Continúo con la exposición iniciada en mi post Oros y Bastos del día 3 sobre lo que podría hacer Sánchez -bueno, o quienes le manejan- para no perder la iniciativa e intentar salvarse de la quema al tiempo que no hunde a su partido.
Tras forzar que Podemos se retrate y diga que no a llegar a acuerdos con el PSOE, debe escenificar su rechazo a esta formación y presentarlos como totalitarios antidemócratas que no están por la labor de construir y con quienes no se puede contar.
Lo primero e inmediato, obviar a Rajoy y dirigirse a las bases del PP de forma sutil. Al fin y al cabo él está trabajando en lo que Rajoy no quiso trabajar. Con esto no se desdeciría de su rechazo a Rajoy pero eliminaría ser tachado de irrespetuoso con los votos más numerosos. Ya no sería un antidemócrata, vamos; con lo que elimina un argumento del adversario.
Una vez recuperada esa "interlocución" con el PP, que podría personalizarse en cualquiera que no fuera Rajoy y que además no estuviera significado precisamente por ser un fiel servidor de éste, podrá adelantarse haciendo una primera oferta que descolocara a su adversario y le obligara a reposicionarse: Podría pedir la abstención del PP a un gobierno PSOE-Ciudadanos a cambio de pactar un programa de gobierno que no fuera rechazado de plano por los votantes del PP, empezando por aflojar esa promesa de revocar la reforma laboral. Lo podría hacer sin alertar a las bases propias, poco a poco, hasta dejarla en el olvido. Incluso hasta consultándolas para rizar el rizo. En la tradición del PSOE no tendría demasiado problema para decir que ese programa de gobierno dice lo que no dice y así meterse en el bolsillo a sus bases.
Por ese camino y para ahuyentar rechazos en las del PP no tiene más que buscar entre sus propuestas aquellas que sabe que no pasarán a convertirse en leyes por la oposición del PP en el Senado, así que se adelantaría y lo presentaría como una generosa cesión en vez de sufrir el desgaste de que sus propuestas, una vez gobernando, no salieran adelante.
Al mismo tiempo habrá puesto contra la pared a esos barones díscolos que se apoyan en Podemos para mantener el poder mientras despotrican hablando de líneas rojas. Lo de Susana, para más adelante.
Si el PP no acepta, ya puede empezar a desmontar la cantinela de que él es un intransigente y empezar a volver la oración por pasiva acusando a la cúpula del PP de anteponer sus intereses a los de sus votantes.
Por supuesto que cabe esperar una reacción contraria, pero ya no sería dentro de su partido, donde empezarían a verlo como un estratega y anularía lo de las líneas rojas referidas a Podemos, pues estos ya no serían el problema y se les podría tachar de lo que son y de que no representan a la izquierda sino a los extremistas totalitarios y a independentistas varios. Vamos, a desactivarlos como fagocitadores del PSOE. Además, esos presumibles ataques los compartiría con Ciudadanos, diana segura de la pataleta del PP, lo que los haría más llevaderos.
Luego, cuando el PP no acepte y esté en plena campaña para explicar por qué no lo hace, podrá rematar la jugada y aumentar la presión. Incluso apoyándose en el "sacrificio" de haberse presentado a una investidura y perderla porque el PP vote con Podemos.
Y nada mejor que volver a enfrentar al PP contra sus propias contradiciones y demostrarles que el problema es Rajoy. Como ya se está en la campaña de convertir a Podemos en radicales antidemócratas, que pida al PP su apoyo para desembarazarse de ellos allí donde han alcanzado pactos con la formación morada o afines, a cambio de que el PP se abstenga en la investidura para lograr un Gobierno PSOE-Ciudadanos. A ver qué pasa entonces. Rajoy estaría a la defensiva sin capacidad de ataque y, evidentemente, contra las tablas.
Si esto no lograra que desde el PP ya se aceptara que con Rajoy a la cabeza no van a ningún lado y viera todo perdido porque la única salida que le quedara fuera forzar elecciones, llegaría el desenlace final.
Ofrecería su propio sacrificio -él ya sabría que de todos modos ya estaba sacrificado así que "de perdidos, al río"- y pediría al PP que apoyara un gobierno PSOE-Ciudadanos presidido por Rivera. Veremos si de ésa se puede defender el PP. Él quedaría como un hombre de Estado excepcional capaz de sacrificarse por el bien de España y como el salvador de su partido, con lo que tal vez consiguiera ganar el Congreso y seguir al frente del mismo, habida cuenta de que ya habría debilitado a los barones díscolos y podría presentarse como inmaculado incorrupto frente a la sospechosa de corrupción Susana Díaz y como quien habrá devuelto al poder al PSOE aunque él mismo no lo alcanzara. Un héroe completo. Y a ver quién le tose y quién es el guapo que desde el PP se atreve a descalificarlo y a oponerse de frente a cuantas iniciativas ponga en marcha para que los Ministros del PSOE hagan valer que el PSOE existe y no se ha muerto. Y Podemos, pataleando apeados de su falsa aureola de izquierda democrática que quiere suplantarlo. ¿O no?
Pues a lo mejor no. A lo mejor alguien aparta del PP a esos súbditos de Rajoy y coge las riendas de la jugada adelantándose a ella. Salvar a Rajoy ya no sería el objetivo aunque se le podría presentar como un héroe si se retira para poder hacer la jugada ellos en vez de Sánchez. Resultado, PP gobierna y no va como derrotado a su propia refundación en su Congreso. Sánchez se descalabra y el PSOE se pone a la tarea de recomponerse. Y los demás, tendremos un gobierno homologable en Europa y nos habremos quitado de encima a payasos varios en ayuntamientos y comunidades que están frenando la salida de la crisis. Los independentistas, de piedra, viendo como en España se pueden arreglar las cosas sin circos a la catalana. A ver cómo lo explican a los suyos.
Nos habríamos quitado de encima dos rémoras, Rajoy y Sánchez, aunque este último a lo mejor aguanta gracias a la fuerza conseguida al haber aceptado el encargo del Rey, cosa que nunca podrá agradecer lo suficiente a Rajoy. Y enseguida, a hacer limpieza de corruptos hasta donde duela para que recuperemos la confianza en los políticos. Pero me temo que para esto tendremos que pasar por el reconocimiento del fracaso e ir a repetir las elecciones.
Aunque también pudiera ser que la torpeza de algunos le haga aprovechar que se ha reforzado ante su Ejecutiva y se eche en manos de Podemos y demás diciendo "yo no quería, pero..." ¿O no?
Pues a lo mejor tampoco. A lo mejor su partido impide que se le vaya la olla y lo descabalga y así volvemos a la jugada inicial encaminada a una coalición para la que ya sólo habría un impedimento que tendría que ser el PP quien lo apartara: Rajoy. Aunque para ello haya que dejarle sentarse en La Moncloa durante un rato.