jueves, 21 de septiembre de 2017

Lo inevitable de lo que fue evitable.

Asalto anoche al Cuartel de la Guardia Civil en Manresa.
El mirar para otro lado, la cesión continuada y, como colofón, la inacción acomplejada del Gobierno de Rajoy, nos han llevado hasta este punto. No hacer nada deriva necesariamente en tener que hacerlo todo de golpe, no poco a poco, y herramientas tiene el Gobierno para hacerlo. Aunque ya nada de lo que se haga borrará lo sucedido, ni hará recuperar la confianza ni logrará superar la división existente, algo hay que hacer para que no se llegue a más.

Hay motivos más que suficientes para aplicar tanto el 155 y suspender la Autonomía, como para detener por sedición a numerosos responsables políticos. Incluso para aplicar el Estado de Alarma contemplado en la Constitución y militarizar servicios esenciales, como el de suministros portuarios -estibadores- que se han negado a prestar servicio a los barcos que albergan a la policía.

A estos sediciosos ya sólo les falta declararnos la guerra y eso sí sería una tragedia. El Gobierno tiene el deber y la obligación de evitarlo y todo lo anterior puede hacerlo mientras la legalidad y la Constitución sigan vigentes, pero eso no se logra tan sólo con palabras.

Coches de la Guardia Civil tras el acoso de los independentistas.

Cuanto más tiempo continúen las algaradas más se perjudica a la población y más fácil lo tienen los sediciosos para convencerles de que la culpa es de quienes pretenden mantener la legalidad, y no de quienes la han hecho trizas.

Esta situación está dañando seriamente la imagen de España, cuya "marca" ya empieza a ser ligada a la inseguridad. Además de que es la proclamación del éxito que tienen para la desestabilización los atentados terroristas islámicos -necesariamente ligados a este proceso gracias a quienes han permitido que los activistas desestabilizadores estén financiados con el dinero de todos-, lo que puede alentarlos a cometer más.

No se trata ya de la celebración o no del referéndum, el asunto es mucho más grave. Ya no hay diálogo que salve la situación ni "perdones" que valgan. Que no vengan ahora con negociaciones con los delincuentes disfrazadas de diálogo para otorgarles impunidad a cambio de que aplacen el problema. Ya no vale la política partidista a cuatro años vista. Estamos ante la fractura del Estado y nunca se ha arreglado una fractura rompiéndola más.

Esto se ha ido de las manos de unos políticos que por acción, omisión, colaboración o aprovechamiento son responsables de la situación actual y que, por eso mismo, no están cualificados para sacarnos de ella con éxito. Estamos ante el canto del cisne de la Constitución y el Estado de las Autonomías y, si alguien no lo impide, también de España como nación.