánchez, esto es toda una esperanza. Claro que para que esta esperanza llegue a buen término probablemente PP y PSOE tengan que desprenderse de sus respectivos líderes. Los zombies sobran.