Sólo salí a aplaudir el primer día para mostrar mi apoyo a los sanitarios. Dejé de hacerlo en cuanto vi que se iban a instrumentalizar políticamente, como así ha sido. Los responsables de que nuestros sanitarios se hayan contagiado y hayan fallecido en número muy superior a la media mundial, son quienes más fuerte aplauden y quienes más hacen mención a esos aplausos.
Entiendo que la gente cree no tener otra forma de apoyar, pero los responsables de los poderes públicos sí tienen otra, que es cumplir con su deber y velar por la protección de quienes velan por los demás. No son aplausos lo que deben entregarles para que puedan cumplir con su cometido con la mayor protección posible, sino equipos de auto protección.
Los aplausos, como los minutos de silencio, son una forma de reconvertir la indignación en conformismo. Una forma de aceptación de lo inevitable. De dar rienda suelta a la indignación reconvirtiéndola en un sentimiento de resignación colectiva que acepta la tragedia y así no se rebela contra quienes la causan o agravan. Una forma de desahogo.
Se están enfermando y muriendo quienes están en primera fila por culpa de la negligencia de quienes tenían que haber previsto su autoprotección, y en vez de salir a exigir responsabilidades y que eso se corrija, salimos a aplaudir a las víctimas de ese desaguisado irresponsable. Y ya está, ya hemos cumplido.
Pues no, me niego. Mi apoyo a esos héroes de primera fila tiene que pasar necesariamente por exigir y forzar que se les den todos los medios que precisen para su protección, no para aplaudir su valentía y martirio. Y para pedir que ese aplauso se convierta en otro tipo de recompensa que resarza de alguna manera su sacrificio y el de los suyos. Como por ejemplo un par de pagas extras. Ese dinero lo merecen mucho más que las televisiones y los de la farándula, cuyo mérito es apoyar precisamente a los responsables de las carencias de estas personas que se juegan la vida por salvar las nuestras.
Así que a ver si inventamos algún medio para presionar en ese sentido. Eso sí lo aplaudiré.
Los aplausos, como los minutos de silencio, son una forma de reconvertir la indignación en conformismo. Una forma de aceptación de lo inevitable. De dar rienda suelta a la indignación reconvirtiéndola en un sentimiento de resignación colectiva que acepta la tragedia y así no se rebela contra quienes la causan o agravan. Una forma de desahogo.
Se están enfermando y muriendo quienes están en primera fila por culpa de la negligencia de quienes tenían que haber previsto su autoprotección, y en vez de salir a exigir responsabilidades y que eso se corrija, salimos a aplaudir a las víctimas de ese desaguisado irresponsable. Y ya está, ya hemos cumplido.
Pues no, me niego. Mi apoyo a esos héroes de primera fila tiene que pasar necesariamente por exigir y forzar que se les den todos los medios que precisen para su protección, no para aplaudir su valentía y martirio. Y para pedir que ese aplauso se convierta en otro tipo de recompensa que resarza de alguna manera su sacrificio y el de los suyos. Como por ejemplo un par de pagas extras. Ese dinero lo merecen mucho más que las televisiones y los de la farándula, cuyo mérito es apoyar precisamente a los responsables de las carencias de estas personas que se juegan la vida por salvar las nuestras.
Así que a ver si inventamos algún medio para presionar en ese sentido. Eso sí lo aplaudiré.