Y puede que sea más beligerante contra quienes tienen en su mano librarnos del social comunismo y veo que se dedican a mirarse el ombligo y a memeces por ver quien la tiene más larga, mientras Sánchez se crece por esos enfrentamientos.
Y es evidente que no me muevo por sectarismo -excepto si ser demócrata es pertenecer a una secta-, aunque no escondo mi animadversión hacia quienes en absoluto son demócratas por mucho que se pasen el día con esa palabra en la boca e intentando repartir carnets de demócratas. Ni tampoco hacia esos que buscan que esos anti demócratas les concedan dichos carnets. Todo lo que se haga para desenmascararlos nunca me parecerá suficiente. Quienes quieran votarlos que sepan lo que votan y no vengan con milongas de lo demócratas que son y lo fascistas que somos quienes los señalamos, cuando es evidente que desconocen tanto lo que es el fascismo como el comunismo.
El comunismo en absoluto es demócrata, ni todos esos partidos de su órbita; y tampoco abogan por un régimen democrático. Esto no es opinión, es un hecho empírico. No tengo complejo alguno en decir lo que pienso ni busco aprobación alguna. Y ya pueden decir lo que quieran.
Por lo tanto exijo que el objetivo prioritario sea desbancarlos, y me da igual quien ocupe el sillón que sea. Que lo haga el que más corra en pos de dicho objetivo y tenga más posibilidades de alcanzarlo. El otro, que ayude y que no se dedique a despistar del objetivo.
Una vez desbancado ese socialismo extremista y excluyente, ya habrá tiempo de discusiones y diferencias. Eso sí es democracia.
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