miércoles, 8 de noviembre de 2023

¿Cui prodest?


Se veía venir, es de manual. El Gobierno destapó la espita de la violencia, actuando de forma desaforada la noche anterior contra unos manifestantes pacíficos, con la excusa de que había algunos elementos que identificaron como ultras. Su obligación hubiera sido detenerlos e identificarlos para disipar dudas. No lo hicieron y los utilizaron de excusa.
Anoche se veía claramente a esos reventadores que, por otro lado, la policía tiene perfectamente identificados, y tampoco se hizo nada hasta que estalló la cosa. Hay que exigir que difundan sus filiaciones y no sólo los elementos de violencia que se les han incautado.
Lo que ha quedado claro es que hay un gran malestar e indignación contra este Gobierno y sus entregas al independentismo. Hay un gran malestar social, con toda seguridad, no como esa idiotez que ha dicho Cuca Gamarra de que hay un malestar "creo" que social. Yo no creo que lo haya, lo sé, lo veo, lo oigo. Se vio ayer claramente en esa manifestación hasta que los reventadores se la cargaron.
El Gobierno tiene una potente red de medios de comunicación, de voceros, propagandistas y tertulianos profesionales a su servicio, así como multitud de ciberactivistas en las redes. Los va a utilizar para responsabilizar de la violencia de ayer a la oposición. Y la oposición parece reñida con la inteligencia en sus actuaciones. Y la primera evidencia de falta de inteligencia es ese intento de tratar de protagonizar y apropiarse de las protestas.
Lo de Vox atacando al PP en la manifestación que era contra el gobierno, es de traca por lo pueril. Y lo del PP tratando de desligarse de esas manifestaciones, también. La Constitución ampara el derecho a manifestarse sin autorización previa, el problema no es ése. En manifestaciones autorizadas también pueden actuar los reventadores si no se actúa contra ellos. El problema es de organización, no de autorización. Y de información, al no insistir en lo que se debe hacer en caso de encontrarse con encapuchados y violentos en las manifestaciones. Las manifestaciones espontáneas no deben prolongarse, pues dan tiempo a organizar cómo desmontarlas.
Recuerdo las manifestaciones comunistas en tiempos de Carrillo con unos servicios de orden impecables que impedían la actuación de elementos desestabilizadores que, en muchos casos, eran infiltrados del Ministerio de Interior. Esto no es un apoyo al comunismo, como demócrata soy absolutamente contrario a él, lo digo para recordar cómo evitar que las manifestaciones de protesta pierdan su finalidad. Y por recordar que quienes más saben de la efectividad de los reventadores de manifestaciones, pues se valen de ellos, se cuidan de que no actúen en las suyas.
Si quienes tienen que velar por la protección del derecho de manifestación no lo hacen, tienen que ser quienes las convocan los que deben de encargarse de ello. Las manifestaciones son un arma potente, pero como todas las armas hay que saberlas utilizar para impedir dispararse en el pie.
En este momento no deben ser usadas por los partidos sino por la sociedad. Y deben estar organizadas, pues desgraciadamente se ha visto que, si no, las desorganizarán otros que sí están organizados para ello. Y hay quienes los utilizan para anular las protestas por el método de sembrar el miedo a participar por si acaban en disturbios.
No hay más que ver a quien beneficia estos disturbios para saber quien los alienta.
¿Cui prodest? Pues eso.

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