Los medios están erigiéndose en el paradigma de la idiotez, porque ya hace falta ser idiota para elevar la anécdota a nivel de categoría y a anónimos a nivel de opinadores. Esos titulares que dicen que las redes "hierven" u "opinan" o "linchan" no se refieren a quienes con nombres y apellidos opinamos en ellas, sino a activistas y trolls anónimos que pugnan por ver quien disparata más y más eco logra en esos medios que los "consagran".
No hay más que ver los nicks de estos "opinadores" para darse cuenta de que hablamos de trolls anónimos, sin nombres ni apellidos, por lo tanto basura. En la red han existido desde siempre, quienes escribimos en ella desde el inicio bien lo sabemos, pero sólo se les ha dado importancia mediática cuando se han metido con periodistas.
Elevar la basura de twitter a categoría de opinión es por tanto idiota como poco. No debería ni de hablarse de ellos. Los trolls son molestos pero nada más, no representan a nadie. Pero hacerse eco de sus deposiciones es animar a otros a que los imiten.
Los periodistas debieran de diferenciar la opinión de la basura, así como las redes de los medios de comunicación. No son lo mismo. Esas "opiniones" no tendrían valor alguno si los medios no les otorgaran ese valor.
Pero como estos podemitas sí saben como funcioana la cosa, gracias a la imimportancia que los medios regalan a las turbas de trolls y de activistas anónimos, los azuzan. Es contra esos que con nombre y apellidos azuzan a chusma anónima -que en muchos casos son menos de lo que parecen pero usan varias falsas identidades- contra quienes debieran protestar.