"En Cataluña estamos viviendo las consecuencias de no hacer política durante mucho tiempo. Los partidos constitucionalistas han dejado de hacer política y se la han dejado al nacionalismo y al independentismo. El PP y el PSOE deberían hacer política y defender una idea nacional de España, una España europea, abierta".
Estas dos apreciaciones de Aznar seguro que son apoyadas por todos los votantes del PP, pero no son respetadas por la cúpula actual del PP, que sí mantiene el discurso aunque no lo lleva a cabo. Este PP de Rajoy, y el propio Rajoy, parecen el PP cuando hablan pero en absoluto lo son cuando actúan, y mucho menos cuando no actúan e incumplen lo que prometen y dicen.
Negar que ese es el motivo de la pérdida de tres millones de votantes es negar la realidad, algo en lo que se han especializado en los últimos años. Y si no han perdido más votantes es por el miedo que les han inculcado a que si no votan PP vendrán "los malos", vendrán "los rojos", el Frente Popular y el acabóse. Y en ese sectarismo que se han encargado de sembrar todo lo que no sea PP es esa hecatombe.
Y los que se van por la derecha, son tachados "extrema derecha fascista" y traidores que desperdician su voto en opciones que no van a ningún lado. Pero al tiempo se niegan a reconocer su errores y el hecho de que, justa o injustamente, Rajoy carece de autoridad moral para muchísima gente por culpa de haber estado al frente del partido mientras se producían en éste actos de corrupción de todo tipo.
Dirigentes del nivel de Esperanza Aguirre han asumido su culpa "in vigilando" y han dimitido, él no. Y así como el PSOE no tienen tampoco autoridad moral para acusar a nadie, habida cuenta de lo que tiene en sus filas, no es el caso de Sánchez que puede alardear que él no tenía cargo relevante alguno en su partido mientras esos casos ocurrían, y a ojos de la opinión pública está más limpio que Susana Díaz.
Dirigentes del nivel de Esperanza Aguirre han asumido su culpa "in vigilando" y han dimitido, él no. Y así como el PSOE no tienen tampoco autoridad moral para acusar a nadie, habida cuenta de lo que tiene en sus filas, no es el caso de Sánchez que puede alardear que él no tenía cargo relevante alguno en su partido mientras esos casos ocurrían, y a ojos de la opinión pública está más limpio que Susana Díaz.
Por mucho que digan, el PP de hoy poco tiene que ver con el PP de ayer. Sus promesas electorales, basadas en lo que eran sus principios de siempre, han sido las primeras que se incumplieron cuando tenían una mayoría más que suficiente para haberlas llevado a cabo. Y hoy en día son muchos los responsables del partido que declaran principios completamente opuestos a aquellos. Negarlo es negar la realidad, cosa en la que se han especializado desde hace demasiado.
Ver a quienes no hace tanto definían a Aznar como el mejor Presidente de la democracia aceptando las críticas y el ninguneo que recibe del partido que refundó, produce melancolía desde fuera; desde dentro produce bastante más que algunos cabreos. Pero aquí no se mueve nadie, no vaya a ser que pierdan esas poltronas que, precisamente por eso, son cada vez más escasas.