El Parlamento, opuesto a la ley

Ahora también se ha negado siquiera a considerar la propuesta del PP de perseguir los actos de Batasuna/ETA en cumplimiento de la Ley de Partidos.

Antes ya se había negado a ilegalizar al PCTV. El Parlamento se ha convertido en bastión de la defensa de ETA y del ataque a un partido, el PP, al que se le niega hasta sus más básicos derechos. No entiendo como el PP no ha tomado ya el único camino que queda: abandonar el Parlamento de forma espectacular.

Sería la única forma de que las democracias de nuestro entorno despertaran ante el entierro de la nuestra. Ahora es hasta un juez en ejercicio el que publica opiniones políticas y sectarias en El País. Eso lo descalificaría como juez en cualquier democracia. O se es político o se es juez; los dos poderes no deben confundirse. Sólo lo hacen en las dictaduras y sistemas totalitarios.

Los nervios por lo que se está viendo venir en el juicio por el 11-M son cada vez más difíciles de contener. Los que se huelen que van a perder su medio de vida, sus puestos de designación y sus prebendas, exigen algo, lo que sea. Ya no pueden soportar más la presión de la calle. Les hace falta que la ETA les vea cada vez más de su parte y enfrentados al PP -casi media España, no lo olvidemos- para que hagan algún gesto que apuntale a Zapatero.

El ruido cada vez más ensordecedor contra el PP, incluyendo ahora la solicitud de procesamiento de Aznar por la Guerra de Irak -lo que sería ciertamente un espectáculo digno de ver si además se procesara a Felipe González por crímenes de Estado- y que dicho disparate lo apoye públicamente el juez Garzón en un artículo periodístico, no es más que el certificado de defunción de nuestra democracia. Ha llegado el Frente Popular.

Yo estoy dispuesto a asistir al entierro de la democracia siempre que se me permita actuar contra los que se la han cargado. El enfrentamiento está servido. Los buenos son la ETA y Batasuna; el legal es Otegi y al que hay que ilegalizar es a Rajoy. Vale, ¿y a quién hay que matar?