Pero ponerse en la posición de veto le asimilaría a Sánchez y le haría culpable de una nueva convocatoria electoral. Lo inteligente sería cargar las culpas a otros, de darse esa circunstancia. Tiene tres millones de votantes -curiosamente el mismo número de votantes que ha perdido el PP desde la anterior legislatura válida- que saben que no quiere a Rajoy en el Gobierno y a pesar de ello le han votado, pero la intransigencia en política se paga caro y conseguiría mucho más permitiendo que gobernara a cambio de necesarias reformas.
Curiosamente, a pesar de la pérdida de ocho diputados, la posición de C's es más fuerte de lo que era tras el 20D, pero la soberbia y la intransigencia pueden convertir en espinacas el músculo, no al revés. Él no es Popeye.
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