jueves, 26 de abril de 2018

No supo irse...




Cifuentes ha sido torpe en el manejo de la crisis e intentando agarrarse a la poltrona. Ha sido una temeraria al lanzarse al terreno político con esas cargas, y una soberbia irresponsable al ponerse chula teniendo esas debilidades. Pero sobre todo al confiar su futuro a Rajoy. Si quería evitar que la izquierda llegara al poder en la CAM, no tenía más que haber dimitido en el momento en que se decide presentarle una moción de censura. Ahí acabó su ciclo político y no lo supo ver.

Una vez dicho esto, me parece de una zafiedad miserable el haber usado una antigua adicción, enfermedad psíquica, o como se quiera definir, de la que se había rehabilitado -con toda seguridad ha estado en tratamiento para ello- para obligarla a hacer lo que Génova le exigía mientras Mariano disimulaba dándole besitos.

Cifuentes se prestó a ser la mano liquidadora de Aguirre por orden de Rajoy. Ahora ha sufrido en sus carnes el rayo liquidador rajoyista. Quien a hierro mata a hierro muere o Roma no paga a traidores.

No es cierto que haya caído por enfrentarse a la corrupción como ha pretendido hacer creer. Eso ha sido su numerito final, pero no cuela. Lo que ha pretendido presentar como eso no es nada nuevo, y de haberlo sido tiempo tuvo para denunciarlo en su momento. Sí puedo creer que se haya enfrentado a una mafia interna de la que no estuvo muy alejada en su momento.

A Cospedal le va a salir caro el apoyo que ha prestado a su amiga Cristina. A Cristina le ha salido caro su progresía y sus regalos a la progresía, en contra de los deseos de sus votantes. En cualquier caso, adiós al PP madrileño. O sea, adiós PP.