lunes, 19 de febrero de 2007

La cobarde estrategia autonómica del PP


El PP debió de haberse plantado


El seguidismo del PP a las propuestas socialistas de reescribir los estatutos de atonomías, es signo claro de su entrega total y su miedo a dar la cara por culpa de sus propios complejos.

El complejo de la derecha por ser de derechas es lo peor que le esta sucediendo a la democracia en España. El trágala que practica para que no se le eche encima la izquierda, es increíble. El negarse a reaccionar como le exigen sus bases por miedo a que se le eche en cara luego, es de un entreguismo apabullante.

Se apuntan a lo de los Estatutos sólo para que la izquierda no les acuse de estar en contra de algo que sólo la izquierda propugna. Sus votantes y simpatizantes asisten atónitos a una rendición anticipada, a un miedo atávico a ser acusados de actuar de una forma determinada. Es acojonante. ¿Qué pasa, es que ya hasta ellos se creen lo de que la democracia es patrimonio de la izquierda? La izquierda que diga lo que quiera; como si los operan, oiga.

¿Que seguirán con la cantinela eterna de que Fraga no votó el artículo octavo de la Constitución? Ya, ¿y qué? ¿Es que el Sr. Fraga no estaba en su derecho, y en su deber, democrático para votar lo que creyera mejor de acuerdo con sus principios? ¿Es que ahora lo democrático es votar lo que quiera la izquierda, o simplemente la mayoría? Porque, además, y visto lo visto, de haber triunfado entonces la postura mantenida por Fraga, otro gallo nos cantaría ahora con respecto al desbarajuste en el que se ha convertido el Estado de las Autonomías.

El pensar que si el PP no hubiera entrado en el juego de los estatutos, luego se le afearía, tiene tanto sentido como el pensar que se le aplaudiría; por lo que el actuar de un modo determinado que no está de acuerdo con sus principios sólo por lo alegado, no es más que una dejación de su deber para con sus votantes y una imperdonable cobardía.

Estaría diciendo exactamente lo mismo sobre el PCE si éste partido se sumara a la condena de lrégimen cubano sólo por el qué dirán, por ejemplo. El avergonzarse de lo que se es y de lo que se piensa, no es el camino para defender los principios por los que sus votantes les dieron su confianza. Lo otro es simplemente engañar. Y el practicar el engaño cuando interesa, descalifica para acusar al oponente de engañar cuando éste lo hace.

Dicha estrategia cobarde no sólo no evitará que se les siga intentando descalificar por la izquierda, sino que se haga con mayor virulencia. La debilidad nunca infunde respeto en el adversario. Cuando el PP habla de centro, no habla de otra cosa que de su vergüenza por ser de derechas. No creo que ningún partido de izqierda se sintiera avergonzado por ser tachado de serlo.

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