jueves, 9 de noviembre de 2023

No sólo una humillación.

Una vergüenza nacional que apunta a hacer desaparecer la idea nacional. Una vergüenza internacional el que un gobierno se conforme gracias a acuerdos con delincuentes y prófugos de la justicia. Un Gobierno que va contra la mayoría social. Un Parlamento que no reconoce el resultado de las urnas y lo sustituye por mercadeos y acuerdos con grupos contrarios a la Constitución y a la propia existencia de la nación de todos. Una banda de corruptos aferrados al poder que se empeña en negar que si las urnas han dicho algo es que PP y PSOE tienen que unirse para gobernar en coalición, como sucede en los países democráticos.
Un acuerdo que se acelera porque la UE se ha dado cuenta de quien y qué es Sánchez, y para anticiparse a que en las Instituciones europeas se tomen medidas para impedirlo. Un fracaso colectivo que puede ser que destape una ruptura social que desemboque en el enfrentamiento. Que, por otra parte parece ser lo que buscan quienes aún viven en una guerra civil que perdieron sus ancestros y que habíamos superado.
En fin, un camino hacia un desastre que quienes nos llevan a él dicen que aquí no puede ocurrir, que en Europa es imposible, olvidando que es precisamente donde no pueden ocurrir estas cosas en donde la historia demuestra que ocurren. Y que olvida lo que ha ocurrido en Europa demasiadas veces.
Y todo ello con el único propósito de mantener en el poder a quien es capaz de cualquier cosa para evitar que la democracia le dé el poder a otros. Un poder al que se llega por el apoyo de un fugado en el maletero de un coche. Y que se va a entregar a un candidato que dirige un partido cuyos anteriores dirigentes no reconocen ya como suyo.

Hay que seguir intentando parar esto. Urge un liderazgo que frene lo que ya se evidencia como un proceso revolucionario.

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