Carta íntegra de Javier Cervera a Celia Mayer
Doña Celia Mayer Duque
Delegada del Área de Gobierno de Cultura y Deportes
Ayuntamiento de Madrid
Muy señora mía:
Mi abuelo José, valenciano, se dedicó durante la Segunda República a cierta actividad política en la Derecha Regional Valenciana. A partir del 18 de julio de 1936 tuvo que esconderse constantemente durante los 33 meses siguientes porque era “facha”, según la opinión de los partidarios del Frente Popular o la República.
Mi abuela, su esposa, pasó varias veces por checas valencianas en las que le intentaron sonsacar, por medios no muy corteses ni educados, que delatara donde se escondía su marido.
Gracias a Dios no lo hizo (y, por ello, entre otras cosas, estoy yo aquí).
No conocí a mi abuelo José porque –según me contó siempre mi abuela- la Guerra maltrató mucho su salud y nunca se recuperó después de ella. Murió en 1956. Tanto mi padre como mi abuela (q.e.p.d) siempre me han contado que mi abuelo José era un hombre muy bueno, honrado, trabajador.
Mi abuelo Manuel, valenciano también, nunca se metió en política. En 1936 era obrero de un taller en Valencia y en esa actividad continuó desde julio de aquel año hasta abril de 1939.
A pesar de que los propietarios estuvieran ausentes porque la guerra, iniciada en verano, les pilló de vacaciones fuera de la ciudad, mi abuelo y sus compañeros continuaron trabajando con honradez y defendieron la titularidad de aquellos frente a los intentos de colectivización por parte de los sindicatos.
Mi abuelo Manuel padeció mucho en la guerra debido a las propias circunstancias de la misma a las que se agregó la enfermedad de su hijo mayor, mi tío. Cuando los franquistas impusieron su política de victoria, mi abuelo Manuel fue sometido a un consejo de guerra por una denuncia falsa e interesada que acabó en una leve condena porque –decían- había trabajado o colaborado con “los rojos”.
Por tanto, mi abuelo fue un represaliado por el franquismo. Fue considerado “rojo”, motivo por el cual tuvo dificultades para encontrar trabajo con el que sacar adelante a su mujer y a sus dos hijos, la menor es mi madre.
A mi abuelo Manuel sí lo conocí, y mucho, era un hombre extraordinario y no albergaba el más mínimo rencor a Franco ni a su régimen, aunque, probablemente, el general no le cayera muy bien.
Mi abuelo José está enterrado en Valencia, mi abuelo Manuel en Madrid. Señora Mayer, si se da la ocasión, aunque no me resulta fácil, ¿puedo visitar y llevar flores a la tumba de mi abuelo José aunque fuera un “facha” partidario del bando sublevado, luego vencedor, e incluso –ya me disculpará por favor- rezar por él? O ¿como estuvo con “los malos”, en esta película que se ha montado usted, no debo hacerlo?
Tal vez, ¿usted cree que sólo merece mi recuerdo, respeto y oración mi abuelo Manuel porque –según usted- estuvo con los “buenos”? Es únicamente una pregunta retórica, no me conteste. No me importa nada su opinión fundamentada en el rencor, el sectarismo y, sobre todo, la ignorancia.
Voy a seguir honrando la memoria de mi abuelo José y la de mi abuelo Manuel, dos españoles extraordinarios que se vieron aplastados por un conflicto que ellos no buscaron… Como la inmensa mayoría de los españoles de 1936, por cierto.
Atentamente,
Javier Cervera Gil– Doctor en Historia Contemporánea y en Periodismo
Profesor Titular de Historia Contemporánea
Universidad Francisco de Vitoria.