La política se ha convertido en un desfile de muñequitas insulsas sin nada que aportar más que imagen.
La última memez de una política -que hace dos días decía que a veces se sentía avergonzada de ser mujer en el congreso- la protagonizará Soraya Sáez de Santamaría, portavoz del PP en el Congreso, en el dominical del Diario El Mundo. Y lo hace con un posado propio de mujer fatal años cincuenta. Tal parece que esa es la imagen que quieren vender del nuevo PP. Pues van listos.
Ya me he metido por activa y por pasiva con el posado de las Ministras del primer Gobierno Zapatero en el Vogue. Y con el continuo desfile de modelitos que es cada aparición de la Vicepresidenta. O con la muñequita tonta que el PSOE ha colocado como Secretaria de Organización, Leire Pajín. Ahora, tras el smoking de la Ministra de Defensa, se completa el círculo. La política parece un desfile de niñas monas, de niñas bien. De pijas liberalizadas. Aunque no tanto, pues no hacen más que usar de su condición femenina - en el aspecto más peyorativo del término- al tiempo que claman por la igualdad. La muñeca del PSOE, Laire Pajín, hoy proclama su solidaridad con la muñeca pepera desde su blog, y pide al PP que la apoye; en la esperanza de que eso sirva también para borrar las críticas contra las VogueMinistras.
Entre tanta muñeca, brillan dos mujeres de bandera. Dos mujeres íntegras y que dicen lo que piensan, sin que lo que piensan esté al albur de condicionamientos políticos o de lo políticamente correcto: Esperanza Aguirre y Rosa Díez. Al margen se quedó otra valiente mujer: María San Gil. Su partido la apartó en pro de las muñequitas lindas.
Esperanza Aguirre es blanco airado de todas las izquierdas del mundo mundial. Porque le temen. Porque temen que la gente se sume cada vez más a aquellos que ya ven en ella una política capaz, honesta y efectiva. Y que además llama al pan, pan, y al vino, vino. Y que ha tumbado una y otra vez a sus oponentes, sean de izquierdas o de gallardolechas. Temida por la cúpula actual de su propio partido, pues no traga con las tibiezas. Y en el punto de mira de las muñecas peperas. Aunque éstas han tenido que recular a la vista de lo visto.
Es una política de derechas, liberal, que no se avergüenza de serlo, y que reclama sin complejos el derecho a decirlo y que no se le anatemice por ello. Ahora ha sido objeto de las iras del castrismo, lo que ha llevado al Gobierno a llamar tibiamente la atención al régimen cubano por los piropos vertidos contra ella. Desde un país antidemócrata se permiten insultar a una política elegida democráticamente en un país supuestamente democrático. Y todo porque ha exigido precisamente la libertad y la democracia para los cubanos.
Desde otras posiciones, otra mujer: Rosa Díez es atacada ahora también por diestros y zurdos. Más por los diestros, pues incluso dicen que les ha secuestrado sus ideas. Dicen que usa de los postulados que defiende el PP. No es cierto; en todo caso, usa y reclama algunas cosas que se suponía que reclamaba el PP, pero que ahora manifiesta un clamoroso silencio sobre las mismas. Es una mujer sin complejos y que ha decidido anteponer la lógica, el sentido común y la verdad, por delante del sectarismo y los intereses de partido. Es una mujer valiente, luchadora y trabajadora. Se apeó de la poltrona y se la jugó para hacer valer sus principios.
Y esos principios por los que lucha son principios en los que creen muchos votantes del PP, y que no ven defendidos por éste tras su giro simpático. Por eso se ha desatado una campaña en su contra desde la derecha. En la revista Epoca se puede ver todo un reportaje en ese sentido. Se trata de hacer ver a los votantes de derechas que Rosa Díaz es de izquierdas. O sea: sectarismo. Lo mismo que critican en la izquierda, y que Rosa Díaz no usa.
Rosa Díez es socialdemócrata, es de izquierdas. Pero es que ser de izquierdas no es intrínsicamente malo. Lo malo es ser un sinvergüenza que se dice de izquierdas sin siquiera saber lo que es la izquierda. O lo mismo para la derecha, aunque en este caso nunca se acepte ser de derechas. Pero además, Rosa Díez ha decidido no hacer bandera del sectarismo y pasar de calificaciones de izquierdas y derechas. Ha decidido sacar lo bueno de la socialdemocracia y del liberalismo. Ha decidido saltarse la raya; mejor aún, eliminarla. Ha decidido hacer bandera de la verdad.
Por eso atrae a votantes que anteponen sus principios al sectarismo. Y por eso la atacan desde la derecha. Pero la atacan con respeto. En realidad no es un ataque claro, sino sibilino. Se dice que sus ideas están muy bien, pero que esas ideas ya las defiende el PP, y que mucho ojo, porque al ser de izquierdas tiene ideas muy pecaminosas. Es una falacia total.
Uno de los argumentos que más veo en boca de estos temerosos de la fuga de votos de derecha hacia el partido de Rosa Díez, es el del tema aborto. Se dice que Rosa Díez es partidaria del aborto. No es cierto, al menos no lo es más que el PP, sino menos. Y explicaré por qué digo esto.
La ley actual sobre la despenalización del aborto es un tremendo coladero que en la práctica hace que exista el aborto libre. El supuesto de la salud mental de la madre permite el aborto hasta el término del embarazo. No hay tope. Y el PP no quiere que la ley cambie, le parece bien la actual ley. El PSOE propone, como siempre, cambiar las cosas por el procedimiento de cambiar lo que significan. Quiere convertir lo que sigue siendo un delito -despenalizado en algunos supuestos (en todos, gracias a lo anteriormente expuesto)- en un derecho. Quiere inventarse el derecho de la madre a matar a su hijo. A partir de ahí ya da lo mismo que sea una ley de plazos o de lo que sea, pues será una aberración puesto que de una aberración parte.
Rosa Díez por su parte, y salvo desmentido, aboga por una ley del aborto que contemple excepciones y que fije unos plazos. Más allá de esos plazos no vale excusa posible; ni salud mental ni historias. O lo que es lo mismo: reduciría drásticamente el número de abortos que se producen al amparo de la ley existente. No es partidaria del aborto, sino de una ley que lo restrinja más que la actual.
La postura del PP es dejar las cosas como están, o sea más de 120.000 abortos anuales.., y creciendo. Para quien sea contrario al aborto no es algo perfecto lo que pide Rosa Díez, pero en absoluto es lo que se quiere hacer creer para evitar la huída de votos hacia su partido.
En cuanto a sus ideas en política económica, bueno, habrá que analizarlas y verlas, pero se basa en lo bueno de la socialdemocracia y del liberalismo, aunque en cualquier caso no es lo realmente importante, habida cuenta de que hay cosas fundamentales en las que se puede estar de acuerdo con ella desde posiciones de derechas, liberales y de izquierdas. Y una de ellas es el concepto de España. O el control de las Autonomías y el recuperar para el Estado competencias cuya cesión ha creado más problemas de los que resuelve. O el cambio de sistema electoral para quitar el protagonismo a los nacionalistas, que ahora lo tienen con pocos votos en relación con los de la mayoría. O la firmeza antiterrorista. O tantas cosas más en las que muchos estamos de acuerdo y hoy no hay quienes las hagan valer más que ella.
Ayer oí a otro político honesto donde los haya, Mayor Oreja, decir que él nunca verá en Rosa Díaz una oponente. Dijo que tienen en común la defensa de muchas cosas importantísimas. Puede que eso no haya sentado nada bien a la cúpula de su partido y a las muñecas, pero tiene razón; y si el PP no defiende esas cosas, perderá votos hacia la formación de Rosa. No estoy pidiendo el voto para su formación, pero estoy llamando la atención sobre las mentiras que se dicen de ella. El PP ya mintió e intentó desprestigiar a otra gran mujer, y era de sus propias filas: María San Gil, ¡qué no intentarán con ésta!
Lo del PSOE, más de lo mismo; pero ellos no defienden lo que defiende Rosa, ni dicen defenderlo. El PSOE ha perdido la E y se encuentra en brazos de los nacionalismos para no perder el asiento. En ese camino ha logrado una España desmembrada e ingobernable, además de económicamente insostenible. Ha hecho del engaño y la mentira su metodología. Y desde luego, nada que ver con el socialismo democrático y cada vez más lejos de éste.
Puede que el vaticinado ascenso de Rosa Díaz haga que vuelva algo de sensatez a los dos grandes partidos. De momento parece que en el PP algo se mueve gracias a ella.